El año pasado murieron en las cárceles españolas 210 internos, 63 más que en 2017. Lo indica la Dirección General de Instituciones Penitenciarias-Ministerio del Interior respondiendo a una pregunta parlamentaria. De los expresados fallecidos casi un 30% los fueron tras sobredosis o patologías conexas al consumo de sustancias estupefacientes.
La mitad de los fallecidos en los recintos carcelarios lo fueron por causas naturales, según partes de defunción más o menos creíbles pues ese ‘totum revolutum’ da que pensar ante un numero decesos que cabalga año tras año.
Un dato especialmente preocupante sobre los números de muertos en las cárceles son los suicidios en la de Morón. Nada menos que 10 fallecidos contabilizó un establecimiento de máxima seguridad, con módulos especialmente vigilados y que aloja alto número de internos condenados o preventivos por actos terroristas.
La difusión de tales datos, como viene siendo costumbre, alentó a los sindicatos de funcionarios penitenciarios para demandar mayor número de profesionales sanitarios, de vigilancia, más medios y recursos entre un segmento de funcionarios tradicionalmente abandonado por el poder.
Si el pasado 2018 en Morón se suicidaron 10 internos, Instituciones Penitenciarias ha iniciado una investigación para esclarecer el fallecimiento de un reo de 27 años cuyo cadáver ha sido encontrado en el módulo 57 de la Unidad de Cumplimiento de la prisión de Sevilla I donde ingresó el pasado mes de mayo.
Según se ha informado el fallecido, que responde a las iniciales J.G.J., ha sido hallado sin vida en su celda y no se descarta que la causa de la muerte haya sido una sobredosis, si bien se está a la espera que se realice la autopsia en el Instituto Anatómico Forense. Ese mero comunicado es lo que se sabe casi siempre. Se añadió que el reo fallecido entró en la prisión de Sevilla I el pasado 15 de mayo para cumplir una pena de dos años por un delito de tráfico de drogas y por otro de tenencia ilícita de armas. Así lo difundió ELCORREO.
Otra muerte extraña, y poco aclarada, surgió semanas antes en Sevilla-1. Según han informado fuentes penitenciarias, sobre las 7,45 horas del 8 de mayo en el momento de hacer el recuento de los internos, se ha encontrado el cuerpo sin vida de J.M.C., un preso que estaba en un módulo de aislamiento y que iba a ser trasladado a otro centro penitenciario para poder asistir a un juicio pendiente.
El reo fallecido entró por primera vez en prisión en 1986 y tras salir e ingresar varias veces en instituciones penitenciarias por delitos relacionados con el tráfico de drogas, se encontraba actualmente cumpliendo condena de pena privativa de libertad con el primer grado.
Cuando un ser humano es privado de libertad, según nuestra Constitución, sólo tiene esa merma de derechos. Es decir, estar en prisión no entraña renunciar a la honra, a la integridad física, al patrimonio, al trabajo, etc....
La vida debe conservarse dentro del recinto penitenciario. Y la salud debe mantenerse. Llevamos décadas de opacidad y de cierto tabú para saber qué pasa dentro de las cárceles. Si hay heridos, agresiones, muertes, robos, y otros tantos delitos apenas podrían procesarse judicialmente aunque hay magistrados que vigilan especialmente que la ley se cumpla dentro de la cárcel.
Obviamente, la droga es una anestesia para que las cárceles no exploten como lo hicieron antaño por su carencia, por las mafias intracarcelarias, por los intereses que hay fuera para que subsista gente limitada de movimientos.
En La Ranilla, a la entrada rezaba un cartel ‘Odia del delito, compadece al delincuente’. La ahora cárcel demolida parcialmente en honor de la memoria histórica+ donde ahora hay jardines en lugares que antes paseaban cuerpos y mentes sin libertad.
In Fraganti está en condiciones de asegurar que no será la última vez que trate el tema carcelario en esta sección. Fuentes que saben de lo que hablan por conocimiento directo no descartan que Sevilla-1,la nueva Ranilla, explotará antes que Morón y otras cárceles incluso más ‘tranquilas’ de la provincia sevillana. Especialmente, donde predominan más mujeres que hombres. Hace falta más trasparencia de lo que sucede en los lugares donde se supone quien delinque intenta o se trata su regeneración social. Hace falta que se doten de más medios y presupuestos a los lugares donde gente con vida muere más que antes. Y lo del suicidio parece que es un tabú añadido.
Debe señalarse que los datos sobre los muertos en las cárceles salen porque hay un pálpito social de que ‘algo pasa’. Y es muy preocupante que sigamos sin saber muchas cosas o nos engañen con tópicos y lugares comunes sobre qué sucede rejas adentro.