- Casa Rosa en la Avenida de La Palmera.
La salida/entrada sur hispalense, el antaño Camino del Guadaíra, tuvo distintos nombres. Como Avenida de la Palmera se bautizó en 1910 el tramo que prolongaba el Paseo de las Delicias unos 1.358 metros, justo tras un paso ferroviario en la actual Glorieta de México. La monarquía alfonsina rotuló dicha vía como Reina Victoria en 1920. Franco la rebautizó como de la Victoria hasta que, desde 1980, recuperó el nombre de La Palmera.
La Expo del 1929 ensanchó la Avenida, la pobló de pabellones y mansiones de nobles y burgueses que compitieron por lo ecléctico del regionalismo en sus palacetes. La cruel guerra fratricida (1936-39), sin embargo, remedió las inundaciones y atascos de la zona con el colector de Heliópolis. Lo forjó el trabajo-esclavo de presos republicanos. No les olvida un monumento en el Parque Guadaíra.
Si la Avenida hablara, temblarían los más descreídos de lo paranormal. A la famosa bruja Lola le faltarían velas negras. Delitos, orgías, maldiciones, abusos, desvaríos, locuras y hasta la bondad humana tienen casa allí. Conservacionistas de la arquitectura callados ante las moles que Winterthur (hoy AXA seguros) levantó contra los planes urbanísticos hoy se quejan, incluso en Juzgados, de pre-hoteles llenos de estudiantes. La hipocresía de la corrupción tuvo una casa ‘regionalista’ colindante; allí se afincó un conseguidor de apellido catalán, DEP.
Mientras, Ayuntamientos del PSOE, PP y PA compilan paradojas ahí. Licenciaron en el urbanismo ‘sostenible’, de ladrillos sin jardines, de podar (apear, según los finolis del eufemismo) árboles sin tasa según quien pida licencia. Autorizaron Hotel con apellido de mayonesa, a clínicas que chirrían a la vista, a bancos-búnker o validan el más grosero SAV-Síndrome de Aumento de Volumetría en el negocio de ganar metros tras francachelas de ‘optimizar’ el claro desvarío.
Hay una paradoja: A PTV Telecom (Procono) le afean la excelente restauración de la ex mansión de los Luca de Tena. Paró, según pedían los papeles, las obras y se amaga multa por proteger con cristaleras esa joya de Aníbal González, la que nos reinterpreta la Plaza de España años antes de ser erigida para la Expo del 1929.

Mansión abandonada de Javier Benjumea.
¿Más maldiciones?
La Palmera, escribíamos, reparte sombras. El Seminario está vacío de vocaciones y Teólogos. Nos sorprende su ‘estética’. Lo indultaron, que lo sepan, arquitectos-puristas y la anterior Junta de Andalucía que lo cambió por San Telmo. Perdonaron, también, el pastiche que los aparejadores erigieron como sede colegial. El neo-Hospital Fátima merece un aparte.
Tras hablar sólo de millones, el fondo Macquarie (Viamed) compró por 80 la Clínica del Dr. Méndez qepd. Sus herederos eligieron el mejor postor entre Sanitas-Mapfre, Vithas y Luz Saúde. Ahora, sabiendo cómo ofician los urbanistas cartujanos, nos preguntamos: ¿Habrá ya ‘luz verde’ para un rascacielos ‘sanitario’ en el contiguo Puesto de los Monos?. Sí, el que cerró la ’renta antigua’ y enterró a Juliá-hostelera. Aguardamos novedades.
Ya escribíamos en #Infraganti sobre la maldición del palacete que ocupó el Intendente del Rey Juan Carlos I. Manolo Prado qepd, el que pelaba langostinos con una mano. Desde el más allá no reactivan la venta del casoplón, nadie lo compra. Mientras tanto, hay fiestas animadas allí.
Más bacanales, donde hubo de todo, se ubicaron en época Chaves-Griñán en la Casa Rosa y sus jardines. Incomprensiblemente este paraíso no lo disfrutan los sevillanos y son del dinero público. Las joyas botánicas se hurtan al vecindario trascendiendo el Art Noveau que respalda el palacete.
Más. El cenizo merodea la mansión del irrepetible Don Javier Benjumea, alma de ABENGOA. Ybarra y Cía la compró con idea, cómo no, de residencia estudiantil según el brillante Manuel Jesús Florencio Caro. Su abandono y deriva empata con la estafa a los accionistas, el despido de la plantilla e incógnitas que genera Cox Energy, el adjudicatario concursal. La ‘ruina’ repartida entre bancos y demás operadores del legado de Don Javier merecía mejor final.
Un Hotel -recientemente cerrado-, Villa de La Palmera 4*, alojaba a VIPs y magnates con séquito. Les atrajo su discreción y servicio fetén. Una leyenda sitúa allí a Ana Botín junto a escoltas. A ella le endilgan maldades, algunas sobre ABENGOA: ¿Serán verdad?. Desde que fue vista allí, no levanta cabeza la multinacional que construyó Palmas Altas y cayó tan bajo.
Lindante con la Palmera se explicaría el ascenso de Juanma Moreno hasta San Telmo. Inició su primera campaña electoral, en 2018, frente al puticlub Don Ángelo, entonces con jaramagos. Allí, los corruptos FAFFE alquilaron camas, tomaron copas mil y esnifaron polvitos. El palacete renació con mamotreto modo auto-farmacia 24H-365D; es decir, se venden los condones del póntelo-pónselo antes gratis.

Hospital Fátima.
Otro adefesio sorprende a la vista, que seguro admite opiniones distintas de los ojos más píos. Es la parroquia del Corpus Christi. Al templo le falta estética y sobra volumen. Hubo exorcismos llenos de fieles. El Opus Dei, dueño de colegios mayores y del Albaydar acompaña los rezos que alientan sotanas posconciliares. Pululan, de puerta en puerta, por la Avenida. Es su Viña del Señor, como las boticas.
En La Palmera también hay malfarios de renta. En antiguas mansiones amarillea el cartel ‘se alquila’. Una esquina fue banco naranja. Otro caserón parte de Hospital Quirón (propiedad de Fresenius, otro fondo inversor) que compró el Ave María para su gerencia andaluza.
Otro palacete con ‘se vende’, donde vivió la familia de Aníbal González que pagaron los sevillanos gracias al irrepetible José Laguillo, lo compró una Comunidad de Regantes. Allí hay hoy luces nocturnas. La sequía da trabajo, ser regante daría dinero. Pero de momento se les ve preocupados.
¿Milla de Platino?
Si hay inquilinos que, desde La Palmera, huyeron a la Milla de Oro de Nervión, la Avenida que aglutinó regionalismo de excelencia pagado por burgueses y nobles, ahora puede presumir de lo más horrendo al ojo humano. Si paseamos por tan original vía nos consolamos con que la tapan, y protegen, crecidas palmeras. Las que dan nombre a la maravilla sevillana.
Las ventas, obras y alquileres en esta Avenida no deben desbordar nuestra capacidad de espanto. Se repiten noticias que pretenden escandalizar al personal, pero nos preguntamos por qué no chillaron tanto ante el derribo de palacios, edificios emblemáticos y mansiones en el centro histórico para levantar, por ejemplo, el Corte Inglés del Duque, o permitir edificios asimétricos con la arquitectura local en Avenida de la Constitución.

Hotel Villa de la Palmera.
La Palmera concentra ahora, quédense tranquilos, bufetes donde proyectan talento sus fichajes y profesionales bien pagados, como en auditoras estadounidenses, sedes bancarias y templos para el espíritu. A esta Avenida le pone guinda, pero en glorieta Plus Ultra, el OVNI que vaticinó Lopera con un Benito Villamarín aún por colmatar.
Nos tranquiliza que sigan espléndidos los pabellones de la Expo del 29 alojando el posgrado universitario (México y Brasil), la Fundación Unicaja, Casa Sundheim, el consulado colombiano, mansiones de nobles y terratenientes, el Instituto Fernando de Herrera (donde más nota de la docencia pública logran sus alumnos ante la selectividad universitaria –hoy EBAU-) y la danza excelsa que nomina el inolvidable Antonio Ruiz Soler en el antiguo pabellón argentino.
A caballo nos espera, con los brazos abiertos, la estatua de Simón Bolívar. La regaló a Sevilla Rafael Caldera, presidente venezolano pre-chavista, no el Chaves que repetía en juzgados que no eran del ‘ámbito de su conocimiento’ los fiestorros-orgías-bacanales en la Casa Rosa, y los ‘4 golfos’ del ERE que erre, que le condenaron por prevaricador.
En La Palmera, a pesar de todo, da gusto pasear. Si no se quieren sufrir los mamotretos, conducimos la vista a lo que queda de arbolado, o nos consolamos caminando con esta informal ‘ruta del colesterol’, llena de ciclistas, patinetes locos y senderistas urbanos que sonríen, porque pisan algo importante. Si persiste el desvarío en la mente ante tanta asimetría, esperen pacientes al futuro del antiguo Puesto de los Monos o a cómo nos esconden a la vista las caballerizas del sastre Juan Cruz y su Casa Rosa.
O bien, por último, esperemos que la ansiada Línea 3 del Metro que se construyó al sevillano modo; es decir, sin empezar o terminar, la 2, modifique al ojo humano la estética de la Avenida de La Palmera. Pocos saben si será soterrada o aérea. Los proyectos públicos indican que en dicha Avenida habrá parada, después de Bueno Monreal y antes de Heliópolis. Tales proyectos añaden que partirá al norte de Pino Montano para desembocar en Bermejales. ¿La conoceremos en el año 2030, como dicen los infórmenes (pedimos prestado el palabro al irrepetible Lopera)?