La Presidencia española de la UE termina el próximo miércoles 30 de junio. Han sido seis meses de turbulento, arduo y complicado trabajo por parte del Gobierno. Seguramente, y a pesar de los logros obtenidos -aunque no han sido todos los propuestos-, este primer semestre del año deje en el Ejecutivo un poso amargo.
No ha ido mal del todo aunque seguramente podía haber ido mejor. ¿Por qué? Una crisis económica jamás conocida en Europa y en el resto del mundo se ha empeñado en ser la verdadera protagonista de la actualidad internacional. La urgencia por rescatar a Grecia y la necesidad de salvar el euro concluyeron con una apuesta de los Veintisete por un Gobierno económico común.
España afrontaba este mandato con varios puntos importantes encima de la mesa. Ha sido el primer Gobierno en presidir la Unión Europea (UE) con el Tratado de Lisboa ya en vigor, lo cual acarreaba unas nuevas reglas del juego que han impedido a Rodríguez Zapatero ser el auténtico protagonista de las cumbre convocadas en favor del presidente estable del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
De los cuatros objetivos de la Presidencia española marcados por el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en una entrevista con este periódico el pasado 3 de enero -la recuperación económica, la ya mencionada aplicación del Tratado de Lisboa, la consolidación de una política exterior europea y el acercamiento de las instituciones de la UE al conjunto de la ciudadanía- poco se ha logrado.
Todo ello ademas estuvo aderezado con la suspensión de la cumbre entre EEUU y la UE (la famosa cita planetaria de Leire Pajín), al igual que también tuvo que retrasarse hasta noviembre el encuentro de la Unión del Mediterráneo para no perturbar los planes de paz entre palestinos e israelíes. Entremedio, numerosas reuniones y consejos informales entre ministros de todas las competencias que poco o nada trascendieron a los ciudadanos.
Las últimas dos semanas han servido para sentar las bases de tres acuerdos considerados prioritarios por el Gobierno: la euroorden para proteger en toda la UE a las víctimas por violencia de género -a pesar de los encontronazos entre nuestra ministra de Igualdad, Bibiana Aído, y la comisaria de Justicia europea, Viviane Reding-, la apuesta por un gobierno económico común y la incipiente puesta en marcha de un servicio diplomático comunitario.
En este sentido, el ex rector de la Universidad Rey Juan Carlos y director del Centro de Estudios Europeas, Rogelio Pérez-Bustamante, concluye que tras estos seis meses hay que destacar que, pese a que la coyuntura económica ha desbordado todas las previsiones de España, el Gobierno asumiera "una posición vinculada al futuro de la unión" y que tuviera "sensibilidad" a la hora de impulsar en la UE la igualdad entre hombre y mujer y la lucha contra la violencia de género. Pérez-Bustamante, que definió la Presidencia como "poco efectiva a pesar de la buena voluntad", recordó que este mandado "ha estado muy condicionado por el Tratado de Lisboa y por los tres meses de demora que tardó en formarse el nuevo Consejo Europeo". Sí criticó abiertamente que del alto presupuesto destinado a la Presidencia -100 millones- haya sido poca la cantidad invertida en formación y en información a los ciudadanos sobre la Presidencia española.
Expectativas elevadas. El subdirector del Máster en Comunicación Política y Corporativa de la Universidad de Navarra, Jordi Rodríguez Virgili, apuntó además que la inversión en este apartado ha sido escasa dado que la gran mayoría de ciudadanos desconoce que España haya presidido la UE durante los pasados seis meses del presente año.
Para Rodríguez Virgili, las expectativas del semestre fueron "elevadas artificialmente" por el Gobierno en aras de aprovechar una imagen de solvencia que, según su opinión, no ha conseguido. "España ha tenido poca voz y la aplicación del Tratado de Lisboa y la crisis han terminado de ensombrecer" a un Gobierno español que ha tenido finalmente que observar cómo los presidentes de Francia y Alemania, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, respectivamente, han sido quienes realmente "han tomado liderazgo" a la hora de tomar decisiones de calado y conseguir el consenso entre los Veintisiete.