Conflicto en Oriente Próximo
Israel bombardea Beirut y causa al menos 31 muertos en plena escalada de tensión con Hizbulá
El ataque a la capital de Líbano, en el que ha muerto el jefe de operaciones de la milicia, responde la oleada de cohetes lanzados al norte de Israel
Servicios de emergencias trasladan un cuerpo tras el ataque israelí en un barrio de Beirut / AP
El repetitivo sonido de las ambulancias no interrumpe la paz de los transeúntes de los barrios sureños de Beirut. Es viernes por la tarde, momento ideal para hacer las compras semanales. Las tiendas siguen abiertas. No cierran, pese al caos que se intuye a apenas unas decenas de metros. Allí, la tierra se ha tragado un par de edificios. Sobre las tres y media del mediodía, los bloques se desmoronaron, llevándose consigo a quienes estaban dentro y debajo de ellos. El autor confesó al momento. "Las Fuerzas de Defensa de Israel han atacado Beirut", dijo el Ejército hebreo en X. ¿Cómo? Cuatro drones, cuatro diminutos y precisos drones, desatan el terror y vuelven a colmar a Beirut de muerte. Y, de nuevo, la resignación tomando la capital libanesa. Según el último balance, el ataque ha causado 31 muertos, entre ellos 3 niños y 7 mujeres, y 68 heridos, 15 de ellos hospitalizados. Desde los cielos, Israel rasga a la urbe mediterránea por tercera vez en cinco días.
"Son el más puro mal", denuncia un taxista a El Periódico, antes de subir el volumen de la radio. "es Historia y se la estamos contando", reconoce el locutor de la emisora La voz del Líbano. Dos días después de los últimos ataques contra miembros de Hizbulá al detonar explosivos en sus 'buscas' y sus 'walkie talkies', el Ejército hebreo ha traído consigo la realidad de la guerra a las calles beirutíes. Tras la noche más violenta en el sur del Líbano desde que empezaron los enfrentamientos transfronterizos el pasado 8 de octubre, las fuerzas israelíes han bombardeado el suburbio sureño de Dahiyeh en Beirut, donde Hizbulá cuenta con mucha presencia y control. Tanto que una de las víctimas sería el alto comandante de Hizbulá, Ibrahim Aqil, según ha informado el Ejército israelí.
Tercer ataque en Beirut
Aqil era miembro del consejo militar del grupo chií y del máximo órgano de toma de decisiones. Estados Unidos ofrecía una recompensa de siete millones de dólares por su cabeza; estaba acusado de tomar rehenes y participar en el atentado a su embajada en 1983, durante la guerra civil libanesa. El Ejército israelí ha afirmado que Aqil era el comandante interino de la fuerza de élite Radwan del grupo, que aún no se ha involucrado en el esfuerzo bélico, y que ha sido asesinado junto con otros comandantes superiores de la unidad. "Aqil y los otros dirigentes muertos –considera que son, al menos, una decena–estaban involucrados en la planificación de una invasión del Golán por parte de Hizbulá, con el objetivo de invadir las ciudades del Golán y matar a civiles", ha alegado el Ejército israelí, comparando sus supuestos planes con el ataque del 7 de octubre.
"No buscamos una escalada amplia en la región", han dicho las autoridades militares hebreas en la misma semana en que también han matado a una cuarentena de personas al detonar explosivos insertados en sus dispositivos electrónicos. Se trata del tercer ataque contra la capital libanesa en este año de guerra. En enero, un dron mató con precisión a Saleh al Arouri, líder de alto rango de Hamás, en el mismo barrio. No se reportaron víctimas civiles entonces. A finales de julio, Fuad Shukur, comandante de Hizbulá y mano derecha del líder Hasán Nasrallah, fue asesinado en un ataque del mismo tipo. Cuatro civiles, dos niños y dos mujeres, murieron en la agresión que también hirió a otras 80 personas. Con este nuevo ataque, Israel confirma la tendencia de los últimos días: su campo de batalla es el Líbano, no la Franja de Gaza.
Aura de sospecha
Mientras caía la noche sobre las ruinas de los edificios residenciales, la tensión seguía dominando la escena. Soldados del Ejército libanés y partidarios de Hizbulá han acordonado la zona, controlando sus accesos. A este diario no se le ha permitido acceder a la zona del ataque, igual que a muchos otros medios internacionales. "Hay muchas sospechas y todo el mundo está muy nervioso", reconoce un militar a EL PERIÓDICO a las puertas de un hospital adyacente donde iban llegando algunos heridos. Parientes angustiados aguardaban en el exterior del centro médico cualquier buena noticia, cualquier cosa que les trajera esperanza. Esta semana ya ha habido demasiados funerales.
El ataque ha tenido lugar en una zona densamente poblada, donde vive mucha población civil. Los servicios de la defensa civil siguen trabajando en ella con la ilusión de encontrar supervivientes o, como mínimo, los restos de algunos de los desaparecidos. La mayoría son niños. Decenas de jóvenes vestidos de negro, como suelen hacer los partidarios de Hizbulá, salían y entraban en motocicletas de la zona del ataque. Quienes custodiaban el acceso registraban a los recién llegados. El aura de sospecha domina el corazón de Dahiyeh. Pero la vida sigue. A apenas unas decenas de metros de la tragedia, las frutas estéticamente colocadas en las estanterías así lo indican. No les alcanza el polvo levantado por los drones israelíes impactando contra vidas libanesas.
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