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«Una cosa es no ser profeta en tu tierra y otra que te maltraten»

El arquitecto sevillano, Premio Andalucía de Arquitectura 2008, junto a su inseparable compañero, Antonio Cruz, reconoce estar «dolido» por su expulsión del proyecto de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla. A su juicio, por los efectos de la crisis.

el 15 sep 2009 / 19:48 h.

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-¿El último galardón recibido, de una larga lista, ha sido el Premio Andalucía de Arquitectura 2008 por la remodelación y ampliación de la estación de Basilea. ¿Qué ha significado para usted trabajar en Suiza?

-La Suiza alemana es una zona donde el nivel de exigencia es altísimo y ha sido interesante trabajar allí por conocer los métodos de trabajo y por aprender de ellos. Hemos hecho estaciones en España y en Suiza y hay diferencias.

-¿Cuáles? ¿Son más perfeccionistas?

-Son mucho más. Este proyecto, en concreto, desde el concurso hasta la construcción han sido ocho o diez años. La estación de Santa Justa se hizo el proyecto en seis meses y se construyó en 31 meses.

-¿La improvisación es una característica de esta ciudad?

-No sólo de esta ciudad. En España las cosas se hacen de una manera muy acelerada y sin la suficiente planificación. Al final, al proyecto casi no se le concede tiempo y el proyecto es una parte muy importante de la planificación técnica y económica. Cuando uno asiste a nuestras euforias o depresiones económicas, todo encaja perfectamente con esa manera de hacer las cosas un poco atolondrada. En España hay mucho que aprender de otros países europeos.

-¿Se siente usted reconocido en su ciudad?

-Me lo pregunta en un momento malo porque pensábamos inaugurar pronto la Facultad de Ciencias de la Educación y hemos sido expulsados de ese proyecto. Y era nuestro primer edificio en Sevilla en diez años. Una cosa es no ser profeta en tu tierra y otra que te maltraten. Estamos muy dolidos.

-¿Cree que la Universidad de Sevilla no le ha respaldado?

-En absoluto. Ahora hay conversaciones para arreglar las cosas, pero puede ser un poco tarde. Se han puesto en contacto con nosotros para intentar paliar lo que ya está hecho.

-¿Se ha planteado dejar de dar clases en la Universidad?

-Nosotros nunca hemos dado clase en la Universidad de Sevilla, sólo en el curso del año 75. Lo que pasa es que nos han nombrado profesores honorarios hace un par de años y damos clase un cuatrimestre opcional nosotros y otro Guillermo Vázquez. Lo financia Cemex, una multinacional del cemento. La Universidad no pone ni un céntimo.

-¿Han recurrido a los tribunales en defensa de los derechos de autor y por los daños ocasionados?

-Aún no, los abogados lo están estudiando, pero hay voluntad de llegar a alguna solución. Estamos a la espera. Lo que no podemos permitir es que se haga un edificio mal construido y aparezca ligado nosotros.

-¿Para saldar esta deuda con la ciudad barajan concursar en algún proyecto concreto?

-Yo quiero tener trabajo en Sevilla, a todo el mundo le gusta tener el trabajo cerca de casa, ¿no? Está bien trabajar fuera, me gusta y nos permite salvar las crisis, pero diez años sin hacer un edificio en Sevilla me parece demasiado tiempo. Hicimos la estación de Santa Justa, un encargo del Estado, el estadio de la Cartuja, del que prefiero no acordarme, y la Biblioteca Pública, que también fue encargo del Gobierno estatal. Y nunca tuvimos un cliente privado sevillano.

-¿Tiene un mal recuerdo del estadio Olímpico?

-No, tengo un buen recuerdo, pero me parece que es un ejemplo de la improvisación de la que hablábamos. Ese edificio es un gran error porque está vacío y costó mucho dinero. Iba a ser usado por los clubes de fútbol y el Ayuntamiento ha recalificado sus actuales terrenos, por lo que esta posibilidad ya ni siquiera existe. Nosotros estamos ahora empezando el proyecto para adaptar el Estadio de Atletismo de Madrid, que lo hicimos hace años, para el Atlético de Madrid y para albergar en su caso los Juegos Olímpicos del 2016. El Atlético de Madrid está de acuerdo, en Sevilla parece que no fue posible.

-La Junta les adjudicó el proyecto de la nueva sede de dos consejerías en Pablo Picasso, junto a Santa Justa, ¿es una forma de compensarles por no ejecutarse en su día el proyecto completo para el entorno de la estación?

-No, hubo un concurso y lo ganamos. Sobre el entorno de la estación no sé qué pasa. Hace años salió en la prensa que todo se iba a acelerar, pero después no hemos sabido nada más.

-¿El proyecto para levantar este edificio de la Junta está en marcha o la crisis lo ha parado?

-Está en marcha, se está seleccionando la constructora.

-Será el próximo edificio de Cruz y Ortiz en Sevilla.

-Se terminará en 2011 y el último inaugurado fue la Biblioteca, en 2000. Once años es un periodo muy largo.

-¿Está notando la crisis en su trabajo? ¿Tiene proyectos paralizados?

-Todas las circunstancias del proyecto de la Facultad de Ciencias de la Educación están ocasionadas por la mala situación económica.

-La empresa, a cambio de la obra, se queda con los terrenos de Magisterio junto a la Gran Plaza, unos suelos que han perdido valor.

-Es el origen del problema. Hay que evitar las pérdidas. El sistema usado por la Universidad ha sido perverso. El arquitecto, que tiene que controlar a la empresa, no puede estar contratado por la empresa. No se puede poner al controlador en manos del controlado.

-¿Y por qué aceptaron estas condiciones?

-Fue un error. Un amigo medió. No conocíamos a la constructora, pero nos insistieron y queríamos hacer el proyecto.

-¿Cómo definiría su obra y su evolución a lo largo de los años?

-Pretendemos ser independientes.

-¿Alejarse de las tendencias?

-Pues sí, hay que estar atento a lo que pasa, pero no repetir esfuerzos. El otro día decía Gordillo que estar fuera de las vanguardias es muy incómodo. No pretendo que seamos artistas originales ni nada de eso, pero sí que trabajamos con gran voluntad de independencia.

-¿Destacaría alguna provincia andaluza por la arquitectura que se está haciendo?

-No. Las periferias son un desastre. Cuando dicen que la arquitectura española está bien, yo digo que no. Está bien un porcentaje muy reducido de lo que se hace. La arquitectura que produce esta sociedad es impresentable. Lo que ha ocurrido en el Aljarafe es impresentable. Y estoy reclamando no más arquitectura, sino más control social de la arquitectura.

-Echándole un vistazo a su ciudad, ¿qué le parece el proceso de peatonalización de Centro?

-Tengo mis reparos, pero si lo comparo con lo que había antes me parece un avance formidable.

-¿Qué le parece la futura Encarnación?

-Creo que ahí ha habido mala suerte. Se une que los hallazgos arqueológicos han obligado a subir el nivel de la plaza, en una ciudad tan plana, con que en el otro extremo se ha optado por una arquitectura de vanguardia, un poco de Expo. Me recuerda a elementos de la Expo de Hannover, a grandes paraguas de madera. La actitud ha sido: además de conservar todo, seremos más modernos que nadie. Ojalá me equivoque y salga bien. La plaza estaba tan mal que lo que hagan lo mejorará.

-En esta Sevilla plana, ¿cabe un rascacielos?

-Es una historia un poco cateta y tiene un origen feo: las cajas de ahorros que empiezan a funcionar como inmobiliarias. Los favores que hacen, por ejemplo, subvencionando parques temáticos que deberían haber cerrado hace tiempo porque pierden dinero cada año, se los devuelven en metros cuadrados. Esos metros ya no valen igual que antes y no se sabe quién los ocupará. Con la crisis, seguramente no se hará. Las crisis son buenas para dotar de sensatez a la sociedad. Además Sevilla no va a ser más o menos moderna por tener allí una torre.

-El Colegio de Arquitectos tildó el proyecto de César Pelli de "contundente".

-Eso es lo mismo que no decir nada. Yo creo que lo que hay que modernizar es esta sociedad. Que de repente hagamos un rascacielos y digamos que somos modernos es una broma, no tiene sentido. Lo que hay que modernizar es a la sociedad que se va sigue yendo al Rocío. Esto sólo puede hacerse con educación y universidad. Yo me quejo mucho de esta sociedad andaluza, pero cuando veo los índices de educación, es decir, lo que será el futuro, me horrorizo.

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