Afortunadamente, éste año las cosas han salido razonablemente bien. Para el recuerdo y rápido olvido, quedará la cabalgata de Reyes Magos del pasado año, donde la probable improvisación dio al traste con la ilusión de muchas personas, a raiz del incidente acaecido en Felipe II. Ver una carroza enganchada literalmente a la iluminación navideña, y tener como testigo a la televisión en directo, nos dejó a todos perplejos. Aquello escoció y éste año, de aquello ni nos acordamos. Personal del Cecop comprobó, metro a metro, el itinerario al completo y eso evitó que ninguna sorpresa desagradable apareciera, lo cual demuestra que cuando se quiere, se puede. Y dicho lo cual, habrá que reconocer que todo sale como sale, porque hay una gran cantidad de personas anónimas que, con su esfuerzo, nos hacen disfrutar a todos. Sevilla también es especial para eso. Poca gente busca el reconocimiento y mucha la satsfacción personal. El Ateneo organiza, pero sin esa legión de almas, sería imposible poner algo en la calle que satisface a más de 600.000 personas. Aquellos sinsabores han dado paso a sonrisas. Y justo es reconocer despues de tantas críticas, que ésta vez sí. Y que en años venideros, ya no hay excusas. Se le ha cogido el tranquillo definitivamente a lacabalgata
