Cultura

Villena y su descenso memorioso al infierno de la familia Panero

La Fundación Lara publica ‘Lúcidos bordes del abismo’.

el 22 dic 2014 / 15:00 h.

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Luis Antonio de Villena refleja en la obra sus recuerdos personales de la familia Panero. / José Manuel Cabello Luis Antonio de Villena refleja en la obra sus recuerdos personales de la familia Panero. / José Manuel Cabello Los Panero se hicieron famosos en España gracias al filme El desencanto (1976), de Jaime Chávarri, un demoledor alegato contra la familia tradicional y sus códigos. Para muchos la historia de los extravagantes hijos del poeta oficial del franquismo y de su no menos llamativa viuda terminaba allí. Sin embargo, éste es el punto de partida de Lúcidos bordes del abismo (Fundación Lara), libro donde Luis Antonio Villena pasa a limpio su memoria personal de la familia. «La gente no sabe que tras la película, la historia se multiplica por 200. LeopoldoMaría, cuya locura será imparable, empieza a ver la causante de sus desdichas en su madre, Felicidad Blanc, una mujer elegante y distinguida, que se inventa un mito romántico con Luis Cernuda para refugiarse de la catástrofe que vive», explica el autor. «Al final, la gente que iba a ver a LeopoldoMaría buscaba al monstruo, al loco, al maldito.La escritura fue su terapia, y aunque sobra mucha morralla, la parte notable de su obra es de verdad muy notable». El otro poeta de la familia, Juan Luis, «cae antipático primero por su pose de señorito antiguo, que acaba siendo también un perdedor». En cuanto al tercer hermano,Michi, que se ganaba la vida escribiendo crítica televisiva para un periódico y acabó viviendo de la caridad de sus amigas, «pasará como creador del mito de los Panero». «Ellos, que siempre estuvieron en contra de la familia, nunca formaron una. Ninguno tuvo hijos, para ellos la paternidad era un error», explica Villena, quien valora que «las biografías siempre sacan una estatua de mármol, pero detrás de cada ser humano hay una sombra. Ellos nunca ocultaron la suya». El hermano que más protagonismo cobra en el libro es sin duda Leopoldo María, no solo por su demencia, sino por los numerosos episodios homoeróticos que compartió conVillena antes de su degeneración definitiva. También narra ciertos coqueteos de Juan Luis con varones, algunos tan conocidos comoJuan Gil-Albert, aunque niega que llegara a ser nunca gay. Lecturas, flashes, momentos compartidos, opiniones y no pocos chascarrillos llevan al lector hasta el desenlace brutal, la muerte en soledad de todos. «Felicidad muere sola, y Leopoldo María intenta resucitarla besándola según no sé qué conjuro alquímico. Solo al final se da cuenta de que ha perdido a su gran valedora». Michi termina malvendiendo toda la biblioteca familiar y es recogido por una nieta de Ortega y Gasset para acabar sus días en Astorga, el pueblo natal de su padre. Solo Juan Luis fallece acompañado por la mujer con la que compartió sus últimos años. «Fueron, a su manera, personajes singulares, valientes, que lograron hacer una creación de aquella enorme destrucción. De hecho, se me ocurrió tarde el título que hubiera querido para este libro, Teoría de la destrucción», dice Villena. Para el escritor, el caso de los Panero pone de relieve «lo insólito que sigue resultando en España hablar claro. Hay muchas familias así, pero no lo cuentan».

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