In fraganti

Felipe González, detenido en Sevilla durante 1974

La transición regaló verdades, incógnitas y ejemplos. Pasar de dictadura a democracia evitó más guerras fratricidas. Felipe González fue una clave, aunque surgen preguntas

Juan-Carlos Arias jcdetective /
29 ene 2022 / 04:57 h - Actualizado: 29 ene 2022 / 04:57 h.
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  • Felipe González.
    Felipe González.

El político sevillano tiene un currículum que da envidia a quienes sueñan vivir el poder. Presidió el gobierno español, tras varias mayorías absolutas, desde 1982 hasta 1996. En la clandestinidad del franquismo más agónico fue detenido dos veces. La primera en 1971. Pedro Sánchez, su sucesor monclovita, no había ni nacido.

La detención de González más sonada y discreta, a la vez más extraña, tuvo lugar el Sevilla el 26 de noviembre de 1974. Compartió calabozo policial con el inolvidable periodista de este Correo Juan Holgado Mejías, según Francisco Correal.

Para ponernos en contexto, Felipe González, cuya identidad clandestina era la de ‘Isidoro’ llevaba aún chaquetas de pana. Volvía eufórico del Congreso del PSOE en Suresnes, en las inmediaciones de París. Había derrotado a Rodolfo Llopis y sus huestes de ancianos republicanos que sólo conocieron el gobierno en el exilio.

Una entrevista y muchas llamadas

Holgado acató las órdenes del Director de este periódico decano hispalense, Federico Villagrán. Le pedían entrevistar a ‘Isidoro’. Dicho y hecho Holgado compiló las entrevistas en su dilatada vida profesional en Mejor que el silencio (Editorial Jirones de Azul, 2009). Las de Felipe tienen espacio singular por su valor periodístico.

Los calabozos de La Gavidia que conoció Felipe González apenas supusieron horas en su vida. Salió airoso en horas, la privación de libertad por demócrata sumó enteros en su historial. Dos inspectores de la Brigada Político-Social le abordaron y acompañaron a la Jefatura de Policía en 1974. El Comisario ‘de la Social’ estaba eufórico: Felipe era caza mayor.

Duró poco la alegría policial. Se sucedieron llamadas desde embajadas madrileñas reclamando la inmediata libertad del líder socialista. Pocos días antes departía con líderes y presidentes socialistas europeos: Mitterand, Palme, Brandt, Pertini, Kreisky... También hubo llamadas desde la Dirección General de Seguridad que ordenaban la libertad del detenido. Cuando lo detuvieron, los inspectores actuantes ya pronosticaron que ‘...dentro de poco vamos a tener que pedir trabajo a este hombre...[Felipe]’. Surgen preguntas: ¿era guasa, ironía o eran adivinos?.

González acudió a Suresnes con pasaportes que le entregaron en una cafetería de Santa Engracia, en Madrid, por agentes del SECED (inteligencia del tardofranquismo que mandaba el asesinado en 1973 Almirante Carrero, Presidente del Gobierno) El político sevillano ha recalcado desde entonces:No olvidaremos jamás a Carrero Blanco; de nuestra boca no saldrá una crítica contra el almirante’

Justo de la Cueva, militante socialista pro Llopis, declaró sobre lo ocurrido en Suresnes que ‘el PSOE va donde le diga la CIA a través de Willy Brandt’. El apoyo económico le vino de las Fundación Friedich Ebert del SPD germano con origen en la mismísima CIA. La evidencia se denunció hasta en el Bundestag (Parlamento alemán) según la obra Claves de la Transición (Editorial Península 2013) de Alfredo Grimaldos.

La transición en La Gavidia

Si las paredes de la vetusta jefatura policial hispalense [genera conflictos hasta para derribarse o no] hablaran, muchos emisores de carnets de demócratas temblarían. Si González y Holgado salieron indemnes de sus visitas a los calabozos, no sería el caso de cientos de militantes comunistas, sindicalistas, homosexuales, insumisos y toda clase de ‘subversivos’ al franquismo que fueron apaleados, vejados y torturados allí.

Entre los antifranquistas hubo clases gavidianas. Por ejemplo: a la fallecida Pina López Gay, líder de la Joven Guardia Roja, tras ser detenida muchas veces siempre la recogía, inmaculada, un coche negro del Gobierno Civil. Se lo mandaba su padre, ‘Don Mario’ López, incombustible secretario (1948-1989) de dicho organismo. Sus compañeros de causa, mientras tanto, disfrutaban de la hospitalidad policial. Militantes de Fuerza Nueva detenidos tras destrozar librerías, agredir a los ‘rojos’ y gamberrear lo que pudieron salían por la misma puerta que entraban. La transición sevillana tuvo nidos, nichos, aristas y ‘clases’.

A La Gavidia también fue a parar, como detenido, el que fuera Director de este periódico decano hispalense Federico Villagrán en 1975 por orden del –desaparecido- Juzgado de Orden Público.

El informador había publicado, durante el mes de marzo, varias portadas que delataban el desembarco de miles de soldados norteamericanos en la Base de Rota. Todo ello se vinculaba a una asonada contra la revolución de los claveles portuguesa. El tema aún trae cola. Nos referimos a la fuente del periodista, los intereses que lo detuvieron y el ninguneo que la historia oficial sevillana concede a Villagrán.

Llamadas de periodistas influyentes, autoridades y un largo etcétera de mandamases no evitaron que Villagrán fuera encarcelado posteriormente en La Ranilla. Nadie llamó desde ninguna embajada. Las verdades del periodista quedaron huérfanas por ser harto ‘inconvenientes’.

La transición española es unánimemente alabada por expertos, historiadores y políticos que estuvieron cerca de enterrar demasiado para no repetir una nueva conflagración. Hay quienes la arrancan, el proceso de transición de dictadura a democracia, a finales de 1975 y clausuran cuanto se promulga la Constitución en 1978.

Los más ortodoxos, sin embargo, sitúan su arranque con el asesinato de Carrero en 1973 y la cierran en 1986 cuando Felipe Gonzálezgana’ el referéndum de la OTAN tras repetir ad nauseam su PSOE ‘de entrada, NO’. Grimaldos lo deja claro en su aludida y recomendable obra. Ahí apunta la influencia de la inteligencia norteamericana a los asuntos internos españoles.

Las incógnitas sobre la transición penden sobre la verdad que nos han inculcado. Dormir en calabozos para después hacerlo en La Moncloa tiene mérito. La libertad de los españoles la ganaron muchos más de los que excluyen los sabios oficiales de la historia contemporánea, según qué padrinos ayudan, quién llama a la Policía para liberarte cuando estás detenido y quién da los carnets de demócratas. Por cierto: nadie sabe dónde está esa oficina emisora de dichas credenciales.

Por último, y para evitar malentendidos involuntarios, repetir que Felipe González fue personaje clave en la transición, su charme quedó claro en este complejo proceso político. Sus méritos como sevillano de pro rebasan el que sólo tenga en la Sevilla que le vio nacer una biblioteca a su nombre. Paradójicamente, es alguien que no se une a la autoría de libros. Sevilla le debe mucho al precoz ‘Isidoro’ que agilizó la implantación de libertades tras una dictadura. Medalla de Oro local y provincial más nominar una avenida o el aeropuerto no serían mala idea. Ahí queda eso.

La Gavidia, siglo XXI

La antigua Jefatura de Policía en La Gavidia lleva desde 2004 cercada por la codicia inmobiliaria. Su abandono por la nueva ubicación en Blas Infante generó problemas al órgano de trasparencia municipal, incidencias con ofertas de insolventes ‘revendedores’ de suelo y proyectos para colmatar un lugar estratégico del centro histórico.

La propuesta de 2012 del entonces concejal opositor Juan Espadas al Alcalde Zoido salió airosa con Espadas cuando ya obtuvo la batuta hispalense. Ironías de la historia, sobre los calabozos de La Gavidia se levantará un hotel de 5*, un centro comercial, espacio de coworking (trabajo compartido para emprendedores) y un centro de memoria histórica que nos recordará qué pasó allí no hacen muchos años. El Ayuntamiento recibirá 9 millones de euros. La constructora que lidera el proyecto rehabilitador prevé gastar más de 10 millones comprometiéndose a dignificar una parte de Sevilla que parece reportada al olvido.