Cultura

Sevilla se reencuentra con Don Fadrique

La torre del convento de Santa Clara abre por fin este jueves, coincidiendo con la llegada de la tabla 'San Roque' de Esturmio. La semana que viene ya habrá visitas de grupos

el 03 feb 2015 / 12:00 h.

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La Torre de Don Fadrique acogerá ya visitas organizadas desde la semana que viene, después de que el próximo jueves, 5 de febrero, abra al público coincidiendo con otra circunstancia gozosa para el conjunto de Santa Clara: el regreso, aunque sea temporal, de la tabla San Roque que, hacia 1550, Hernando de Esturmio realizó expresamente para este espacio y que se ha estado restaurando durante un año en los talleres del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH). Así que el antiguo convento, que ahora mismo tiene en obras el refectorio alto, está de doble enhorabuena. Sevilla 22/01/2015 Torre de don FadriqueFOTO: Pepo Herrera La torre supera los 65 metros de altura / Pepo Herrera «Misión cumplida», subraya la delegada municipal de Cultura, María del Mar Sánchez Estrella. Tras 14 años cerrada, la Torre de Don Fadrique vuelve a abrirse al público, que por cierto no podrá acceder a la azotea a disfrutar de las hermosas vistas que desde ella se tienen de la ciudad por una cuestión muy simple: no hay una escalera convencional que conecte la última planta con el tejado. El único acceso es una escala vertical de madera, inviable para su uso por los visitantes, por lo que tendrán que conformarse con mirar por los amplios ventanales del último de los tres cuerpos de una construcción que supera ligeramente los 65 metros de altura. El Ayuntamiento ultima un folleto explicativo que sirva para guiar la visita, que se abrirá a grupos organizados la semana que viene. En el recorrido se paseará también por los jardines a los pies de la torre, un itinerario en el que se suceden cipreses, naranjos y jazmines. Lo que no está previsto es rellenar con agua el pequeño estanque que domina este espacio, en el que a partir de junio está prevista la celebración de eventos culturales con especial protagonismo del teatro y, sobre todo, el flamenco. El escenario desmontable, de hecho, se colocará sobre el estanque, como ya se hizo en otras ocasiones para espectáculos como el que, por ejemplo, La Tarasca dedicó a la figura de Don Fadrique. Sevilla 22/01/2015 Torre de don FadriqueFOTO: Pepo Herrera Interior de la torre, que reabre tras 14 años cerrada. / Pepo Herrera Las obras de restauración, con un coste de 120.000 euros, han permitido recuperar una zona más de Santa Clara (el inmenso recinto conventual reabrió hace ahora cuatro años como espacio cultural), retomar el proyecto que ideó para este enclave hace décadas el arquitecto Talavera y Heredia y, con ello, devolver a Sevilla uno de sus hitos arquitectónicos más reconocibles y antiguos. Mandada construir por el infante Don Fadrique, hijo del rey Fernando III, y levantada hacia 1252, la función de la torre sigue sin poner de acuerdo a los expertos, que barajan básicamente tres opciones: pabellón de caza, elemento del sistema defensivo de la ciudad o, simplemente y lo que parece más probable, parte del palacio anexo del infante, lo que estaría por aclarar es si siempre estuvo exenta o si alguna vez conectó con las dependencias del complejo palaciego. El visitante se va a encontrar un edificio hermoso en su sencillez, un recinto vacío en el que puede apreciarse su estilizado trazo gótico, su alma almohade, un periodo artístico del que Sevilla tiene menos de lo que se cree. Considerada como uno de los mejores ejemplos del primer gótico civil en Andalucía, la torre ha visto ahora cómo se ha limpiado su interior, mientras que los no pocos restos arqueológicos que se habían ido acumulando aquí con el paso de los años se han trasladado al Garaje Laverán, donde el Ayuntamiento hispalense tiene su depósito patrimonial. Con bóvedas ojivales en el primer y segundo piso y octogonales en el tercero, uno de los aspectos más curiosos es la alternancia de estilos que se aprecia en sus ventanas: simples saeteras en el primer cuerpo, románicas en el segundo y góticas en el tercero. Así que ya tiene una excusa inmejorable para volver a Santa Clara, que no es otra que asomarse a una torre cuya historia es tan hermosa como su propia leyenda, un espacio que además se va a unir a otros (como el Alcázar) a la oferta cultural nocturna que tanto se agradece en verano. A buen seguro que la especie de Bienal de Flamenco pequeña programada para este septiembre hará escala en este nuevo escenario, un rincón perdido para Sevilla durante demasiado tiempo. Y queda dicho que el pistoletazo de partida para la reapertura de la torre lo va a dar otro regreso a Santa Clara, en este caso el de la tabla San Roque de Hernando de Esturmio, que el maestro holandés pintó precisamente para el antiguo convento hoy reconvertido en centro cultural. Este San Roque, ejecutado hacia 1550, fue uno de sus primeros encargos en Sevilla, donde debe su nombre sobre todo al Retablo de los evangelistas que luce en la Catedral. Lo del regreso a casa viene a cuento porque la obra abandonó Santa Clara cuando cerró como convento, haciéndose cargo de ella el Arzobispado. Eso sí, y tal y como detalla la delegada municipal de Cultura, María del Mar Sánchez Estrella, la intención municipal es que la tabla vuelva en el futuro y ya para quedarse definitivamente en la iglesia, una vez que esta parte del complejo conventual sea restaurada, para lo que no hay fechas. El San Roque será ahora el protagonista de una pequeña exposición, que se prolongará hasta mediados de marzo, en la que se relatará su restauración durante un año en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), al que puso rumbo el 27 de enero del año pasado. Allí ha sido sometida a intensos trabajos una pieza muy maltratada por las condiciones que soportaba en su emplazamiento original y, sobre todo, por la mano del hombre, que terminó de machacar la obra en una sucesión de intentos fallidos de rehabilitación. Atacada por microorganismos e insectos xilófagos, las variaciones de humedad y temperatura en su ubicación (pasó más de cuatro siglos en contacto directo con un muro) alteró el soporte pictórico y separó los paneles de la tabla. Hasta cinco veces fue retocada la obra para mal, como demuestra que se le colocaron un centenar de puntillas y que se limpió con productos muy agresivos.

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