Vayamos al grano desde el principio. Marta del Castillo fue asesinada el 24 de enero de 2009 en el interior del nº 78 bajo C de calle León XIII de Sevilla. Tenía 17 años entonces. La Justicia, años después, sentenció al que fuera su novio, Miguel Carcaño. Junto al mismo, el apodado ‘El Cuco’ fue otro condenado tras la perenne ausencia de la desafortunada Marta.

Este 24 de enero se cumplen 10 años de un crimen, digámoslo a las claras. Falta, entre otras incógnitas del caso, el cuerpo de la víctima. Nadie sabe dónde está, aunque conocimos versiones mil de quienes fueran amigos de la joven. Aquellas personas, que cualquiera tildaría de ‘malas compañías’, no estuvieron a la altura del sentido común o de la rabia, indignación y rechazo popular que registró que falte Marta entre los mortales.

Hay muchas claves en este asunto, a las que se suman lo que podríamos llamar ‘incidencias’, por usar buenas palabras. Algunas alcanzarían al correcto funcionamiento de nuestro sistema legal y la conducta profesional de algunas autoridades. Unos y otros abrieron una gran incógnita de nuestra historia criminal aún no resuelta. Se abre paso, entre tanta tiniebla, la desazón por no cerrar un caso que parece resuelto sin el cadáver de Marta.

Una tarde Marta salió de su casa. Está en Barrriada de Tartessos sevillana. [Desde 2017 los jardines de la colindante Plaza de los Juegos honran la memoria de Marta con su nombre]. Pero Marta nunca volvió a su casa, al hogar de sus padres -Antonio y Eva- y sus dos hermanas menores, ahora con 21 y 23 años respectivamente. Su familia está huérfana de mucho más.

Al día siguiente un vecino aseguró haberla visto, la misma noche de su desaparición, en compás de espera en el portal de su casa. En los días posteriores a la ausencia, la policía decidió tomar declaración a familiares y amigos de Marta, mientras que los suyos -su familia al completo- iniciaron una campaña para encontrar a la joven.

A los pocos días se recibieron llamadas que afirmaban haber visto, presuntamente, a Marta en Jerez de la Frontera y en Cádiz capital. Las redes sociales jugaron un papel esencial para iniciar movilizaciones populares y manifestaciones. El interés mediático por el paradero de Marta ha sido proporcional a no encontrar su cuerpo y darle digna sepultura. ​

El 29 de enero, cinco días después de la desaparición, el juez de Instrucción número 4 de Sevilla decretó el secreto de las actuaciones de un sumario repleto de folios y soportes digitales con informes oficiales, testimonios de toda clase y dictámenes periciales. El protagonismo de los familiares de Marta, especialmente de sus padres, cobró particular interés y quienes aún se preocuparon –indignados- por el devenir del caso.

Miles de personas salieron a la calle reclamando el regreso de la joven. Una eficaz campaña, ‘Todos somos Marta’, acumuló muchos más apoyos a la causa. Demandaron mayor y mejor investigación de este crudo caso criminal. A diez años de abrirse interrogantes, no se cerró una mayoría.

El 13 de febrero de 2009 efectivos policiales detienen a Miguel Carcaño y a otras 5 personas más, todas –supuestamente- relacionadas con la desaparición de Marta. Miguel Carcaño fue condenado a 21 años y 3 meses de cárcel. Un día después Carcaño, de 20 años, confesó el asesinato de Marta. Dijo arrojar el cuerpo al Guadalquivir. Otro detenido como cómplice, Samuel Benítez Pérez, se encargaría de deshacerse del cadáver.

Junto a ellos dos también se detuvo a un amigo de los dos acusados, Javier García Marín, ‘El Cuco’ (menor) y a Francisco Javier Delgado Moreno. Una posterior imputación recayó en su novia, María García Mendaro. La que fuera novia de Carcaño, residente en Camas (Sevilla) se vinculó al sumario igualmente.

Carcaño cambió su declaración el 17 de marzo. Señaló a ‘El Cuco’ como asesino. El escenario criminal se situaba sobre intento de abuso sexual de Marta tras amenazarla con arma blanca. ‘Cuco’ la estrangularía y tiraría el cuerpo a un basurero. Al nuevo contexto se añadía el dato que el padre de la novia de Carcaño trabajó en un crematorio. Más leña al turbio fuego.

El 22 de noviembre de 2011 la Policía Científica confirma que hay sangre de Marta en una prenda de Carcaño. En un esparadrapo, también, se aloja perfil genético de Carcaño y María García. En un cable se desvela que hay ADN de Francisco Javier Delgado y María García. Este objeto se habría usado para matar a Marta.

Los acusados, cómplices y testigos cambiaron de testimonios en más ocasiones, aconsejados por sus defensas legales o no. Esa táctica es habitual en casos criminales donde interesa crear y exagerar dudas que exculpen o confundan las entendederas de policías e instructores judiciales.

Por ésta razón, parte de los encartados cambiaron -en numerosas ocasiones- su testimonio de dónde se encontraría el cuerpo de Marta. Hallarlo incrementa la carga penal. Daba igual si estaba en algún tramo del Guadalquivir a su paso por Sevilla y alrededores, un vertedero de Camas o una finca (Majaloba) de dicha provincia. La única verdad es que el cuerpo de Marta sigue en ‘paradero desconocido’ usando la literatura judicial del sumario. Carcaño, debe recordarse, ofreció hasta 9 versiones de los hechos.

Para nuestra Justicia sólo tres personas sabrían el paradero del cadáver. Hablamos de Carcaño, ‘El Cuco’, y de una tercera persona anónima, pues se desconoce su identidad. Un misterio aún no desvelado. Así reza la sentencia del caso. El proceso judicial se colmató de mentiras y versiones de los acusados que perviven o desmiente el paso del tiempo.

La verdad judicial considera, no obstante, a Miguel Carcaño asesino confeso de Marta del Castillo. Le golpeó en la cabeza con un cenicero en un inmueble de c/ León XIII. La Audiencia exculpó a Samuel Benítez, a Francisco Javier Delgado y a su pareja María García. Sobre los tres pesaban cargos de encubrimiento.

En febrero de 2013 el Tribunal Supremo corrigió el fallo de la Audiencia y aumentó en 15 meses la pena de cárcel que recayó en Carcaño. El Alto Tribunal acoge que la vista en la Audiencia sevillana se celebró bajo gran presión social y de la prensa. La decisión judicial relata las últimas horas de vida de Marta con más o menos acierto ya que ha sido ampliamente cuestionada por la familia de Marta.

Si repasamos lo publicado del ‘Caso Marta del Castillo’ vemos que Sevilla centra andanzas de personajes poco recomendables. Los antaño amigos de la infortunada adolescente tenían relaciones y actuaban al compás del tiempo que vivían intensamente. El dicho popular no aboga por el crimen perfecto, más por la investigación imperfecta. Es difícil, en suma, escapar al peso de la ley y la lupa policial. Pero aquí hay mucha tela que cortar.

El mediático padre de Marta, Antonio del Castillo, tras conocer la sentencia sobre el caso que mató a su hija, no oculta su indignación: ‘Hay cientos de lagunas. Con mi hija se hizo injusticia, no justicia’. Añade que ‘La verdad sólo la conocen quienes estuvieron allí presentes. Miguel [Carcaño] no es el único culpable.....’.

Desde un primer momento el Sr. del Castillo se ha mostrado beligerante con las versiones oficiales que vinieron ofreciendo los estamentos y organismos implicados en la averiguación del paradero de Marta. Y llevará legítima razón sencillamente porque su cuerpo no ha aparecido. Han fallado muchas cosas en este asunto que revela grietas e intereses que concurren en cualquier caso criminal mediático y que causa esa ‘alarma social’ que firmemente rechazan políticos y oportunistas con cargo.

Buscar a Marta, según fuentes oficiales, costó millones de euros si sumamos horas, sueldos, dietas de profesionales y gastos en medios técnicos. El contribuyente tiene derecho a preguntarse qué ha solucionado tanto gasto. Quienes conocen las entretelas de búsquedas fluviales de Marta no niegan que al sacar restos del lecho del Guadalquivir salieron muchas cosas que no se buscaban y que podrían explicar lo inexplicable.

Cuestionar por parte de familiares de Marta a los que intentaron encontrarla hasta donde pudieron sus facultades, medios y profesionales ha destapado el típico conflicto entre sectores de nuestras fuerzas policiales y las distintas opiniones que entre fiscales y jueces alberga toda investigación.

Un testigo ‘infiltrado’ logró reveladoras palabras de ‘El Cuco’ y su madre. El tribunal no aceptó como prueba la grabación porque eran ajenas al sumario oficial. Se trató, el ‘infiltrado’, de un ciudadano anónimo que tenía una hija de edad similar a la de Marta. La polémica rodeó a este personaje. Al cabo, como no apareció el cuerpo de la joven ni se ha desvelado nada no sabido, forma parte del cajón de sastre ‘exótico’ del caso.

La verdad judicial no responde a lo que sucedió dentro de esa casa’repite el padre de Marta. Carcaño le repitió en la cárcel donde penaba lo que dijo a la Policía Nacional en su última versión, que el juez no creyó. El preso le explicó que él y Francisco Javier Delgado discutieron delante de Marta porque Carcaño se gastó un dinero en videojuegos y una moto, en vez de pagar una hipoteca.

El reproche subió de tono y los dos pelearon violentamente. Según la enésima versión de Carcaño al padre de Marta, ella intentó aplacarlos pero la golpearían en la cabeza con una pistola. Luego habría llegado ‘El Cuco’ quien, bajo amenaza, ayudó a trasladar el cadáver.

Otra versión, sin embargo, explica la muerte de Marta tras golpearle un cenicero cuando su novio estaba con otra chica y fue descubierto por ella en el piso de calle león XIII. Aquella tarde fue la última para una sevillana que estuvo en el lugar inadecuado en el momento inoportuno.

Los ‘sabelotodos’ que acudieron a este caso para obtener cuota mediática aportan más versiones, algunas peregrinas. Pero claro queda que la Justicia ni la Policía trabajan para ajustar sus resultados a la medida o decidir ‘a la cara’. El debate de dónde está Marta culminará cuando se encuentre, no da espacio a cuestiones más próximas al morbo popular u otros intereses.

Rognac, sur de Francia, suburbio de Marsella. Allí, escondido de cualquier ojo que los escruten, viven ‘El Cuco’ y su amigo Samuel. A casi 1500 kilómetros de Sevilla se encuentra el actual escondite de estos dos sevillanos marcados por un caso ‘abierto’ aunque concluso judicialmente.

Según la primicia de Marcos Moreno (El español), el ‘Cuco’ llegó hasta Rognac hace unos tres años. El absuelto Samuel Benítez llegó antes. Ambos, en su aventura gala hacen lo que pueden para sobrevivir.

Los dos amigos ya no lo son tanto, acorde a testimonios periodísticos de sus actuales andanzas. Su estadía al sur francés fue desvelada por el padre de Marta en las redes cuando intentaban rehacer sus vidas lejos de la ciudad que les vió nacer. El progenitor de Marta es uno de los que no da por cerrado el caso y perseguirá cualquier dato que se vincule al desafortunado final de su hija. Nadie lo dudaría pues en las redes sociales dirige su dedo hacia cualquier dato o detalle que no le guste. Hasta hace gala de sus actuales preferencias políticas privadas que se decantan por un partido ultraderechista que rechaza normas y protección pro mujeres maltratadas.

Toda familia que pierde un ser querido violentamente adopta varias conductas. Resignación y subordinación al ‘dogma’ que proviene de la Policía y Justicia es una. Otra se centra en respetar, algo difícil, la fe en la verdad que averiguaron otros facultados y habilitados para ello. Una última conducta podría situarse en compensar la pérdida con nueva vida sin olvidar al ser querido o lamentarse con un luto patológico que acusa de por vida lo inmerecido.

No sabemos, con exactitud, cuál es la postura de los familiares de Marta habida cuenta del fiasco de encontrarla y de las diferentes estrategias que ha verbalizado fundamentalmente su progenitor. La combativa actitud que ha cuestionado lo cuestionable dio frutos relativos. Estar cerca de periodistas, policías, jueces y opinar sobre todo durante tantos años ha mezclado la reivindicación y relativizado lo mejor de nuestras autoridades.

El ‘Caso Marta del Castillo’ ha conocido diversos juzgadores, profesionales de la Policía y Guardia Civil, técnicos de élite y si no apareció el cuerpo es porque algo ha fallado. Por esa brecha ha levantado la liebre al padre de Marta aprovechando para dar su versión con el único afán de ayudarla a darle dignidad a su hija, ya que no sabe dónde yace.

Otros casos como el de Marta han tenido cerca a otros padres que comparten el dolor de su familia. Los políticos atienden en sus despachos a quienes más levantan su voz con el exclusivo propósito de satisfacer las reivindicaciones, pero claro queda que las buenas palabras y las fotos ante los medios no son suficientes. Por lo que percibimos de este caso.

La verdadera incógnita es, tras diez años, dónde está Marta del Castillo. Nos preguntamos quién o quiénes acabaron con su vida y si la Justicia ha difundido unas verdades acordes a la realidad o ha dejado en la mente humana, que admite fallos, emociones y patologías, una decisión terrenal muy cuestionada desde el corazón familiar. Lo más sensato en pensar que todo se ha intentado hacer bien.