Comicios al Parlamento Europeo

Italia: Una elección con Meloni de abeja reina y el resto de figurantes

Convencida de su gran popularidad en Italia y buena malabarista, la primera ministra italiana apenas ha hecho campaña en las calles, mientras sus aliados y opositores han estado a la gresca

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, en un acto de campaña. / EFE

Irene Savio

Que Giorgia Meloni goza de una alta popularidad en Italia tiene poca discusión. Ningún sondeo en estas semanas ha dicho lo contrario. Con esta premisa, la primera ministra ha cerrado este viernes una campaña electoral en la que, desde el minuto uno, ha ido mostrando los múltiples rostros de una líder que ya se siente cómoda con el poder: tanto el de jefa indiscutible de su partido, con sus críticas punzantes a la oposición, y su ambigüedad a la hora de decantarse de antemano por posibles socios europeos y futuras alianzas en el próximo Parlamento europeo; como en su faceta más institucional, más moderada y tranquilizadora, puesta en escena para sus potenciales electores, la ciudadanía y los mandatarios con los que tiene que relacionarse en Europa.

Buena malabarista y con una fuerte supremacía sobre opositores y aliados internos, las principales armas de la líder de Hermanos de Italia han sido las formas y el frío cálculo político. Pese a haberse colocado ficticiamente como cabeza de lista de su formación para los comicios, la italiana dijo desde el principio que no iba a hacer campaña en las calles y así ha acontecido (solo participó en un gran evento, el sábado 1). Por ello, no sorprendió a muchos que incluso el escenario final de su carrera electoral no fuese una plaza o un estadio. Por el contrario, este viernes por la noche, acudió a la Arena de Verona, y asistió allí —junto al presidente de la República, Sergio Mattarella— al estreno de la temporada lírica del célebre teatro veronés. Ello después de haber dicho la víspera que lo que más le ha preocupado en estas semanas ha sido la posibilidad de "una baja participación". "Algunos perciben a la UE como algo alejado, cuando es mucho más importante de lo que parece", dijo, durante su llamamiento a las urnas.

Distinto ha sido, en cambio, el espectáculo de los dos vicepresidentes del Consejo de Ministros y socios gubernamentales de Meloni, Antonio Tajani, el jefe de Forza Italia, y Matteo Salvini, el de la Liga (al que Hermanos de Italia quitará el puesto de primera fuerza ultra italiana en el nuevo Parlamento). Entre ellos se ha consumado en estas semanas una verdadera batalla por colocarse como la segunda fuerza de la coalición más votada, con desenlaces inesperados que podrían suponer algún pequeño terremoto a nivel doméstico para el tablero de equilibrios entre los partidos. Y similar ha sido el ímpetu puesto en la campaña por los dos principales partidos de la oposición, el Partido Demócrata y el Movimiento 5 Estrellas, que tampoco han aspirado en momento alguno a ganar, aunque sus porcentajes de apoyo, que posiblemente registrarán algunos avances, también podrían hacer la diferencia para las alianzas que nacerán después de la votación. 

Una Italia vieja

Unos 50 millones de italianos que tendrán derecho a votar el sábado y domingo (en Italia se acude a las urnas los dos días, hasta las 11 de la noche) lo harán en este clima que ha empañado la visibilidad de las promesas de los programas electorales. Incluso las de Meloni, que sí ha presentado algunas propuestas concretas. Entre ellas: potenciar la industria bélica comunitaria, dar dinero a los países de origen para frenar las llegadas de nuevos migrantes, frenar las "derivas ideológicas" del ecologismo y ayudar a la industria europea, y —sobre todo— no dar más poderes a la Comisión Europea ni levantar el voto por unanimidad en la toma de decisiones, como han pedido varias fuerzas progresistas europeas. Esto también porque la idea de Meloni de Europa es, en verdad, siempre la misma: la propuesta de "una alianza de naciones soberanas", unidas en grandes temas (defensa, política exterior, inmigración), pero autónomas en todo lo demás. Lo que, ahora mismo, frenaría la integración europea

Con ello los italianos elegirán el domingo algo más que sus 76 representantes en Bruselas. También refrendarán su apoyo a un proyecto —el de la UE— del cual Italia es un país fundador y que históricamente ha gozado de un gran apoyo en el país, y darán su opinión sobre las políticas internas de Meloni. De ahí la preocupación por la abstención, sobre todo de jóvenes y los más afectados por la creciente brecha socioeconómica entre muy ricos y más pobres. 

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El riesgo es que precisamente ellos se queden fuera de la ecuación en un momento que coincide también con un envejecimiento cada vez más pronunciado de Italia, un país en el que las personas de menos de 35 años ya son pocas y, con ello, integran el colectivo electoralmente menos relevante (alrededor del 20%, según estimaciones; eran el 35% en los años 80). Un país en el que, además, tras la pandemia y la guerra en Ucrania, más de la mitad de la población (el 57%) tiene dificultades para llegar a fin de mes con su salario, como confirmaba hace días un informe del Instituto Eurispes, uno de los más acreditados del país. 

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