Ya tocaba. Después de un sexenio de constante apretarse el cinturón, 2015 arranca con unas cuantas alegrías para el bolsillo que harán más liviano ese ¿largo? trecho que todavía queda para que la recuperación económica se traslade a las familias y, sobre todo, al empleo. Porque si años atrás las crónicas salmón del primero de enero siempre hablaban de recortes públicos y del encarecimiento de la vida, el que ahora estrenamos permite coger aire pues aquel cinturón, sí, se afloja. Porque desde el mismo día 1 de enero la reforma fiscal nos depara unas nóminas más abultadas no es que ganemos más por efecto de las menores retenciones practicadas por Hacienda; el gas bajará en un entorno de caída generalizada de los carburantes, y la electricidad, si se encarece, quedará el consuelo de que el porcentaje no será elevado tras haber congelado el Gobierno su parte de la tarifa regulada para todo el ejercicio 2015; los parados de larga duración con cargas familiares podrán acogerse a la nueva ayuda mensual de 426 euros; los peajes de las autopistas se estancan y el índice Euríbor, que condiciona las cuotas de la hipoteca, sigue marcando mínimos, al tiempo que ya pueden suscribirse las nuevas fórmulas de ahorro con más ventajas tributarias. Y todo ello en un contexto de una tasa de inflación bajo cero, si bien esto último, aunque con un beneficio inmediato para los hogares españoles, entraña sus contras y sus peligros. Eso sí, raquíticas son tanto la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) como la de las pensiones la revalorización de éstas ya no está vinculada sólo al Índice de Precios de Consumo, IPC, sino también a la evolución de la economía, el déficit público y los ingresos y gastos de la Seguridad Social; las empresas pagarán más al Fisco a pesar de la tijera para el Impuesto de Sociedades al suprimirse parte de sus deducciones fiscales, y desaparecen las ventajas tributarias en los nuevos alquileres de viviendas. Y absolutamente todo lo aquí expuesto deberá ir necesariamente acompañado de una mejora en el empleo para que, de verdad verdadera, se refuerce la confianza y se palpe un crecimiento que hoy tan sólo lo constatan las gráficas macroeconómicas, pero no la realidad de la calle. No hay que olvidar tampoco el carácter efímero de un puñado de las mejoras con que se estrena 2015, en especial las vinculadas con el IPC y con los carburantes. No menos cierto es que los analistas internacionales pronostican un escenario largo de bajas cotizaciones para el crudo, y éste siempre arrastra en este caso para bien al conjunto de la economía. Hasta aquí, el entorno general español. En el caso de la comunidad andaluza, su Consejería de Hacienda y Administración Pública mantiene sus tramos del IRPF, pese a la rebaja fiscal concebida por el Gobierno central, y las tarifas reguladas por revisar el coche en las ITV se abaratan por segundo año consecutivo, aunque apenas dos décimas. Los sevillanos, por su parte, verán cómo ninguna tasa, tarifa e impuesto cobrados por su Ayuntamiento tendrá subida aunque tampoco bajada tras la decisión del equipo de Juan Ignacio Zoido de ejecutar una generalizada congelación después haber encarrilado las cuentas del Consistorio IBI, IAE, ICIO, el impuesto sobre plusvalía o tarifas como las del Instituto Municipal de Deporte (IMD), que engrosan las arcas municipales, se quedan tal y como están, y hay alguna que otra rebaja específica en basura y zona azul. Toca coger aire e impulso. Más consumo, la clave.