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Sevilla, otra vez centro del mundo

Por José Manuel Núñez de la Fuente, director de la Ruta de Magallanes y presidente de la Asociación Magallanes 2019

el 08 abr 2012 / 18:57 h.

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Cada vez queda menos para 2019 y todos deberíamos ser conscientes de lo que eso significa para una ciudad como Sevilla, que lo fue todo hace 500 años y que ahora tiene nuevamente la oportunidad de convertirse en el centro de todas las miradas, si protagoniza la conmemoración de un acontecimiento universal, sin parangón alguno a lo largo de toda la historia, como fue la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano.
Sin duda, a las ciudades les pasa como a los padres y a las madres, que a todos les gustaría ser progenitores de los mejores hijos, y los más ilustres. Tal ocurre también con los grandes hitos de la historia, que a veces provocan enconadas disputas y competencias entre aquellas urbes que pretenden ser la verdadera madre del cordero, como es el caso de lo ocurrido con la simpar Flota del Maluco, que estuvo capitaneada en su partida por Magallanes y a su regreso por Elcano, después de circunnavegar por primera vez el globo terráqueo. Acontecimiento, por cierto, de especial relevancia y trascendencia, del que todos deberíamos sentirnos orgullosos herederos, pero muy en especial los sevillanos, ya que fue Sevilla, sin género de discusión, el Alfa y el Omega de tan fabulosa gesta. A decir de sabios y cronistas como Adam Smith, Alexander Von Humboldt o Stefan Zweig, la más grande y memorable de todos los tiempos.

Resultaría fácil aunque prolijo enumerar las múltiples razones históricas, avaladas por las crónicas, que certifican tales aseveraciones, pero baste mencionar, tan sólo, las más contundentes para saldar una cuestión tan enojosa como inútil. Sevilla, a principios del siglo XVI, no sólo era la ciudad y el puerto más importante de Castilla, sino uno de los mayores y con más tráfico de Occidente. De otra parte, en 1503, los Reyes Católicos decidieron crear la Casa de Contratación en Sevilla porque entendieron que no había otro puerto mejor y más seguro que el del Arenal, para garantizar las campañas de descubrimientos y colonización recién iniciadas con el Nuevo Mundo. A partir de entonces no habrá cosa, por insignificante que sea, relacionada con la navegación oceánica de la Corona de Castilla, que no se planifique, fiscalice y ejecute desde Sevilla. Incluyendo, como no podía ser menos, el flete y la gestión portuaria de la famosa Expedición hacia las Especierías, ideada y comandada desde su inicio por Hernando de Magallanes. De tal suerte, y al igual que ocurriera 30 años antes con otro glorioso extranjero llamado Cristóbal Colón, el genial marino portugués llegó a Sevilla en octubre de 1517, después de que en Portugal se hubiese rechazado su proyecto de navegar hacia las Indias por la ruta de poniente. Y justo también como le pasó al Gran Almirante, fue en Sevilla donde Magallanes obtendría los contactos y las claves necesarias para lograr sus objetivos. El experimentado marino lusitano, ya cuarentón y curtido por mil batallas en la mar y en la corte portuguesa, supo muy bien a dónde dirigirse tras abandonar Lisboa. Y no dudó en emparentarse con gente muy principal de la Nuova Roma, casarse en la Babilonia de España, tener un hijo en la Ciudad Reina de los Océanos, y armar su flota durante dos años en el Puerto y Puerta de las Indias, nombres éstos con que los poetas y cronistas de la época adornaron a Sevilla y a su Puerto cuando se convirtió durante el siglo XVI, a decir del americanista francés Pierre Chaunu, en el auténtico ombligo del mundo.Desde hace años, la sociedad civil sevillana viene trabajando en diferentes acciones y programas, que pretenden coadyuvar al interés ciudadano y al de la administración pública acerca de la importancia de la efemérides, y de las oportunidades patrimoniales y turísticas que puede brindar a la ciudad. Ejemplo de ello es el proyecto multicultural para jóvenes Tras la huella de Magallanes, que organiza la Fundación Atarazanas, por el que cientos de chicos y chicas están recorriendo el planeta como embajadores de Sevilla y España. La Fundación Nao Victoria, por su parte, lleva a cabo desde hace años importantes proyectos de navegación con barcos históricos, o también, la labor incansable de la Asociación Magallanes 2019, mediante acciones que plantean una necesaria pedagogía acerca de la gesta náutica, y de su significado histórico y simbólico para la sociedad del siglo XXI. Amén de la propuesta al Ayuntamiento hispalense para la creación de la Red Mundial de Ciudades Magallánicas, lideradas por Sevilla.

En tal sentido, desde dicha asociación se ha insistido en Madrid, en los últimos dos años, acerca de la necesidad de crear una Comisión Nacional para la Conmemoración del Quinto Centenario de la Primera Vuelta al Mundo. Trabajo que dio su fruto hace unos meses con la aparición por decreto de la citada comisión, aunque con la sorpresa frustrante de que Sevilla no aparecía por lado alguno. Sin embargo, resultaba patente el forzado protagonismo que se había dado, desde la política, a otra ciudad: Sanlúcar de Barrameda. Que dicho sea de paso, resulta ser hermana de Sevilla en la historia y no carente de merecimientos para ocupar un lugar protagónico en el acontecimiento, aunque no el de la centralidad y liderazgo del mismo. No obstante, que nadie se rasgue aún las vestiduras. A Sevilla le suele ocurrir lo que al camarón que se duerme. Así le ha pasado hasta ahora con la capitalidad de Andalucía, y cualquier día le podría pasar, como dice la canción, con la primavera, y menuda guasa la que se armaría como le quiten la primavera a una ciudad plantígrada como Sevilla, que sólo parece vivir en esa y para esa estación del año.

Conviene a nuestros políticos, en concreto a nuestro alcalde, señor Zoido, coger bien este toro por los cuernos, y sabemos que está en ello, porque nos jugamos mucho. Nos jugamos por un lado la veritas veritatis patrimonial de un hecho histórico sin igual. Nos jugamos también una oportunidad indiscutible para centralizar el interés turístico y cultural de un mundo cada vez más globalizado y competitivo. Pero, sobre todo, nos jugamos una buena parte de nuestra identidad, es decir, la dignidad y el orgullo de haber sido la ciudad de Colón, de Vespuccio, de Magallanes, de Elcano y de todos los grandes marinos del siglo XVI. Que al menos eso no nos lo quiten, ya que, por lo que estamos viendo últimamente, a Sevilla le quieren quitar hasta lo bailao.

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