Feria de Abril

Siete días que ya no son lo que eran

el 23 abr 2012 / 20:51 h.

Las horas que preceden al alumbrado representan, por igual, un tiempo de ilusión y de ceniza expectación. La milonga de la crisis ya dura demasiado y nada hace pensar que la de este año deje muchos más euros que la anterior. Por eso los mil y un currantes de toda clase, tipología y pelambrera que podían encontrarse ayer en el Real, en vez de frotarse las manos cual Moriarty contando billetes, hacían cábalas disfrazados de Merlín para ver si el tinglado, bajado el telón el domingo, iba a merecerles la pena o sólo acabarán destrozados y una pizca menos pobres.

La Feria de 2012 no es la de los años 90. Pero para mal. "Es así de crudo, antes, de la Feria vivíamos todo el año, hoy con lo que recaudamos al verano no llegamos", decía un meditabundo Santiago López, vigilante de una caseta en Manuel Jiménez ‘Chicuelo'.

A poca distancia, Frasquita y Eufrasio, un matrimonio de Leganés que baja todos los abriles para hacerse con los mandos de una cocina de una caseta minúscula y veterana en Juan Belmonte, narraban el mismo triste cuento: "Hacemos menos platos y a las bebidas les cuesta más salir, trabajamos para una buena familia con demasiados hijos y sobrinos en el paro", explicaban sin perder un rictus taciturno que chocaba de frente con el guirigay que en el albero formaban unos turistas."Venimos de los Països Catalans". Y a juzgar por su acento, más cerrado que el de Jordi Pujol un día que anduvo gangoso, no mentían. Montse y Jordi cogieron la Feria por delante "¡y aquí seguiremos hasta el sábado, gastando lo que haya que gastar!". Con su bandera independentista atada al cuello y su abanico de La Gitana en una mano, la visión era digna de un retrato que no pudo realizarse: "¡Fotos no!.. que los andaluces nos mirarán mal luego", decían prejuiciosos.

A decir verdad, a las cinco de la tarde de ayer nadie les miraba ni mal ni bien. La procesión iba por dentro. Por dentro de las casetas, donde quien más y quien menos llevaba puesta la imaginaria corbatilla del contable para ir viendo por dónde vendrán los tiros en esta Feria. Porque la tarde del lunes es la de los curritos, la del publicista de hielo -uno de los tejemanejes con más competencia en el Real-, la de los cocineros preparando los tomates aliñados -plato con más predicamento en los últimos tiempos que el jamón serrano- y la de las buñueleras jaleando a los despistados güiris -catalanistas o no, que tanto da- para que se pararan a por media docena de dulces.

Nadie duda de puertas para adentro que la Feria está en crisis. Las calles se llenarán y sus voceros anunciarán que todo habrá sido gozo en ella. Pero ni uno sólo se libró de llegar anoche algo más pobre que el año anterior al alumbrado. Claro que, en este escaparate de colorín y decibelios por sevillanas, las apariencias van por delante. A duras penas podrá encontrar una sola pizarra gritando una oferta. "Sería tanto como poner de saldo la Feria, no hombre no", decía un encorbatado comensal de una laureada caseta.

Aquí las gangas, si existen, lo hacen a la chita callando. Josefa no las ha encontrado. Por eso hace tres semanas fue al banco a pedir "un prestamito de 2.000 euros". Los mismos que se gastarán sus hijos y sus mujeres en la Feria. Claro que, "ellos no lo saben, yo lo voy pagando hasta Navidad. Su felicidad es ver pletóricos a sus cuarentones retoños, ambos en paro". ¿Y no se preguntan de dónde le brotan a su mamá los euros para que se pongan entonados de rebujito? "Ellos piensan que de la pensión", concluye esbozando una pícara sonrisa que no es capaz de esconder cierto gesto de pesadumbre. Pesadumbre, una palabra feúcha como pocas para prologar una semana de excesos y de fiesta. Pero si no le concuerda, el año próximo pásese el lunes por estas calles y agudice el oído. Ayer sólo faltaba un corito de plañideras.

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“Estos quioscos tienen los días contados”
Hipólito Molina y Laura
Responsables de un puesto en Joselito ‘El Gallo’

 A Hipólito y a Laura en casa le esperan tres hijos y una hipoteca. Y si después de una peonada en el Real a razón de 18 horas diaras logran sacar 1.000 euros... en toda la semana, darían por bueno el negocio. “Cuando Rojas Marcos era alcalde podíamos vender de todo, pero desde que llegó el nuevo, Zoido, todo son pegas”, critica él. Su mujer lo resume con un vaticinio: “Estos quioscos tienen los días contados, cada vez son menos negocio”. Agua y claveles, eso es lo máximo que pueden despachar. Las apetecibles chucherías que se ven en la foto, por lo visto, son delito... “como un policía quiera quitárnoslas, lo puede hacer”, lamenta Hipólito.  

“Hemos bajado los costes un  10% en la caseta”

Manuel Reverte. Barman de la caseta ‘La Tranca’ 

Casi cuatro décadas de Feria juntos dan como para que propietarios y barman compartieran juntos ayer el primer almuerzo de La Tranca en 2012. Ubicada en Gitanillo de Triana, Manuel Reverte, el jefe de la cocina, aceptó la petición de los socios de bajar un 10% los precios. “La crisis también se nota en casetas familiares como esta, por aquí no comparecen ni los bogavantes ni las cigalas, lo más que tenemos son gambitas baratitas”, dice este hombre de barra, propietario del Restaurante Revertito de Arcos de la Frontera. Por lo que ayer pudo comprobarse nadie le pedirá el libro de reclamaciones. A los platos no les hacía falta ni pasar por el lavavajillas. 

“Llevamos cuatro años sin subir los precios”
Alicia & Cía Chocolatería La Perla

Para muchos, los puestos de calentitos son la mejor razón posible para dejarse ver por la Calle del Infierno. Y la Chocolatería La Perla hace las veces de gastronómica y olorosa portada de la misma. A ver quien se resiste a una ración de chocolate con churros a cinco euros, los mismos que pagó en 2011 y en 2010 y en... “Llevamos cinco años sin subir los precios, si lo hacemos, nos quedamos sin clientes”, explica la comandante en jefe de esta nave amarilla que sirve calentitos a cascoporro. “En Sevilla se nota un poquito menos la crisis pero...para qué os voy a engañar, también se percibe. No te quiero contar el impacto que tiene en ferias más chicas. La gente pide una ración para seis personas”. 

“Sobrevivir es cada vez más complicado”
Alex
Propietario de una atracción

Inaudito. A cincuenta céntimos la partida su máquina expendedora (en función de la destreza del jugador) pasa por ser la atracción más barata de la calle del Infierno. “A ver si así...”, musita Alex, un feriante búlgaro que llegó a España cuando esto parecía el rancho de Bonanza y por optar a llevarse a casa a un peluche de gatito con ojos de Terminator la concurrencia era capaz hasta de meter dos euritos por la ranura. Hoy ni en sueños. “Pero ni aquí ni en Santander o en Bilbao”, últimos reductos donde el nivel de vida se ha mantenido un microgramo más alto. En la España norteña también ha desaparecido el buen tiempo. “Ahora sólo hay nubarrones en el cielo”, afirma. Ojalá no cuajen en tormenta. 

“Aquí dentro apenas se hace notar la crisis”
Mario e Isabel
Cocineros en la caseta ‘La Cancillería’

No es que Mario e Isabel no noten la crisis, que la notan, quienes no deben hacerlo son los comensales de la caseta La Cancillería (en Pepe Luis Vázquez). “Aquí no se nota la crisis”, dicen laconicamente en dúo. No pudimos conocer a lo presuntamente potentados socios, pero sus maestros de cocina preparan con igual devoción un guiso que un plato de marisco. Isabel se siente entre farolillos y lunares como en casa por aquello de que, “a la hora de la fiesta, peruanos y españoles somos casi iguales”. Lástima que en la carta no hubiera ni una sola tapita de Arequipa, su ciudad de origen. 

“Con un día es suficiente. Esto es muy caro”
Voluntarios de laFundación Gerón

Para este grupo de voluntarios de la Fundación Gerón la Feria de Sevilla comenzó y acabó ayer cuando, paradójicamente, no se había ni siquiera inaugurado. Pero lo llevan con estoicismo. “Con un día es suficiente, la Feria es muy cara y nosotros venimos de lejos”. Exactamente desde El Cuervo, cuya feria –allá por el mes de octubre– “sólo es un poquito más económica que esta”. Los buenos tiempos han acabado en todos sitios. Pero su jornada de ayer valió por cualquier otra de una semana entera. “Acompañamos a personas mayores, sin familia o impedidas”, explicaban. Por eso la felicidad de su breve visita había que pesarla en toneladas. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 “No hace falta mucho para vivir, y el sol de Sevilla es mejor que el de Wiesbaden”

Gundula & Bronsky

Hacen trenzas en la Calle del Infierno

Entre arrumaco y arrumaco, Gundula & Bronsky, que no pasan precisamente por ser oriundos de El Garrobo, hacen trenzas en la calle del Infierno por dos euros. “Hemos viajado por toda Europa y ahora queremos pasar una larga temporada en Sevilla, su sol es mejor que el de Wiesbanden”, la germánica localidad natal de Bronsky. Amantes del astro rey, fervientes defensores de los animales y pletóricos herederos de los hippies (pero de los de verdad), esta pareja no pierde la sonrisa ni aunque se sientan mirados de reojo por los del clavel en la solapa y los vocingleros altavoces de las calesitas. “Todo va bien, la gente es buena aquí”, dicen mientras desapareces en medio de un abrazo gigante. 

"Cada tirada de dardos es a un euro, y aún así la gente se lo piensa una barbaridad"
Eduardo e Izaskun
Atienden en Atracciones Nagore (Calle del Infierno)

Lo hemos confirmado. En los juegos de dardos de Atracciones Nagore no hay ni trampa ni cartón. Sus responsables, Eduardo e Izaskun (esta última de Los Palacios, pero su mamá siente debilidad por los nombres euskaldunes) no se cansan de repetirlo mientras enseñan la afilada punta del dardo. "Cada tirada es a un euro y aún así la gente se lo piensa mucho, hay quienes creen que hay truco", lamentaban ayer a la par que ultimaban la puesta a punto de la atracción. "Hace años la gente ponía un puñado de monedas encima de la mesa e iba jugando como si fueran tragaperras, hoy hacen una partida y se van", decían mientras que Bob Esponja y otros especímenes asentían cada palabra.  

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