La ciudad que vió nacer a los Machado, Chaves Nogales o Blanco White atesora mucha luz, pero también demasiadas sombras que impiden sea progreso lógico. Incuestionablemente las Expo Iberoamericana de 1929 e Universal del 1992 regeneraron una ciudad que creció al sur y al oeste con arquitectura de orgullo, activos esenciales y legados que suman más que restan. Los detractores de ambos eventos se ahogaron en su ego cuando se consumaron los avances que entrañaron para una Sevilla entonces provinciana y barroca.
Hay muchas asignaturas que, inexplicablemente, no aprueba Sevilla en el siglo XXI. Un Metro lento, caro, que exige más líneas; tren al aeropuerto, recuperación de Atarazanas, Fábrica Tabacos (Altadis), ex Jefatura Policía de la Gavidia y antiguo Hospital Militar, reactivación de la ribera del Guadalquivir más su dragado y restauraciones del patrimonio histórico urgentes son parte de los retos pendientes.
Vemos, desde esas barreras donde a veces nos sitúan, que las tardanzas e incontables trabas burocráticas o dictámenes de órganos y expertos son relativos cuando hay interés de algún ‘lobby’ que marida con políticos con presupuesto. Esa feria se paga puntualmente, pero hay que ser invitado. Pero otras empresas que precisa Sevilla no arranca o se sumergen en polémicas donde siempre hay intereses y dineros sin dueño aparente.
Los sevillanos saludan al fenómeno del turismo con desigual afecto. La reciente asamblea de la WTTC-World Travel & Tourism Council en Sevilla dejó semilla para mayor inversión en hoteles y turistas de lujo que incrementará la marca ‘Sevilla’ como destino. Para los lugareños la ‘turisficación’ del centro histórico y barrios aledaños subió precios del alquiler y venta más incomodidades que da un negocio reñido con vecinos hartos del centro. Mientras, otras barriadas se degradan a marchas forzadas.
Así las cosas un desafío que lleva años rodando en despachos, en titulares de prensa y arañando muchos egos es dónde ubicar la ‘Ciudad de la Justicia’. Hay propuestas de parcelas para levantarla en distintas lugares del municipio. También, hay envidia sana entre profesionales del Derecho, empleados de la justicia y ciudadanía sobre lo obrado en Málaga, Granada, Valencia o Barcelona.
Tales ciudades disfrutan de un complejo que unifica sedes judiciales de todas las jurisdicciones más el Registro Civil. Distintos Alcaldes hispalenses recalcan que el dinero que construya la Ciudad será de la Junta pero se erigirá en Sevilla, donde su máxima autoridad debe ser oída.
Antes de entrar en materia de dónde y cuándo se levantará esa Ciudad el que fuera Decano de los abogados, José Joaquín Gallardo rechaza aprovechar las modernas y sostenibles instalaciones de Palmas Altas que acogieran la sede de ABENGOA para construirla, seguramente tras años de interminables obras, en el Prado.
Llamativamente, ningún letrado, ni su colegio, pagará un céntimo de la obra, pero su opinión entra al trapo como poderoso grupo de presión. Empleados, Peritos, procuradores y ciudadanos a los que se convoca en juzgados no se les conoce el parecer.
Obviamente, hasta Palmas Altas habría que llevar conexiones y mayores frecuencias de transporte público, pues el espacioso aparcamiento da mucho de sí para ciudadanos, profesionales y empleados. No menos obvio son los intereses de quienes perciben jugosas rentas por alquileres en distintas sedes lejanas de los edificios del Prado (Edificios Viapol, Noga...) que querrán que siga todo tal y como esta.
La cuestión al sevillano modo tiene matices. El nuevo gobierno andaluz PP-Cs apoyado por Vox tras el largo mandato del PSOE tiene en sus despachos y decisiones el reto de ubicar la Ciudad de la Justicia en la capital más poblada y contenciosa de las andaluzas.
Los ‘grupos de presión’ tienen la maquinaria engrasada para franquear o bloquear las iniciativas. Miles de personas acuden a diario a las distintas sedes judiciales de Sevilla y no se merecen la pesadilla de aparcar, llegar o saber siquiera dónde tienen que presentarse ya que actual dispersión de jurisdicciones no invita a agilizar una Justicia lenta de por sí.
Lo más sensato será levantar la ‘Ciudad de la Justicia’ sevillana en un lugar accesible, dotarla de medios y recursos que hagan más cercano y rápido distribuir y gestionar la equidad al ciudadano. En Sevilla deben tomar nota de otras capitales españolas para que su Justicia tenga sede única. Y dejar de lado oportunismos, negocios, ombligos personales para que gane el bien común y no el particular.