José Nieto, el mismo que actuó en 1989 en el Lope de Vega en el seno de los Encuentros de Música de Cine, y que compuso la Música del Lago de la Expo 92, posee un estilo muy definido, curtido a lo largo de cuarenta años dedicados a la composición cinematográfica.
Esta especialización le ha llevado a enfrentarse a géneros y estilos musicales muy diversos, a los que ha tenido que adaptar su particular universo. Quizás ello le haya facilitado abordar recreaciones de otros compositores, coqueteando en esta ocasión con el Barroco, pero desde un prisma de vanguardia de principios del siglo XX.
Ni hubo transcripciones ni sinfonías en esta última entrega del ciclo, lo que hizo que no se entendiera muy bien su inclusión en él, pero se agradece por su carácter fresco y diferente.
Una Primavera de Vivaldi con cierta mirada puesta en Messiaen, un Brandemburgo n.2 de Bach con sabor a Schoenberg, y una Música nocturna de las calles de Madrid de Boccherini de inequívoca inspiración en Albéniz. Ejercicios pianísticos con los que el autor de La pasión turca y El perro del hortelano parece querer diseccionar a los genios del Barroco, pero que acaban resultando trabajos ligeros e intrascendentes con la que sin embargo las intérpretes parecieron sentirse muy cómodas y seguras, posiblemente por ser receptoras directas del encargo.
Luciendo trajes de pasarela, el dúo BdB hizo gala de virtuosismo técnico, seguridad en la pulsación y el ritmo, y sobre todo una encomiable compenetración, un diálogo fluido y rico en matices, armonía y contrapunto.
La brevedad del concierto se vio compensada, hasta alcanzar una duración standard, con unos generosos y muy raciales bises. Falla, Piazzolla y Lecuona interpretados con pasión, singular elegancia y admirable técnica, hasta hacer las delicias de un público alarmantemente escaso pero muy entregado.