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Vivir en inglés sin salir de España

Diverbo ofrece un programa de inmersión lingüística para pasar una semana de convivencia con voluntarios angloparlantes.

el 02 nov 2013 / 23:30 h.

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Es la gran asignatura pendiente. Y pese a los años de estudio e incluso a que muchos profesionales manejan documentos en inglés para su trabajo, algo tan simple como indicar una dirección a un extranjero que nos para por la calle se convierte en una odisea. Aprendemos más gramática que los propios angloparlantes pero cuando viajamos fuera nos expresamos sin construir oraciones completas sino palabras balbuceantes que acompañamos de gestos. La principal barrera no es el desconocimiento sino el miedo a hacer el rídiculo. El programa Pueblo inglés creado por el centro de formación Diverbo –cuya sede en Sevilla acaba de cumplir un año– busca precisamente romper esa barrera encerrando durante una semana a los participantes con un grupo de angloparlantes con los que desayunan, comen, cenan, charlan individualmente o en grupo, emulan presentaciones públicas o llamadas telefónicas de trabajo y, en definitiva, conviven y se comunican. Una experiencia más intensa que irse al extranjero ya que está orientado a pasarse el día hablando (garantiza al menos 100 horas de conversación) y se basa en el “método natural de aprendizaje”, es decir, reproduce el entorno en el que un niño aprende a hablar su lengua materna: pensando en ella, sin traducir. pueblo-inglesAunque con el tiempo la empresa ha diversificado su actividad, Pueblo Inglés es su producto estrella –creado en 2001– y seña de identidad (junto a la variante Villa Inglesa con grupos más reducidos y donde los angloparlantes son profesores de inglés). Se desarrolla en alojamientos rurales lo suficientemente alejados de centros de población como para que no escuchar una palabra en español. Cuatro de esos enclaves están en Andalucía (Cazorla y Coto del Valle en Jaén, Priego de Córdoba y El Guijuelo en la localidad gaditana de El Bosque). Por ello Diverbo apostó por esta comunidad para iniciar su expansión, comenzando por Sevilla a la que seguirán en el futuro Málaga y Granada. Los angloparlantes son voluntarios que no cobran y solo pasan una semana en España a gastos pagados a cambio de hablar su idioma. Envían una solicitud hablando de ellos mismos y son seleccionados por Diverbo buscando diversos orígenes para que los participantes escuchen distintos acentos. No saber nada de español es un punto a favor pero si lo saben, tienen prohibido hablarlo. La mayoría busca conocer la cultura española a través de sus habitantes. Para algunos, es su primera visita al país e incluso a Europa, como es el caso de Meredith, Relaciones Públicas en Boston; Pamela, recién jubilada de Texas, o el matrimonio canadiense formado por Keith y Kim, voluntarios en el último programa realizado en La Alberca (Salamanca). Viajaron el día antes a Madrid y se fueron al día siguiente pero gracias a sus conversaciones con los alumnos tienen claro que pronto volverán como turistas para ver in situ los monumentos y fiestas de ciudades como Barcelona, Sevilla o Granada que los españoles les han recomendado, volver a probar los ibéricos y el vino que han degustado en las comidas y entender las quejas de los españoles sobre la crisis y la corrupción. Otros, como Bob y Jo, un matrimonio retirado de New Mexico y Mary, de Glasgow (Escocia), son veteranos y casi una vez al año participan en un Pueblo Inglés (se hacen casi todas las semanas –-julio se reserva para los específicos de niños y adolescentes– y van ya más de 833). Gracias a ello tienen amigos españoles repartidos por todo el país. Jo aprovecha sus charlas con los participantes para que le recomienden libros y películas españolas pues, aunque lo oculta, entiende perfectamente español. Mary también, gracias a ver la televisión por satélite. Su programa favorito es el de Juan Imedio en Canal Sur, al que le encantaría acudir como público. Es viuda y sus hijos viven fuera, por lo que entiende la soledad que lleva a los mayores andaluces a buscar compañía. A Diana, de Wimbledon (Inglaterra), le encanta cocinar y busca nuevas recetas. Bill aprovecha sus vuelos gratis a la base de Rota como veterano de la Marina estadounidense. En el caso de los españoles, las motivaciones para decantarse por este tipo de productos son varias: desde soltarse a hablar antes de marcharse una temporada al extranjero a refrescar el inglés atrofiado por falta de uso o necesidades profesionales. Con frecuencia son las empresas las que costean el programa a sus empleados, como es el caso de José Antonio, ingeniero acostumbrado a leer información en inglés pero al que le cuesta entender a sus colegas extranjeros cuando trata con ellos. O Javier, médico de Valencia que maneja un vocabulario especializado pero necesita fluidez para dar conferencias en congresos. Otros como Pilar o Mar acuden por iniciativa propia para soltarse con la base de inglés que tienen (es necesario pasar una prueba de nivel mínimo para que el programa dé resultados). Si en algo coinciden anglos y españoles es en que el programa ofrece diversión y la oportunidad de conocer a gente muy interesante. Las empresas son uno de los principales clientes de Diverbo, no solo en Pueblo Inglés –que ya tiene su equivalente en español para extranjeros y está empezando a ofrecerlo en francés–, también en los masteres y clases tradicionales. La compañía ofrece cursos a medida (presenciales y on line) según las necesidades profesionales de cada entidad (también para particulares se diseñan productos específicos). Las clases siguen la misma filosofía práctica de aprender hablando, con grupos muy reducidos (también hay particulares). Ingenieros, profesores de escuelas bilingües, médicos y hasta actores han pasado por Pueblo Inglés. El resultado se nota especialmente en la comprensión, en pensar en inglés sin traducir y en perder el pudor a hablar. Tras el diseño del programa –igual que de los materiales usados en las clases– hay un departamento académico. Todo tiene un porqué, desde la duración (ocho días es el tiempo idóneo para que la mente esté a pleno rendimiento) hasta el cambio continuo de las conversaciones one to one a las actividades en grupos (que incluyen presentaciones y hasta teatro), la forma de sentarse en las mesas para facilitar la charla entre todos o el papel del “maestro de ceremonias”, una mezcla de coach y animador sociocultural, que dirige las actividades.

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