Elecciones en Alemania

La victoria mínima socialdemócrata en Brandeburgo no aleja el riesgo de un "otoño caliente" para Scholz

El canciller alemán, Olaf Scholz, este lunes en Nueva York. / MICHAEL KAPPELER / DPA / EUROPA PRESS

Gemma Casadevall

"Las elecciones han demostrado que vale la pena luchar (...) y con este espíritu de lucha iremos a las elecciones del próximo otoño", zanjó este lunes el canciller alemán, Olaf Scholz, desde Nueva York, en un aparte de la Asamblea General de la ONU preguntado por los comicios del domingo en el 'land' de Brandeburgo, que se saldaron con victoria para su Partido Socialdemócrata (SPD). Pese a que la socialdemocracia alemana salvó así la tercera y última prueba en las urnas a escala regional, tras los descalabros anteriores, en Alemania persisten los rumores sobre un fin prematuro del Ejecutivo de Scholz, precipitado por la impopularidad de su coalición de gobierno y la debilidad extrema de uno de sus socios, el Partido Liberal (FDP)

"Vivimos tiempos difíciles", añadió, en alusión tanto a Ucrania como a la economía alemana. En esa situación, "no hay que dejar oportunidad alguna al populismo derechista", continuó, sino mostrar "cohesión".

La intervención de Scholz, que estuvo totalmente ausente en la campaña de Brandeburgo pese a tener allí su domicilio privado, seguía a las insinuaciones desde el FDP, socios del tripartito junto a los Verdes, de un "otoño caliente". Se han sucedido asimismo las especulaciones sobre una renuncia de Scholz a presentarse a la reelección en las generales previstas para el año próximo, para dejar paso a un candidato con más opciones --probablemente, su ministro de Defensa, Boris Pistorius--. Pero desde la central del SPD se ratificó este mismo lunes que Scholz es el "candidato natural". La declaración, formulada por el presidente del partido, Lars Kingbeil, coincidió con la designación del líder derechista Friedrich Merz como candidato del bloque conservador integrado por la CDU y su hermanada CSU bávara.

Hay unanimidad en que la victoria del SPD en Brandeburgo se debió al poder de movilización del primer ministro del 'land', Dietmar Woidke. Al estilo del francés Emmanuel Macron, Woidke convirtió los comicios en un plebiscito sobre la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD): votarle a él era la única vía para impedir que la extrema derecha se alzase con otro triunfo, tras haber sido tres semanas atrás el partido más votado en Turingia. El SPD obtuvo un 30,8%, frente al 29,2% de los ultras. Rompió así la mala racha del partido de Scholz, que tanto en Turingia como en las elecciones de principios de septiembre de la vecina Sajonia quedaron a mínimos, lo mismo que le había ocurrido en las pasadas elecciones europeas.

Scholz se dio un respiro. Pero no así sus socios, Verdes y los liberales del FDP, que han quedado fuera de otra Cámara regional. Los ecologistas cayeron a un 4,2%, víctimas del voto útil en favor de Woidke. Mucho peor fue la situación del FDP, reducido a niveles de partido marginal, con un 0,8% de votos. En Sajonia y Turingia sufrió golpes similares.

Nerviosismo liberal

"No creo que la coalición semáforo aguante hasta Navidad", se permitió decir el vicepresidente del Bundestag (Parlamento) y número dos de los liberales, Wolfgang Kubicki. Por coalición semáforo se entiende el tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales, de acuerdo a los colores identificativos de esos partidos. Kubicki nunca ha sido partidario de esa constelación y, además, es un reconocido practicante del catastrofismo político, amigo de pronosticar rupturas inminentes. En este caso, su opinión parece refrendada por la opinión de sus compatriotas: según un sondeo reciente, apenas un 3% de los ciudadanos respalda la actual coalición de gobierno. El SPD ocupa la tercera posición en intención de voto, con un 15%, algo menos de la mitad de lo que se estima para el conservador Merz y entre uno o dos puntos por debajo de la AfD. A los Verdes se les sitúa en el 10%, mientras que al FDP se les ve por debajo del 5%, el mínimo para tener escaños. Es un partido que durante décadas ejerció de bisagra en coaliciones y que aparentemente está ahora condenado a la irrelevancia política.

Kubicki no es el único representante del FDP que ve nubarrones. Su secretario general, Bijan Djir-Sarai, aseguró en una tertulia postelectoral que se avecina un "otoño decisivo". El líder Lindner recordó que su partido había tenido ya históricamente sus problemas para entrar en parlamentos regionales del este. Pero dejó claro que la batalla definitiva será la aprobación de los presupuestos, prevista para noviembre, y que confronta su apuesta por la austeridad con la línea del ministro de Economía, el verde Robert Habeck.

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Son múltiples los comentarios en los medios cuestionando si el FDP no optará por la desconexión de la impopular coalición para intentar regenerarse en la oposición. Las generales están convocadas para septiembre del 2025. Un abandono de la coalición podría derivar en elecciones anticipadas, algo que en Alemania tiene un precedente no tan remoto. Fue en 2005, cuando el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder provocó el adelanto electoral. Su poder estaba desgastado por una sucesión de derrotas a escala regional, la última de las cuales en un 'land' emblemático para su partido, Renania del Norte-Westfalia. Schröder se sometió a un voto de confianza con intención deliberada de perderlo, como ocurrió. Pero a esa jugada le siguió la derrota ante las urnas frente a la entonces líder de la oposición conservadora, Angela Merkel.

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