ANÁLISIS

Misión, derribar la Verja: última llamada para alcanzar un acuerdo sobre Gibraltar antes de las europeas

Los ministros de Exteriores de España y Reino Unido se reúnen con el responsable de las relaciones con Reino Unido de la UE para tratar de darle aire a un acuerdo sobre Gibraltar que se resiste

Tránsito de coches y personas en la frontera de Gibraltar.

Tránsito de coches y personas en la frontera de Gibraltar. / Marcos Moreno - Europa Press - Archivo

Mario Saavedra

Gibraltar es una fuente constante de problemas para España. La colonia es un foco de contrabando de tabaco, un lugar de elusión fiscal y una fuente de tensión diplomática y política entre España y Reino Unido. Hay accidentes navales en aguas disputadas, el último esta misma semana. Choques por quién puede pescar dónde. Hay también una base militar británica donde atracan barcos para ser reparados y que se recargan con explosivos que nadie sabe ni de dónde se sacan. La falta de transparencia irrita a la contraparte española. Y submarinos nucleares que ponen de los nervios a los ecologistas de la zona, igual que los vertidos de las aguas fecales sin tratar de los residentes en el Peñón al mar.

Del lado gibraltareño ("llanitos" se llaman sus habitantes ), consideran que España les asfixia a su antojo, reclamando más o menos controles en La Verja, la línea de separación con La Línea, la ciudad aneja a la colonia. Es un incordio, entre otras cosas, porque muchos llanitos tiene residencias de lujo en el lado español, chalets con piscina impensables en la angosta colonia británica. En ocasiones se forman grandes colas de entrada y de salida. El propio "ministro principal" de Gibraltar, el socialista Fabián Picardo, tiene una residencia en la elitista urbanización de Sotogrande (San Roque, Cádiz).

Pero los distintos gobiernos españoles han visto que Gibraltar también puede ser una oportunidad. Al fin y al cabo, miles de trabajadores de Cádiz van todos los días a Gibraltar a trabajar. Se estima que todos los días hay unas 15.000 entradas y salidas. ¿Qué va a ser de sus pensiones cuando se jubilen? La colonia es el tercer lugar con la renta per cápita más alta del mundo, con más de 80.000 euros. Bajos impuestos y funcionarios del Gobierno de Su Majestad, militares y trabajadores de empresas tecnológicas (especialmente de juego online).

A los problemas y la oportunidad que supone Gibraltar, se le suma ahora la imperiosa necesidad de hacer algo. La parálisis no es una opción. La colonia lleva en una situación de interinidad más de tres años. Tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea, Madrid y Londres llegaron a un preacuerdo para negociar un nuevo esquema que permitiera a los llanitos entrar y salir en zona Schengen europea. Que la economía fluyera. "Zona de prosperidad compartida" era el término en clave. Pero, tras 18 rondas de negociación oficiales entre la UE (que será la depositaria del Tratado y cuyo parlamento debe votarlo, tras la aprobación previa de España) y Reino Unido, nada se ha firmado. Es duro, como las negociaciones del Bréxit, pero en pequeño.

Choques en la frontera

Los funcionarios españoles que se encargan de las fronteras están hartos: no tienen instrucciones claras de a quién deben dejar pasar y a quién no. Los ejemplos son múltiples. El último fue un misterio aun por resolver: cuatro soldados británicos se dedicaron a entrar y salir en España hasta en tres ocasiones en un solo día, y en grupos de a dos, como contó este diario. Decían que eran turistas, pero no lo eran. La situación irritó en Campo de Gibraltar.

Uno de los principales escollos, que las partes tratan de mantener fuera del radar, es precisamente el hecho de que Gibraltar es una base militar británica y que por allí pasan miles de solados todos los años. ¿Cómo se les va a controlar? ¿Se permitirá pasar en las aduanas hacia espacio Schengen material militar sin revisar? Reino Unido y España son socios de la OTAN, como la mayoría de los miembros (no todos) de la UE. Se deben confianza, pero no fe ciega. Como solución, se ha tanteado la opción de que haya enlaces militares españoles en las instalaciones británicas del Peñón, como contaron fuentes de la negociación a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica. Los ministerios de Defensa de ambos países negocian estos aspectos.

Otro de los asuntos más complejos es el del aeropuerto. Es de propiedad de la RAF, las Fuerzas Aéreas de su Majestad, aunque tiene una gestión civil. Allí aterrizan aviones civiles y militares. Es una pista corta construida casi literalmente sobre el mar, que parte la colonia en dos. De hecho, hasta ahora había que cruzar por la pista. Se construye ahora un túnel debajo para evitarlo. Es tan precario que, cuando hay mal tiempo, los aviones son desviados al aeropuerto de Málaga. De nuevo, los responsables de las fronteras claman contra esta práctica. ¿Cómo saber quién va en el avión?

Toda la negociación es muy sensible, porque al fin y al cabo España reclama Gibraltar como propio y Reino Unido y los llanitos dicen que eso nunca va a ocurrir. Es la llamada "cuestión de la soberanía". En estas negociaciones la idea era ser pragmáticos y dejar ese tema a un lado. Pero hay veces que parece imposible.

Imagínese que se derriba la Verja de separación entre La Línea y Gibraltar. Allí están los controles de entrada al espacio Schengen. ¿Dónde se harían ahora? La respuesta es sencilla: en el puerto y en el aeropuerto de Gibraltar. La dificultad es, ¿quién los realiza? Deben ser funcionarios españoles, policías o guardias civiles, con su pistola y su bandera. El Gobierno llanito arde al escucharlo. Sería, dicen, una violación de su soberanía.

Porque en el fondo, detrás de todo, está la cuestión de la soberanía. España reclama la colonia como suya. Defiende cada año el asunto en el comité de descolonización de Naciones Unidas. Reino Unido dice que lo firmado en los Tratados de Utrecht de 1712-14 es lo que vale. Y que los territorios extra que ha ido anexionando desde entonces son parte de lo que la legislación internacional permite como desahogo esencial. Lo mismo con las aguas.

Para que estos asuntos no impidan mejorar la vida de los ciudadanos es para lo que se firmaron aquellos Acuerdos de Nochevieja de 2020 entre Londres y Madrid. Dejar a un lado las cuestiones de soberanía y afrontar las cuestiones prácticas. Para eso se reúnen en Bruselas hoy los ministros de Exteriores de España y Reino Unido, José Manuel Albares y David Cameron, con el responsable de las relaciones con Reino Unido de la UE, Maroš Šefčovič. Tratan de darle aire político a un acuerdo sobre Gibraltar que se resiste.

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