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Turín: una historia de héroes y damnificados

Rencillas, reencuentros y vendettas en el partidazo de mañana

el 24 ene 2015 / 12:24 h.

Valencia - Sevilla Feghouli celebra su gol al Sevilla. Lo que se jugará mañana a partir de las 21.00 horas en Mestalla es algo más que un simple partido de fútbol. La enemistad entre Valencia y Sevilla ha ido creciendo al mismo ritmo que se iban equiparando las ambiciones de ambos clubes. La pelea por los puestos europeos, además de los títulos –sin contar la Liga– como pueden ser la Copa del Rey o la Europa League, ha ido a más en la última década. No es el primero ni el último equipo que le ha cogido tirria a los nervionenses en este tiempo. Es uno de los peajes de competir al más alto nivel. Aun así, hay un estadio (quitando el del eterno rival) donde el Sevilla es recibido con las uñas afiladas: Mestalla. El estadio valenciano vivió la pasada temporada un episodio difícil de olvidar. El primero de mayo se disputaba la vuelta de las semifinales de la Europa? League. El 2-0 cosechado en el primer partido por los hombres de Unai Emery era una renta importante, aunque desde Nervión no querían confiarse. El entrenador vasco, viejo conocido en aquel escenario, sabía cómo se las gastaban en Valencia y advirtió a sus hombres de la encerrona que se preparaba. Ya habían sido capaces de remontarle al Basilea un resultado incluso más adverso. Tenían sus opciones y todas pasaban por crear un ambiente irrespirable para los visitantes. El partido comenzó con un Valencia volcado sobre la portería de Beto. La caldera de Mestalla estaba apunto de explotar. Ni siquiera los 5.000 hinchas sevillistas de las gradas lograban oxigenar a un Sevilla perdido y asustado. Así fueron llegando los goles. El 2-0 del descanso (Feghouli tras un rebote y Beto en propia meta) dejaba tablas en la eliminatoria. Un gol del equipo nervionense pondría contra las cuerdas al conjunto de Pizzi. Sin embargo, Mathieu fue el que hizo el tercer tanto local a 20 minutos del final. Incredulidad en las caras de los aficionados del Sevilla. Su equipo había dejado escapar incomprensiblemente una renta de dos goles y la final de Turín se iba como la arena entre las manos. Valencia - Sevilla Mbia remata a gol en el minuto 94 del Valencia-Sevilla en la semifinal de la Europa League. Por suerte para el conjunto que vestía de rojo aquella noche no todo estaba perdido. Un gol les devolvía la ilusión. Y vaya cómo se gritó. Mbia apareció como un gigante tras un saque de banda de Coke prolongado por Fazio de cabeza. Testarazo del camerunés y explosión de júbilo sevillista. 6.000 seguidores del Sevilla silenciaron un estadio que lloraba amargamente una derrota de lo más dolorosa. Unai Emery corría emocionado sin saber bien qué hacer. Sólo sabía que quería gritar y saltar soltando toda la tensión que llevaba dentro. Era un momento en el que los sentimientos superan con creces a la razón. Por todo esto, ni el entrenador ni el equipo serán recibidos mañana con indiferencia. Tampoco sucedió aquel día de mayo y todavía no había marcado Mbia... La grada apretará como entonces y el Sevilla deberá volver a superar la barrera psicológica que supone enfrentarse a un buen adversario y a una grada enloquecida en su contra. Más damnificados Lo que no sabía ni el Sevilla ni el propio Valencia es que algunos de los jugadores que forman parte del equipo del murciélago iban a tener también cuentas pendientes con los de Unai Emery. Rodrigo, André Gomes y el recién llegado Enzo Pérez formaban parte del Benfica que cayó a manos de los sevillistas en Turín. El argentino no estuvo por sanción, al igual que Markovic y Salvio, tres de los mejores jugadores de los lisboetas. En cambio, Rodrigo y André Gomes sí que jugaron. Aquella final de poder a poder se la llevó el Sevilla en una tanda de penaltis, en la que Beto se erigió en el héroe. Rodrigo fue de los que ayudó a agrandar la maldición de Bela Guttmann errando un lanzamiento en la tanda de penaltis. Ahora en el Valencia, estos tres jugadores tratarán de sacarse esa espina que llevan dentro. Despedida de Negredo del Sevilla. / EFE Despedida de Negredo del Sevilla. / EFE Por el contrario, una de las nuevas estrellas del Valencia vivirá el encuentro con emoción, pero sin esa animadversión predominante hacia todo aquel que vista de rojo. No es otro que Álvaro Negredo. El delantero vallecano vivió días muy felices en la capital andaluza. Fue el ídolo de un Sevilla que, tras ganar la Copa del Rey de 2010, fue en franca caída hacia la mediocridad. Sin embargo, sus números siempre fueron los de un ariete número uno en el panorama nacional, cerrando su última campaña con 25 tantos en Liga, una cifra abrumadora. Estos goles lo llevaron hace dos veranos a cambiar de aires hacia la Premier, a un City que dejó 28 millones de euros en las arcas de un Sevilla en reconstrucción. Una vuelta de tuerca que terminó con el título de Turín. Ahora vuelven a cruzarse sus caminos. En Mestalla, que podíamos denominar como Tierra Hostil, como el nuevo programa televisivo de éxito, se dilucidará qué equipo coge ventaja en la pelea por la Champions. Hay cuentas pendientes. Las espadas están en todo lo alto.

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