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Cultura

Un sentido homenaje

Crítica de teatro de la obra 'El Triángulo Azul', dirigida por Laila Ripollen el Teatro Central. * * * *

el 08 feb 2015 / 19:06 h.

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TEATRO. EL TRIÁNGULO AZUL * * * * Teatro Central. 6 de febrero. Compañía: Centro Dramático Nacional/Micomicón. Autor: Laila Ripoll y Mariano Llorente. Dirección: Laila Ripoll. Intérpretes: Manuel Agredan, Elisabeth Altive, Marcos León, Mariano Llorente, Paco Obregón, José Luis Patiño, Jorge Varandela. Músicos: Carlos Blázquez, Carlos Gonzalvo y David Sanz.   Salieron de España huyendo del franquismo y acabaron en Mauthausen, uno de los campos de concentración nazis más terribles. Esta obra les rinde un sentido y merecido homenaje. El relato nos cuenta la historia de resistencia de un cuantioso colectivo de españoles represaliados que logró sobrevivir en aquel espeluznante lugar. Para ello la dramaturgia combina lo narrativo con lo dramático mediante la figura de un narrador que, a su vez, representa el personaje de un funcionario que se encarga de documentar con sus fotografías los acontecimientos cotidianos del campo, incluidos los fusilamientos y el exterminio de las cámaras de gas. Francisco Boix, uno de los españoles que trabajó a su servicio hizo una copia de más de todas las fotos, y éstas se difundieron justo antes de que los alemanes, una vez perdida la guerra, destruyeran todos sus archivos. Así, gracias a él todo el mundo pudo comprobar con sus propios ojos el horror del genocidio. Sin embargo, pocos españoles conocemos su historia. De ahí la conveniencia de esta obra, a pesar de que a estas alturas contamos ya con infinidad de películas y registros que mantienen viva la memoria histórica del nazismo. Algo que, por cierto, no podemos decir del franquismo. Debido al corte narrativo de la dramaturgia la puesta en escena presenta un ritmo irregular, un tanto denso en las primeras escenas, aunque remonta hacia la mitad de la obra, cuando la narración pasa a un segundo plano y Ripoll se decanta por un lenguaje teatral plenamente contemporáneo. Poco a poco los personajes van definiendo su carácter indómito y resistente. Para afianzarlo cuentan con una serie de canciones que portan un humor tan negro como liberador. Así, el relato sorprende y emociona al espectador lo justo para que el rechazo y la consternación no le impidan identificarse con los personajes. Cabe destacar el poder evocador de la escenografía de Arturo Martín, la riqueza y complejidad de la iluminación de Luis Perdiguero y la espléndida interpretación de la música en directo, tanto por parte los músicos como de los actores, quienes asumen con soltura y maestría el papel de cantantes sorprendiendo al público con un derroche de versatilidad y vis cómica, dos instrumentos que otorgan un alto grado de humanidad y cercanía a su personajes.

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