Guerra Israel-Hamás
Israel mata a siete trabajadores de la oenegé de José Andrés en Gaza y paraliza la ayuda por mar a la Franja
El convoy de tres vehículos identificados con las enseñas de la oenegé fue bombardeado desde el aire en tres ocasiones y a pesar de haber coordinado sus movimientos con el Ejército israelí
Ricardo Mir de Francia
Un ataque israelí ha matado este martes en Gaza a siete trabajadores de World Central Kitchen (WCK), la oenegé del chef español José Andrés que hace solo tres semanas lideró junto a Open Arms la apertura del primer corredor marítimo de ayuda humanitaria a la hambrienta población del enclave. El convoy de tres vehículos identificados con las enseñas de la oenegé fue bombardeado desde el aire en tres ocasiones y a pesar de haber coordinado sus movimientos con el Ejército israelí, según la WCK. El incidente sería uno más de las decenas de ataques sufridos por las organizaciones humanitarias desde el inicio de la guerra, de no ser porque la nacionalidad de las víctimas ha generado esta vez un aluvión de condenas internacionales. También ha servido para paralizar de momento el corredor marítimo de ayuda a Gaza, donde más de un millón de personas están al borde de una hambruna catastrófica.
De acuerdo con la organización de Andrés, que lleva años alimentando a poblaciones castigadas por los conflictos o las catástrofes naturales, su convoy regresaba de descargar en un almacén del centro de la Franja 100 toneladas de ayuda traída por barco desde la isla mediterránea de Chipre cuando fue atacado. Todo ello después de haber coordinado sus movimientos con el Ejército israelí, según subrayó la oenegé estadounidense. “Este no es solo un ataque contra WCK, es un ataque contra las organizaciones humanitarias que están dando la cara en situaciones extremas en que la comida se está utilizando como arma de guerra. Es imperdonable”, afirmó su consejera delegada, Erin Gore. Solo la UNRWA, la principal agencia de Naciones Unidas en Gaza, ha perdido a 175 trabajadores en estos seis meses de contienda, todos ellos abatidos por los bombardeos o disparos israelíes.
Esta vez la muerte también vino desde el aire, concretamente desde un dron Hermes 450, operado por control remoto. Según el diario ‘Haaretz’, que cita fuentes militares israelíes, la sala de guerra identificó a un hombre armado en el convoy que acompañó al camión hasta el almacén. Minutos después el dron empezó a disparar, supuestamente sin saber que el supuesto militante de Hamás se habría quedado en el almacén. Tras el primer misil, los supervivientes se subieron a los otros dos coches y, tras reanudar la marcha, el segundo vehículo fue golpeado. Una secuencia que se repitió con el tercer misil, que acabó de fulminar al resto de cooperantes. De las siete víctimas, tres eran británicas, una polaca, una australiana, una palestina y otra tenía la doble nacionalidad de EEUU y Canadá.
“El Gobierno israelí tiene que acabar con estos asesinatos indiscriminados. Tiene que dejar de restringir la ayuda humanitaria, tiene que dejar de matar a civiles y cooperantes y tiene que dejar de usar la comida como arma”, escribió José Andrés en las redes sociales tras presentar a sus compañeros muertos como “ángeles” que sirvieron a su lado en Ucrania, Indonesia, Bahamas o Marruecos, alguno de los países donde la WCK ha operado en los últimos años. “No son gente sin rostro, no son gente sin nombre”, añadió en un mensaje de alto voltaje emocional.
Suspensión de la ayuda humanitaria
De momento, su organización ha puesto en pausa su trabajo en Gaza. Las 240 toneladas de ayuda que quedaban por descargar en el devastado territorio del último flete enviado junto a Open Arms han vuelto a Chipre, según han confirmado las autoridades de la isla mediterránea. “Estamos devastados. Nos juntamos para ayudar en un lugar donde el hambre es arma de guerra y ahora nuestros colegas de WCK en Gaza se convierten en objetivo”, dijo la oenegé de Óscar Camps en las redes sociales. También su homóloga estadounidense Project Hope, que gestiona dos hospitales en el sur de Gaza, anunció que paralizará sus operaciones durante tres días. A lo que hay que añadir el cese parcial de las actividades del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que dejó de distribuir comida en el norte de Gaza –donde más desesperada es la situación-- hace más de un mes por las dificultades para garantizar la seguridad de sus trabajadores.
Israel ha reaccionado con una contrición poco habitual a esta crisis autoinfligida, consciente de la indignación que el ataque ha generado entre sus aliados occidentales. “Nuestras fuerzas alcanzaron de forma no intencionada a gente inocente en la Franja de Gaza”, dijo el primer ministro, Binyamín Netanyahu, quien definió lo ocurrido como un “incidente trágico”. “Haremos todo lo posible para que no vuelva a ocurrir”, apostilló el líder israelí. El momento no es el mejor. La víspera se conoció que sus militares han destruido completamente el principal hospital de Gaza tras ejecutar y quemar vivos a decenas de civiles que se refugiaban en el complejo, según los testimonios que llegan desde la Franja. La paciencia de Washington y Londres se está agotando, como demostraron recientemente al permitir que saliera adelante la primera resolución de alto el fuego temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Condena occidental
Tanto Netanyahu como sus militares anunciaron una investigación independiente para esclarecer lo ocurrido, algo que no se ha hecho respecto a las decenas de trabajadores de la ONU o los más de 70 periodistas abatidos por sus fuerzas en Gaza. Pero los ánimos en Occidente, que ha aportado cobertura política y armas a Israel en esta guerra, no están para desafíos.
El Reino Unido llamó al embajador israelí a consultas para transmitirle la “condena inequívoca del atroz asesinato de siete cooperantes”, mientras que el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, describió a las víctimas como “héroes” y reclamó una “investigación urgente, integral e imparcial”. El propio presidente Joe Biden se puso en contacto con José Andrés para transmitirles sus condolencias, según la prensa estadounidense. Y la Unión Europea condenó el ataque y lamentó que Israel siga ignorando las normas básicas de la guerra. “A pesar de todas las demandas para proteger a los civiles y trabajadores humanitarios, vemos nuevas víctimas inocentes”, escribió el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en las redes.
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