‘Engañar al seguro es deporte nacional’. Así de cruda es la frase que una vez oí a un directivo de aseguradora. El hombre llevaba cierta razón pues, en la década de los ochenta del pasado siglo, estas empresas que prometen en papel indemnizar por un siniestro tenían códigos operativos muy diferentes a los implantados con el siglo XXI.

Lo que sí es cierto es que ICEA, ente que investiga el fraude al seguro financiada por su patronal, recalca que las consecuencias del fraude nos perjudican a todos pues suben las primas en función de la siniestralidad.

Los sevillanos son muy ingeniosos para el dinero fácil que proporciona una indemnización de aseguradora. Las estadísticas de ICEA no sitúan a la capital de la Giralda liderando números, pero las historias personales que conocen abogados, tramitadores, peritos y detectives como más cercanos vigías del fraude superan cualquier ficción. Detallaremos algunas:

Un cirujano plástico a 15 años de jubilarse, en trámites de divorcio y que no logró cargo que pretendía en la sanidad pública con clínica privada ‘incompatible’ abierta, concertó numerosas pólizas de accidentes, indemnización por incapacidad temporal, de vida, por cese de actividad, etc... Contrató sumas millonarias....

A los pocos meses se amputó un dedo de su mano hábil. Declaró en su hospital que se lo pilló una puerta del quirófano. Logró jubilarse anticipadamente e indemnizaciones millonarias. Un detective le pilló ‘trabajando’ en la clínica de un colega meses después de la auto-amputación. Una de las aseguradoras no le pagó un céntimo pues el lucro cesante que reclamaba por su ‘depresión’ tras el accidente laboral era ficticio. El tipo no declaró al fisco nada de sus operaciones privadas.

Otra historia la centran unos empresarios levantinos que movieron millones de euros en mercancías aprovechando bajos precios alquilando una nave de un polígono sevillano. El seguro cubrió material ‘no vendido’ desde la fábrica originaria. Semanas después un incendio acabó con todo. El fiasco fue que un empleado de confianza del dueño de la mercancía se desplazó hasta Sevilla y se registró en un hotel horas después de iniciarse el fuego.

Entre accidentados hay una picaresca para exagerar lesiones o dolores y dramatizar sobre secuelas que hacen a médicos y detectives expertos en patologías difíciles de refutar. Qué decir de los ‘partes amistosos’ de accidentes viales no fieles a la realidad. Hay expertos y hasta ‘profesionales’ de lograr reparaciones gratis, pintar autos y cobrar lo que sea menester bajo el guión del engaño. En este ramo asegurador, por ejemplo, el intento de estafa más habitual son las reclamaciones desproporcionadas. En concreto, el año pasado esto ocurrió en un 38,5% de fraudes analizados, según ICEA.

El tipo de fraude que se intenta cometer también varía en función del seguro. Entre las pólizas de diversos (categoría que engloba los seguros multirriesgos), lo más frecuente son los siniestros simulados (28,1%). Los intentos de estafa en seguros personales (vida, accidentes o salud) suelen conllevar la ocultación de lesiones o daños preexistentes en un 52,2% de los casos. En la categoría ‘Otros’ destacan las reclamaciones desproporcionadas (46,2%), que son las que deben filtrar peritos y tramitadores e investigan fundamentalmente detectives y médicos expertos en analizar fraudes.

En tema de fraude al seguro también debemos contemplar un equilibrio entre la picaresca que suele tener el asegurado con las pautas y técnicas que siguen las aseguradoras para no pagar lo que prometen bajo contrato en caso de siniestro. El catálogo de obstáculos para obtener una rápida y justa indemnización es infinito por parte de quien tiene derecho a ello. Si bien en pequeñas sumas no suelen registrarse problemas cuanto toca pagar miles de euros a la aseguradora se discute todo desde el primer momento. No podemos hablar que hay engaño y falta de información para combatir el mismo fraude, pero falta muy poco.

Por éstas circunstancias, conviene que las pólizas sean concertadas por el cliente a través de alguna correduría autorizada pues el intermediario. De otro lado, no debemos descartar que el fraude es un fenómeno que llegó para quedarse, y existe. Los más desvergonzados juegan con que las aseguradoras raramente denuncian penalmente las estafas que sufren pues la gestión del siniestro está sujeta a plazos para aprobar o rechazar pagos, acorde a normativa vigente.