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Cultura

Y a la tercera? ¿fue la vencida?

Lo primero que llama la atención, una vez concluida la Biacs3, son las espectaculares cifras de visitantes, unas cantidades ingentes que la organización ha distribuido con celeridad. Han doblado a la edición anterior (aunque si tenemos en cuenta que había dos sedes, Sevilla y Granada, tampoco son unos guarismos tan desorbitados). Foto: Antonio Acedo.

el 15 sep 2009 / 21:19 h.

Lo primero que llama la atención, una vez concluida la Biacs3, son las espectaculares cifras de visitantes, unas cantidades ingentes que la organización ha distribuido con celeridad. Han doblado a la edición anterior (aunque si tenemos en cuenta que había dos sedes, Sevilla y Granada, tampoco son unos guarismos tan desorbitados).

Estos números no son un buen rasero para valorar un evento artístico, sólo nos sirven si entendemos que en los tiempos que corren cualquier acontecimiento cultural de envergadura se convierte en un reclamo turístico ponderable por el cúmulo de asistentes. Después de tres ediciones el proyecto se ha consolidado, ha encontrado una línea de equilibrio y, de algún modo, ha cristalizado la apuesta esforzada que hace Sevilla en pos de la modernidad.

El principal problema de las siguientes convocatorias será definir un modelo financiero sostenible que no dependa tanto de la aportación pública. Será difícil continuar si se sigue manteniendo este mismo patrón, excesivamente ceñido a los vientos políticos o a inesperadas turbulencias coyunturales.

Es evidente que el planteamiento artístico de esta última bienal tenía un nivel medio alto. La selección de obras ha sido lo suficientemente atractiva y sugerente como para justificar una convocatoria de esta envergadura, y en la nómina de elegidos aparecían artistas extranjeros de primera fila que hay que tener en cuenta siempre (desde Bill Viola o Nan Jun Paik hasta Olafor Eliasson).

Quizás la única desmedida con respecto a los creadores internacionales ha sido el exceso de coreanos, pero teniendo en cuenta que uno de los comisarios era de esa nacionalidad, Won-Il Rhee, ahí hallamos la respuesta. En cuanto a nombres nacionales o andaluces, la proporción también ha sido acertada, exhibiéndose piezas interesantes (sobre todo en vídeo y fotografía, además de una sorprendente instalación de Dionisio González o unos cuadros de Curro González) que enriquecían los planteamientos comunes sin desentonar.

Tenemos que aprender a enorgullecernos de lo que hacen nuestros artistas porque no tienen nada que envidiar a nadie de ningún sitio. Más bien al contrario, dentro del contexto interrelacionado en el que nos movemos, por nuestra propia idiosincrasia vitalista, tienen muchas cosas que aportar.

Aunque las conclusiones generales que se pueden deducir de esta bienal en su mayoría son positivas, hay socavones importantes que no podemos dejar de mencionar: para empezar, que una de las nuevas sedes elegidas -Córdoba- se cayera pocos días antes del comienzo por falta de patrocinadores; es un contratiempo imperdonable.

La vinculación con Al-Andalus ha resultado impostada (llevar la Biacs hasta la Alhambra no es más que aprovechar un escenario espectacular, pero por sí mismo no justifica el nexo con el legado andalusí). Han existido problemas continuados para mantener en perfecto estado el sinnúmero de artefactos y mecanismos participados, muchos de ellos ya no funcionaban durante las últimas semanas.

La falta de un correlato real en internet que motivara e implicara a los internautas, sobre todo a los más jóvenes. En un mundo global como el nuestro, donde la red de redes se ha convertido en un medio de comunicación vivo y esencial, la Biacs3 -que ha presumido de ser un portal al mundo del futuro y las nuevas tecnologías-, no puede permitirse una página web como la que ha tenido.

Estática, escueta, textual y meramente explicativa. Ha resultado ser un panel informativo poco atractivo y escasamente dinámico que no ha aportado absolutamente nada. Contradiciendo su propio discurso, han desaprovechado la ocasión de expandir su ideario por nuevos conductos virtuales que arrastran tras su estela millones de adeptos.

Las actuaciones en el entorno urbano siguen sin ser especialmente destacables y dejan al ciudadano entre escéptico e indiferente. La obra de Marketou en el aeropuerto no ha sido bien entendida y, quizás, la que mejor ha funcionado ha sido la participación más simple, el juego de luces de colores de la Torre de los Perdigones realizado por el trío sueco Broms, Lavén y Krikortz.

Ninguna de las cinco intervenciones en el espacio público ganadoras del proyecto Transversal Biacs, poseía la fuerza suficiente para ser tenidas en cuenta como un trabajo realmente serio. Eran ejercicios bienintencionados que se han diseminado por el centro de Sevilla sin pena ni gloria. Resoluciones fáciles, hechas por estudiantes ocurrentes pero poco creativos, sin una profundidad verdadera ni un discurso creíble. Una serie de actividades complementarias dirigidas al viandante callejero que no pasaban de ser anécdotas sin importancia.

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