El pasado noviembre de 2019 #Infraganti publicó la peor versión de foros que comparten presencialmente los vecinos de cualquier bloque, urbanización o conjunto de viviendas. Miles de lecturas avalaron el interés que hay sobre este tema. Entonces, se añadió la versión delictiva que, la verdad, es epidérmica. Eso sí, se retrató a los personajes-tipo de la juntas de propietarios.
Tales personajes persisten (presidente/a perpetuo, administrador trincón y el/la negativo/a) siendo el capítulo ‘ruegos y preguntas’ donde cabe una enciclopedia y la honra de cualquier copropietario/a corre riesgo de relativizarse.)
Un libro, una profesión (Administrador)
El asunto de las juntas de propietarios admite prismas. El papel del Administrador profesional, y obligadamente colegiado, surge. En tales foros su estatus debe ser conciliador y garantista. No trasgresor de normas o que curta su paciencia a base de gritos o desaires que suelen vomitarse en reuniones. El verbo a conjugar sería unificar sobre el de fragmentar.
Hay muchos intereses en las comunidades de propietarios. Uno de ellos es el dinero que manejan. No suele haber conciencia de trasparencia las más de las veces. La opacidad persigue a muchos cargos comunitarios. Las anécdotas ya tienen hasta libro. Vecino de guardia (Algaida, 2016), es prueba de ello. Lo firman Javier Ronda y Marián Campra, con viñetas de Jesús Zulet. El humor riega una obra de la que recomendamos su lectura.
La obra tiene nueve capítulos. Encontramos ahí tipología vecinal. También, sucedidos que, según surgen, serían anecdóticos o entrañan un grave problema que exige solución, no debates infinitos. El libro recoge inclusive notas que dejan ciertos vecinos en ascensores e incontables anécdotas que atesoran juntas donde las mentes más calenturientas hacen de las suyas.
Los más de 16.000 administradores españoles suelen tener un rol de encuentro y profesionalidad. La tentación de corruptelas está ahí. Inclusive añadimos que los hay en la cárcel por traspasar las líneas del Código Penal. Ser ecuánime ante un conflicto judicial, obras relevantes, imponer la sensatez ante derramas o moderar debates que tendrían origen en traumas personales, infamias, agravios, y mayorías que aplastan o minorías con derechos serían el papel adecuado de estos profesionales.

Paroxismo sevillano
En los últimos años surgieron al autor de estas líneas hechos dignos de compartirse. Además, hubo llamadas y mensajes para que se profundizara en el tema de las comunidades. No defraudaremos, esperamos, a los gentiles comunicantes.
Relatamos hace años el ‘trinque’ compartido en una comunidad de 8 vecinos de una abogada y administradora profesional. Ahora están ‘desaparecidas’; la miseria robada se perdonó. No es tema de género, ni machismo comunitario. Fu una auditoría la que probó cómo dos ‘listas’ no pagaban cuotas años y años. Hurtaban de las derramas que vendían con labia seductora y urgencias. Pero las pillaron en la miseria más reprobable.
En una comunidad de 10 vecinos un vecino conflictivo, que se negaba a cualquier propuesta de mejora, obra y hacía hoguera hasta de lo más frío, un nuevo Presidente constata en el Registro de la Propiedad que este individuo no es propietario. La herencia yacente, pues vive como okupa, se la discuten en juzgados sus hermanos. A estos no les pagó un céntimo por bienes hurtados a otros herederos forzosos. Desde que el Presidente le suspendió el voto y compartió la situación alegal del tipo ha ‘desaparecido’.
Otro caso más escandaloso. En una comunidad de casi 300 inmuebles una sociedad opera y posee la mayoría de viviendas, dedicadas al alquiler temporal. Una sociedad, que también administra el bloque, no diferencia facturas propias con las comunitarias, ni los insólitos gastos de sus cargos, ni las exageradas facturas por obras que siempre hacen amiguetes.
Un copropietario descubre que el Presidente de la Comunidad es hermano del propietario de la sociedad, pero carece de titularidad de pisos. Es decir, su legitimidad es ‘nula’. Ocurre que conocida la verdad, el individuo dimitió ipso-facto. Es más, enfila el camino de los juzgados pues el mangoneo es de muchos miles de euros y la Comunidad la dejó en bancarrota.
Los pisos con conflictos de okupas, herederos, divorciados, son dueños entidades bancarias o presa de conflictos judiciales son también objeto de debate en las juntas de propietarios. La palabra rapiña aparece rápido ante el lío más en redado. Y los más espabilados son quienes sacan tajada del percance.
Conflictos más comunes
1- Ruidos molestos. Se calcula que un 20% de las quejas vecinales tiene dicha causa. En horas de sueño, siesta, períodos vacacionales o fines de semana los ruidos por obra, niños, música a elevado volumen, sexo salvaje, gritos, peleas son el guion que explica conflictos vecinales. Aunque hay Ordenanzas municipales con límites en decibelios admisibles, los ruidos más nocivos deben de reclamarse vía judicial con peritos privados.
2- Espacios comunes. El uso o disfrute de espacios comunitarios en azoteas, garajes, pasillos o elementos comunitarios llegó para los que con la caradura se vienen arriba. El respeto y el acuerdo deben ser la lógica para solventar las disputas.
3. Actividades no consentidas. Aunque las normas municipales sobre molestias son vagas y difíciles de procesar por la autoridad, establecer sin permiso comunitario despachos, negocios de la economía sumergida, prostitución, narco-pisos, genera conflictos mil. Hay veces donde es la Comunidad la que chantajea al legítimo derecho al trabajo y libertad de empresa. El Caso Farmamir es un ejemplo de ello por la desvergüenza de cargos comunitarios.
4- Impagos, obras mil y derramas. Los morosos son un cáncer. Con excusas peregrinas, o la ‘jeta’ de bancos para impagar cuotas lo impiden todo. Obras prescindibles o derramas con sobrecostes también generan conflictos y disparates. Llevar a juzgados las deudas también oficia más derramas y alegrías, para letrados y procuradores ‘de trámite’, que a veces retornan.
5- Niños y mascotas. Fuera de ruidos y molestias que siempre molestan a los mismos, menores y animales domésticos centran focos de conflictos. Espacios comunes o travesuras infantiles encarnan las diferencias entre la jubilación o tercera edad sobre parejas jóvenes felices con hijos.
6- La seguridad. Hurtos, apropiaciones, vandalismo, sabotajes o robos tras acceso a espacios comunes generan algo más que discusiones. La mesura y el bien común deben prevalecer ante el más descarnado conflicto.
Código de buenas prácticas
En el contexto de las comunidades de propietarios y sus foros conviene mantener el tipo, no perder dignidad, derechos o descender al patio vecinal que a veces augura un careo con el vecindario. Por esta razón regalamos a los lectores unas sugerencias que, con toda seguridad, alivian la hemorragia del disenso o disputas entre vecinos llamados al entendimiento:
A) Puntualidad. Conviene, por respeto al resto de copropietarios llegar a la segunda convocatoria de Junta
B) Modales: Hacer gala del saludo con sonrisa, estrechar manos, besos de respeto es lo que debe prevalecer sobre insultos y descalificaciones
C) Participación: Sobre lo airado conviene la mesura, la escucha. Sobre silencio suma lo constructiva. Cuando no hay nada que objetar, lo mejor es refrendar. Si hay que aportar, mejor hacerlo sintéticamente y sobre el interés común, nunca sobre la conveniencia particular
D) Respetar: Los turnos de palabra, las pautas del moderador (Presidente/a y/o Administrador/a) y el sosiego debe ser lo acostumbrado. Respetar la palabra ajena y saber escuchar aporta más. Gritos y descalificaciones deben ser historia en los cónclaves.