Gracias a la Iniciativa de Turismo Sostenible ha aparecido de nuevo el topónimo de Sierra Morena, perdido en el maremagnum del acarreo de denominaciones técnicas de los últimos tiempos. Presente en el folclore de aquende y allende el Océano (nadie sabe si la seguidilla De la Sierra Morena/ vienen bajando?, himno oficioso de las hinchadas futbolísticas cuando sus equipos ganan, es andaluza o mexicana), arquetipo sobre el que se construyó el imaginario del bandolerismo y paraíso imaginado de la chacinería, el concepto desapareció del léxico cotidiano, tal vez por ese extraño peso que la vetusta demarcación provincial adquirió en el territorio autonómico.
Sierra Morena traza con el Guadalquivir una cruz a lo largo de Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén? y Badajoz. La Iniciativa Turística -un plan del gobierno andaluz- no puede, lógicamente, incluir al territorio extremeño pero esa porción de Extremadura forma parte de un conjunto, natural antes que político, histórico antes que administrativo. Cuando Alfonso X trazó el alfoz de Sevilla lo puso en el río Bodión, al pie de Tentudía y el castillo de Fregenal ha sido del municipio sevillano hasta ayer, como quien dice.
El turista no entiende de divisiones administrativas; quiere, por el contrario, que las carreteras enlacen unas con tras normalmente, que los folletos se lo expliquen todo, que las ofertas sean las mismas. ¿Alguien sabe si los castillos del Loira pertenecen a uno o varios departamentos franceses? La Sierra Morena pacense obviamente no es Andalucía pero siempre tuvo en Sevilla -igual que Aracena, por ejemplo- su metrópolis. El turismo necesita grandes perspectivas, como los hipermercados, españoles o suecos; lléguese por tanto a los acuerdos que sean necesarios. Porque está muy bien que resurja Sierra Morena, pero completa.
Antonio Zoido es escritor e historiador.
