Pocos sevillanos saben de la utilidad social del Registro Civil. Ubicado en los bajos y primera planta en la zona judicial del Edificio Viapol es un organismo, adscrito a la Consejería de Justicia, gestionado y dirigido por servidores públicos. El Magistrado Óscar Rey Muñoz es su actual titular, desde hace seis meses. Sucedió a Eugenio Pradilla Gordillo que estuvo en el cargo durante varios lustros logrando una tasa de efectividad relevante ya que ahora muchos certificados registrales se logran en el momento.
La Letrada de la Administración de Justicia (LAJ, antiguos secretarios judiciales) Mª Victoria Navarro López es la fedataria y supervisora de la legalidad que garantiza éste órgano. La plantilla del Registro Civil es de 41 personas. Todos y todas comparten un espíritu de servicio inusual en otras dependencias de la administración cuyo proceder es más burócrata.
El Registro Civil constata, inscribe y certifica los nacimientos, bodas -y divorcios- más las defunciones. Según dejó escrito Pradilla ‘es la esencia del servicio público en la administración de justicia con los derechos constitucionales’. Como funciona muy bien, es ágil y son gratuitos todos los servicios que presta –repetimos- libres de tasa, arancel o tributo, intentaron privatizarlo políticos de diversas formaciones. La idea era que el ciudadano pague por documentos esenciales para su vida, la de sus progenitores y herederos.
Muy pocos saben que los certificados que emite el Registro Civil no albergan las interpretaciones que lanza la mala intención. Están respaldados por otros actos, la fe pública judicial de los LAJ, documentos privados y públicos. Por ello, se consideran indubitados los documentos registrales. La información que contiene es, pues, de altísima fiabilidad.
A las personas que se quitan años por coquetería, fraude o fines inconfesables ante cualquier interlocutor se les desmiente ipso-facto si se les replica con un certificado de nacimiento del Registro Civil. Ahí constan fecha y lugar del parto, qué sanitario/a lo asistió, identidad de progenitores, etc.... Algo parecido ocurre con los fallecimientos. Se acreditan sin matices en un documento registral preciso para cualquier trámite.
Muy recomendable es acudir al Registro, para disipar dudas sobre el divorcio y su final judicial. Muchos, y muchas, lo verbalizan ante la persona con quien se re-emparejan. Existe mucha fantasía, engaño y sorprende la buena fe de quien esté enamorado/a para proyectar una boda que siempre se suele aplazar aunque persista la convivencia.
Constatar en el Registro si el divorcio está inscrito o no en Certificación Literal de Boda (consta en franja izquierda superior) sale más barato que esperar a que la paciencia del amor y el cariño consolidado de las segundas oportunidades hagan de las suyas, pero en negativo. Es decir, si hay dudas sobre lo que se inventa, mejor certificarlo en el Registro. Ese documento ahorra lágrimas, esperas infinitas y que se fortalezcan las maldades.
Como ésta página cuenta historias ‘in fraganti’ no debemos obviar que el Registro Civil, precisamente porque funciona correctamente, es desafiado por los amigos del fraude, del engaño y del ventajismo sobre la igualdad de los ciudadanos y contribuyentes a que existan los Registros Civiles.
Según nos explica la fedataria del Registro, la LAJ Mª Victoria Navarro, las alertas del fraude en este organismo son más rojas en las denominadas ‘bodas de conveniencia’. Se sabía, por noticias y referencias fidedignas, que esos matrimonios aceleran tramites de residencia en España.
La boda es, pues, un paripé sobre el que ninguna autoridad hace mínimo seguimiento si se celebra y autoriza oficialmente. En los EEUU para nacionales y extranjeros que residencian allí previendo una boda incluye un protocolo de seguimiento cercano al espionaje. Incluye que la agencia federal de interior (homeland security) pague a vecinos de los desposados para ratificar la residencia de la pareja y detalles que rayan el peor cotilleo.
Regresando a Sevilla, añadimos que existen ‘agencias’, a veces desmanteladas por la policía, que buscan parejas artificiales a cambio de unos miles de euros. Esas bodas se dan por lo común entre inmigrantes no regularizados y personas necesitadas del ‘maldito parné’, si se admite tal coloquialismo.
También se rechazan bodas en Registro Civil donde el propósito sea cobrar una pensión o inminente herencia con cuestionable legitimidad. Llamativo son algunos potenciales cónyuges con diferencias notables de edad, o entre fanáticos religiosos. Hubo una boda entre un yihadista marroquí y una erasmus alemana islamizada que pasó los filtros legales por los pelos. Un testigo fue el Imán de una mezquita sevillana seguido de cerca por la inteligencia patria.
Un caso de usurpación se dio en bodas ficticias que se celebraron, años atrás, en un conocido bar de copas del parque de María Luisa. La concurrencia y novios/as eran irlandeses. En tal país no es legal el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por ello un ’espabilado’ local y una agencia de Dublin organizaron varias bodas creyendo los/as contrayentes que aquel señor trajeado que portaba un Código Civil, lo leía en el idioma de Joyce y Shakespeare y bendecía ese amor era algo oficial. El fraude se descubrió cuando se rompieron algunas parejas y una parte pedía el acta de boda de la que –lógicamente- no había rastro oficial.
De otro lado, las ‘fe de vida’ que expide el Registro Civil fue, en el pasado, causa del cobro irregular de pensiones de personas que en algunos casos fallecieron meses o años atrás. Ahora, en el Registro se exige certificado médico que acredite la imposibilidad presencial de quien interese tal documento.
El generalizado fraude que hay para escolarizar con fondos públicos a niños a partir de los tres años en centros concertados centran inexactitudes en las solicitudes de matrícula, que son fieles a la realidad en el Certificado Literal de Nacimiento.
Pero como en Sevilla no faltan espabilados que engañan con lo que haga falta, hay madres que -amparadas en el derecho de limitar la publicidad en estos certificados aprovechando adopciones o cambio de sexo- ocultan así datos. Dejan así indefensos a las víctimas de tal fraude. l
Vale decir que hay casos, por ejemplo, de padres que viven en el Aljarafe y escolarizaron a sus hijos menores en colegios religiosos de Sevilla capital financiados con nuestros impuestos en detrimento de vecinos del centro escolar por el que se lucha la matrícula. Lo más grotesco es que esos centros concertados ‘recogen’ a esos alumnos en autobuses escolares a muchos kilómetros de donde dicen que viven.
Hasta hace poco el expediente de nacionalidad española para extranjeros residentes en suelo sevillano los tramitaba el Registro Civil. Gran parte del expediente actualmente es telemático, quedando reducida su cooperación en estos expedientes al juramento preciso que concluye el mismo.
Donde sí hay alertas ante la mínima duda en el Registro Civil es en fallecimientos no debidamente acreditados en la totalidad de sus requisitos. Cuando el deceso se advierte que es por causas no naturales se ordena una autopsia y se participa al juzgado de guardia la incidencia. La causa de muerte debe venir bien especificada en el certificado médico de defunción. De lo contrario, la maquinaria legal se activa en favor de la verdad y para aclarar un posible ilícito.
Hay casos de ancianos, y quienes no lo son, cuya muerte la certifican, por ejemplo, médicos-empleados de centros geriátricos sin la debida diligencia comprobatoria. Pueden encubrirse, voluntaria o involuntariamente, suicidios, sobre-ingesta de fármacos o realidades peores que aparecen conductualmente reflejadas en nuestro Código Penal.
Antaño, circuló una especie –al hispalense modo- sobre el ‘asesinato perfecto’. Tenía que ver con médicos privados espléndidamente pagados que hacían pocas preguntas ante cadáveres que no habían fallecido por enfermedades incurables o razones biológicas, por usar un eufemismo. Los cuerpos se enterraban en cementerios privados (hay varios en la provincia de Sevilla) o se incineraban. Quien lo sabe bien ya no está entre los vivos, también murió. Pero de ancianidad.
Entre los fraudes no consumados ante el Registro Civil de Sevilla es conocida una anécdota que sobrevive al tiempo. Desde los últimos años del franquismo intentó -varias veces- cambiar de sexo y nombre un travesti sevillano que hizo fortuna y carrera artística en el extranjero. La mujer que antes fue hombre se cameló al funcionariado del organismo sin éxito.
Después, ofertó sobornos a un par de bufetes de abogados y agencias de detectives por si colaba una pretensión que hizo legítima la democracia que disfrutamos. La historia terminó mal. Falseó una ‘a’ por una inicial ‘o’ en el recuadro ‘hijo’ del certificado de nacimiento. Hizo lo mismo con el nombre de pila. Pero un funcionario se percató de la manipulación y la Policía tomó cartas en el asunto. El travesti, aunque fue imputado, murió antes de ser condenado por algo que ahora es un Derecho con mayúsculas. Los cambios de sexo los inscribe el Registro Civil desde hace años. Como otras tantas verdades que no circulan al 100% en otros departamentos que atienden servidores públicos.
P.S Los Registros Civiles admiten peticiones y emiten documentos en sus sedes físicas presencialmente y por vía telemática (internet). Todo es GRATIS, repetimos, GRATIS. Aprovechamos para alertar de gestorías y empresas que registraron dominios en la red jugando con palabras ‘registro’ y ‘civil’ y se posicionan en los primeros lugares de los buscadores en la red junto a portales institucionales. La diferencia está en que los Registros Civil NO cobran por sus servicios y estas empresas privadas sí, y demasiado para un negocio que juega con el despiste de algunos navegantes en la red. ¿Alguna autoridad hará algo para que la ciudadanía no se confunda?. Esperamos respuestas.