In fraganti

Historia de Lourdes: La sevillana que nació en Madrid sin padre

Hay quien cuenta historias increíbles. Pero son verdad, como las incógnitas que arrastran. Una alcalareña luchadora busca a su padre y hermanos en un laberinto

Juan-Carlos Arias jcdetective /
12 sep 2020 / 04:00 h - Actualizado: 12 sep 2020 / 04:00 h.
"In fraganti"
  • Historia de Lourdes: La sevillana que nació en Madrid sin padre

Lourdes Serrano de la Cámara es vecina de Alcalá de Guadaira, donde creció y estudió. Es una mujer a la que no intimidan las adversidades; al revés, le retan. Está orgullosa del trabajo, de su pareja y familia, de su fallecida madre y dos hermanas. Con ellas sólo comparte madre. La vida –en general- le trata bien......

Todo eso ocurre hasta que nombramos a su padre: No lo tiene oficialmente. Pero se llama ‘Carlos’, como rezan sus partidas de nacimiento y bautismal. De haberlo tenido delante alguna vez, le preguntaría mucho. ¿Pero podrá?... Lourdes, y expertos en la materia, sospechan que el nombre de su padre es ficticio. ‘Carlos’ se explica sólo para cumplimentar una formalidad burócrata.

Desde que conoció el mundo Lourdes, su madre –dicen- es otra. Antes del parto era una modista resuelta en el Madrid del desarrollismo, de los sesenta del SXX. Logró hueco en la nutrida oferta de modistas ‘freelancers’ con taller propio. Arribó allí desde un pueblo burgalés, Saldaña; donde el futuro poco deparaba para una joven con inquietudes y ganas de triunfar.

María Esther [durante el franquismo, inexplicablemente, los nombres hebreos se cristianizaban añadiéndose ‘María’ para inscribirlos en Registro Civil, la madre de Lourdes, era una dama, además, de buen ver y simpática. Se echó novio bien trajeado, educado, de finos modales.... Y vivieron la relación acorde a los cánones moralistas de entonces. Recato total.

Ocurrió que, a los meses de verse la pareja, María Esther queda embarazada de su amado. Ahí surge otra mujer. Aunque -con los años- contrajo matrimonio y tuvo dos hijas más, sufrió el estigma de ser ‘madre-soltera’ en una época donde parir era exclusivo de esposas, casadas y siempre ante el altar. El progenitor, el novio educado, huyó; se alejó del embarazo quizá instigado por su ‘buena familia’. No querría emparentar con una costurera de provincias en un Madrid rancio, influido por el poder eclesial y militar.

La clínica de los horrores

Las últimas semanas del embarazo de María Esther fueron acogidas en la ‘Casa de salud’ y ‘Escuela de matronas’ Santa Cristina, c/ O’Donnell 55 de Madrid. Entonces, tenía una espaciosa residencia para parturientas. Hasta principios de los ochenta, Santa Cristina era un centro atípico del circuito hospitalario madrileño. Hoy es un Hospital Universitario del SERMAS (equivalente al SAS en la Comunidad de Madrid). Pero su pasado se enturbia con bastantes tejemanejes, por usar un eufemismo.

La soledad de María Esther es imaginable. La veinteañera parió sin novedad, celebró bautizo íntimo a los dos días de ser madre. Santa Cristina, durante aquellos días, fue también un frenético lugar intercambio de bebés previo pago por parejas estériles. La cajera del tinglado apunta que sería una monja, Sor María; su jefe un Ginecólogo, Dr. Eduardo Vela, ambos recientemente fallecidos en la más clamorosa impunidad por un cambalache que pone los pelos de punta.

Muchas imputaciones decayeron con sus respectivas muertes, extensivas a otros cómplices del negocio. En los bajos de esa ‘casa de salud’, para justificar la supuesta muerte de bebés en el parto –aunque vendidos a priori-, disponían de un feto congelado. Con él ilustraban a las parturientas el deceso. La vileza del trapicheo se vestía, además, con falsedades escritas, sellos, números....

Lo de los bebés robados parece una película, con guion de maldad, y con triplete: madres engañadas y vulnerables, religiosas que nadie sabe qué y a quién rezan y médicos o enfermeras que ven billetes sólo; carecen del mínimo escrúpulo exigible.

El resto de papeles lo interpretan la hipocresía social, la opacidad y suerte que distingue a lo malvado más esa soberbia del dinero. La que sólo compra lo que tiene precio. La felicidad, sonrisas, amistad, solidaridad o la salud no juegan en esas ligas, estimados lectores y lectoras.

La asociación, el bufete y los detectives

Una maldad sobre abogados ‘picapleitos’ dice que viven de necios y porfiados. Una máxima entre investigadores privados repite que sólo se halla lo que hay, aunque en esta ocasión no ha sido el caso. La porfía de Lourdes no busca un milagro. El empeño de la mujer-coraje es encontrar un padre que necesariamente tuvo que existir. La biología lo explica fácilmente. La lógica de lo humano es así.

Lourdes mira y remira su partida de nacimiento y bautismal. Y ve que el renglón de padre repite a un ‘Carlos’, sin apellidos, edad, padres, señas, oficio, etc.... Su tarea es rellenar esos renglones vacíos en tales documentos. Decidió buscar al padre biológico. Su afán se dirigió hasta diferentes organismos. Su colaboración como miembro y socia en la Asociación Sevilla Bebés Robados/ASBR encontró alivio para compartir lucha.

Los incansables Carmen Lorente y Alfonso Cárdenas y de otros miembros de la asociación siguen con búsquedas de hijos/as, padres, madres y hermanos/as afanosamente, donde sea.

Entre otros Letrados que defienden causas de ASBR destaca la encomiable labor de Juan de Dios Ramírez Sarrión. Dirige un reputado gabinete jurídico que opera demandas y denuncias sobre ‘bebés robados’.

Además, en ASBR comparten experiencias, casi todos los domingos, entre las 11:30 y las 13:30 en Plaza de San Francisco. Un día por semana se ven, socios e interesasdos/as en Centro Cívico Los Carteros.

En Sevilla, los hospitales de Virgen del Rocío y Macarena, Cinco Llagas (hoy sede del Parlamento de Andalucía) y Centro Provincial Infantil (antigua Casa Cuna) centran los 129 expedientes que inició la Fiscalía provincial y desde 2011 sobre diferentes tramas de bebés robados.

Ese triste dato dimensiona un problema que generó distintas exhumaciones y hasta una proposición de Ley al Congreso de los Diputados el pasado marzo. La instan varios partidos con embajada parlamentaria.

Pero el tesón de Lourdes Serrano no ceja. Entendió que el trabajo de un detective con licencia sería una herramienta esencial para su noble empeño. Contrató al equipo de ADAS Detectives para saber más de ‘Carlos’.

El olfato investigador hizo lo que pudo. Entre los Registros Civiles de Sevilla y de Madrid se llegó hasta la ‘declaración de nacimiento’ del Hospital de Santa Cristina que ocultaba la identidad paternal de Lourdes. No había nada más. Se ocultó deliberadamente a priori ese dato. Lo dicho: si no hay, no hay.

En la Archidiócesis de Madrid, el archivero de la Vicaría General fue tan amable como intrigado por ‘otro pecado’ en Santa Cristina. Por privarse de datos paternales la partida sacramental. La bondad del sacerdote emergía de su moral. No se obró aquí el milagro de esclarecer una identidad. Los detectives sólo encontraron buenas palabras entre legajos canónicos.

Pero parece imperativo, lógico al menos, bautizar a un bebé con padre, con velas encendidas, luciendo chaqueta y corbata tan señalado día bautismal. La ceremonia bautismal de Lourdes la imaginamos muy rápida y sin padre. Tuvo lugar en la capilla del hospital. La iglesia, al cabo, lo bendice casi todo. Hasta las cruzadas anticomunistas del SXX, en aquella España que fue Reserva Espiritual de Occidente.

Los detectives sevillanos no cejaron en su empeño matritense. Acudieron también al Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Allí, las largas de una funcionaria veterana remitían al Hospital de Santa Cristina. La vigente autonomía madrileña heredó la antigua Diputación de Madrid. Y ‘Santa Cristina’ es ’Santa Cristina’, repetía la archivera con cierto retintín.

Los investigadores recomendaron, por no estar legitimados, usar un último cartucho a Lourdes. La nacida en dicho Hospital era únicamente quien podía pedir su ‘hoja de parto’ tras aconsejarlo así diversos empleados del SERMAS destinados en Santa Cristina. Solo a quien tenga el derecho y legitimidad documentada pueden dar esa información clínica. Muchas normas restringen la publicidad, datos personales, etc...

La flauta de la verdad podría sonar con la identidad completa de ‘Carlos’. En ese Hospital las alertas y cautelas están altas. Registran incontables reclamos como el de Lourdes. A raíz del escándalo de Sor María–Dr. Vela.

Lourdes, sin embargo, tramitó según procedimiento administrativo: anexó su NIF, certificado de defunción de su madre, testamento declarándola heredera; acreditó, en suma, su evidente legitimidad.

La respuesta fue rápida, pero con la esperada carencia. El documento copia estrictamente datos clínicos del proceso del parto. Carece de datos sobre el padre, aunque hay espacio para ello. Lourdes, gracias al consejo de los sabuesos, sabe muchas más cosas de ella misma en sus primeros minutos de vida. Tal avance fortifica su lucha buscando a su padre.

La ayuda de la ciencia

Nuestro personaje, nuestra mujer-coraje, no desfallece. Su honrosa causa ha recibido muchos ‘no’. Pero los héroes son los que dicen sí ante la negativa general. Si ahora es posible ocultar por la madre la identidad del progenitor, en los sesenta era una opacidad hiriente cuando los hijos tenían siempre padre y madre, como Dios manda. Ahora el derecho femenino de ocultar al padre sólo se discute por demandas de filiación en juzgados. Las madres-solteras, hoy por hoy, no son estigmatizadas socialmente.

La lucha de Lourdes se acerca ahora a los eslabones del genoma humano. Hablamos de genes en cromosomas que interpretan el material genético y se arrima más al ADN, ácido nucleico que alberga mandatos genéticos que usan para crecer y funcionar los organismos y los virus. Este ácido, y ahí está el quid, es responsable de la transmisión hereditaria.

Contempla, Lourdes, encontrar a posibles hermanos biológicos entre distintas bases de datos de ADN. Hay coincidencias que se dan en las cadenas de los progenitores, ascendientes y descendientes. Como le advirtieron los detectives, encontrar a su padre vivo es complejo por la edad que pudiera tener.

El óbito es un parámetro a considerar. Su padre, al consumar ‘esconderse’, tuvo éxito desde el día y hora que se decidió a tan cuestionable empeño. Si tuvo descendencia, el ADN puede ser el nuevo detective que lo encuentre en sus hijos, si los tuviere.

Otro asunto que suelen encontrar personas como Lourdes de tener éxito, es que la biología sea el único nexo fraternal o paternal. Las desgraciadas historias que generan los bebés robados, vendidos o usurpados a sus madres les alejan de su cariño hasta otros destinos que la vida, y el nuevo afecto, consolidan.

Padres y hermanos biológicos más veces que menos no quieren saber nada de nuevos hermanos o progenitores verdaderos sobre los conocidos. Las excepciones en este campo son apreciables. Pero la verdad es la verdad.

Lourdes retoma, pues, su batalla con paso firme. No dejará escapar oportunidades de lograr su meta sin caer en la obsesión, el patógeno de la ira o por el mal proceder de su progenitor y/o su familia. Su empuje y ganas de plasmar la verdad son sus mejores aliados. ¡La sevillana que nació en Madrid tiene padre y más hermanos! Su determinación de encontrarlos es obvia. Y tiene quien escriba por tan justa causa.