ORIENTE PRÓXIMO

Israel aprovecha el ataque de Irán para recuperar apoyos perdidos por la guerra en Gaza

"Teherán se ha metido un gol en propia meta, ya nadie habla de las acciones israelíes en Gaza", dice Rob Geist, especialista en seguridad en Oriente Próximo

Protestas en Israel contra el primer ministro Benjamín Netanyahu April 13, 2024. Tel Aviv.

Protestas en Israel contra el primer ministro Benjamín Netanyahu April 13, 2024. Tel Aviv. / AP

Mario Saavedra

Una portada reciente del diario The Economist provocó revuelo en israelíes y aliados. Se leía "Israel, solo", junto a la bandera blanca con la estrella de David azul ondeando maltrecha, abandonada en el desierto.

La foto fue interpretada por algunos como un símbolo del creciente repudio internacional a las acciones del Ejército hebreo en Gaza y el rechazo a la figura de Benjamín Netanyahuy su gobierno con ministros ultras.

Ahora, el ataque masivo con drones y misiles de Irán sobre el cielo israelí de este sábado ofrece una oportunidad al primer ministro de acercar posturas con sus socios internacionales, o al menos tratar de alinearlos en contra de un enemigo común. Poner el foco en el riesgo que representa el régimen de los ayatolás en lugar de la hambruna en curso en la Franja o los presuntos crímenes de guerra cometidos por el Ejército israelí.

"Irán se ha marcado un gol en propia meta: de pronto no hay nadie hablando de las acciones de Israel en Gaza", valora para El Periódico de España, del mismo grupo editorial, Rob Geist Pinfold, doctor en estudios estratégicos de la Universidad de Durham, en Reino Unido, especializado en seguridad de Israel. "Ahora el conflicto parece uno regional, con dos conjuntos rivales de Estados: aquellos alineados con Occidente y Estados Unidos y aquellos que se oponen al orden mundial actual. Los israelíes se sentían más aislados que nunca. Ahora, ha habido un ataque sustancial iraní que no pudo conseguir ningún objetivo en buena parte por socios internacionales de Israel, incluidos algunos de los países árabes".

Misiles derribados por Jordania

En la madrugada del sábado, Irán atacó por primera vez en la historia de forma directa a Israel, con más de 300 drones y misiles balísticos y de crucero. Fueron en su mayor parte interceptados y solo hubo que lamentar una persona herida. Era la represalia iraní por el ataque atribuido a Israel contra el consulado en Damasco, que destruyó un edificio y causó 13 muertos, entre ellos tres generales de la Guardia Revolucionaria.

El ataque de este sábado no ha provocado víctimas gracias al sistema de defensa antiaérea Arrow israelí y, sobre todo, por el derribo sincronizado con cazas y misiles antiaéreos liderado por Estados Unidos. El Comando Central estadounidense (CENTCOM) ha especificado este lunes que tumbaron con destructores estadounidenses un total de 80 drones y seis misiles balísticos lanzados desde Irán y Yemen. Esa ayuda era de prever. Pero hubo otra más polémica, que fue la de Jordania.

El país, emparedado entre Irán e Israel, es hogar de dos millones de refugiados palestinos. Su reina, Rania, es palestina. Ha presionado por un alto el fuego y criticado al Ejército hebreo por los excesos militares en Gaza. Sin embargo, todo apunta a que fue clave en la protección del territorio israelí de los ataques. Amán confirma que derribó proyectiles iraníes y lo enmarca en la legítima defensa de su espacio aéreo. "Había un riesgo real de que los drones y misiles iraníes cayeran en Jordania, y teníamos que afrontar ese peligro. Habríamos tomado las mismas acciones si hubieran procedido de Irán", ha dicho el ministro jordano de Exteriores, Ayman al-Safadi. Según la prensa israelí, la colaboración fue más allá, y se habría dado permiso a los cazas israelíes a utilizar el espacio aéreo jordano. El propio rey Abdalá ha hablado con el estadounidense Joe Biden este domingo, tras los ataques.

Arabia Saudí no ha confirmado haber derribado proyectiles, pero, según los mapas de trayectoria entregados por Israel, atravesaron sin éxito su espacio aéreo. Tanto Jordania como Arabia Saudí (que no tiene relaciones diplomáticas ni reconoce al Estado judío) forman parte del paraguas del CENTCOM estadounidense.

Apoyo de los países del G7

Más allá de esos dos países árabes clave en la región, el fin de semana ha dejado a Netanyahu una victoria diplomática a la que no está acostumbrado desde hace medio año. Italia convocó de urgencia una reunión del grupo de países industrializados, G7, para abordar los riesgos que suponían el ataque iraní.

En el trasfondo está la enorme preocupación económica. Una escalada en Oriente Próximo puede encarecer de forma sustancial el precio del barril de petróleo, que ya ha dado signos alcistas. En un contexto de inflación, es lo último que necesitan las naciones industrializadas. Al mismo tiempo, el cónclave expresó su más firme condena al ataque iraní, escorándose del lado israelí del conflicto: el G7 no se convocó con los ataques al consulado en Damasco. En la reunión que celebró en noviembre, los líderes occidentales se limitaron a pedir pausas humanitarias para permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, además de solicitar que se protegiera a los civiles, pero sin pedir un alto el fuego.

La nueva inercia para Israel la expresó el propio Joe Biden en su llamada a Bibi Netanyahu: "has logrado una victoria. Coge la victoria". El hecho de que la represalia iraní no provocara víctimas debía ser aprovechado por Tel Aviv para parar la escalada. Si el gabinete de guerra decide sobrerreaccionar y atacar suelo iraní directamente, entonces la situación puede descontrolarse y provocar un torbellino bélico de final incierto.

"El movimiento inteligente por parte de Israel sería amortizar este éxito y pasar página. El problema es que Netanyahu se enfrenta a una presión importante de su coalición de ultraderecha para que responda con un ataque directo", aporta Geist. "Pero eso es más fácil de decir que de llevar a cabo: los cazas israelíes deberían atravesar el espacio aéreo de muchos países y no tendrían el apoyo de la Administración Biden".

Además, ¿atacar qué? Israel ya ha asesinado a científicos iraníes presuntamente implicados en el programa de los ayatolás para desarrollar una bomba nuclear. Ese sería un objetivo estratégico: intentar destruir algunas de las instalaciones donde se enriquece uranio. Pero estos son "objetivos duros", enterrados muy profundamente. Por eso algunos analistas israelíes recuerdan que el país tiene bombas de cinco toneladas antibúnker que podrían, quizá, hacer daño a esas instalaciones.

Pero el ataque inflamaría los ánimos en la región y dispararía el precio del petróleo. Israel volvería a perder el apoyo de los países más poderosos en un momento clave de la historia del conflicto de Oriente Próximo.

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