DIPLOMACIA

Naciones Unidas trata de reinventarse en el peor momento para el orden internacional por Gaza y Ucrania

Buena parte de los 193 Estados miembros, entre ellos España, desean modificar un sistema de voto del Consejo de Seguridad que no representa al mundo actual

Nueva York, 23/09/2024.- Los delegados de la Cumbre del Futuro de Naciones Unidas / SARAH YENESEL

Mario Saavedra

El 15 de noviembre del año pasado, y al quinto intento, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó una resolución que urgía a Israel a proteger a los civiles de Gaza y a llevar a cabo pausas humanitarias “urgentes y prolongadas” en su ofensiva. Por entonces, en un mes de guerra, los bombardeos israelíes habían matado a al menos 11.000 palestinos; en su mayoría, mujeres y niños. La tregua debía conducir, decía la resolución, a un alto el fuego. Salió con 12 votos a favor, ninguno en contra y las abstenciones de Rusia, Estados Unidos y Reino Unido, tres de los cinco miembros con derecho a veto que habrían podido hacerlo descarrilar. Israel incumplió la resolución.

El 15 de marzo, el Consejo aprobó otra resolución que pedía el alto el fuego durante el mes de Ramadán y la devolución por parte de Hamás de unos 130 rehenes israelíes secuestrados el 7 de octubre. La cifra de palestinos fallecidos violentamente había subido a más de 31.000. El número de niños muertos en cinco meses de bombardeos israelíes en Gaza superaba al de todas las guerras que se han producido en todo el mundo durante los últimos cuatro años, según la ONU. Aquel texto fue aprobado con 14 votos a favor y la abstención de Estados Unidos. Pero, en un giro inédito de los acontecimientos, la representante de Estados Unidos en el Consejo, Linda Thomas-Greenfield, dijo que su país consideraba el texto “no vinculante”, escudándose en una cuestión procedimental. La mayoría de los expertos coinciden en que sí que lo era, porque el artículo 25 de la Carta de las Naciones Unidas, todos los miembros de la ONU, entre ellos Israel, se comprometen a “aceptar y cumplir” las decisiones del Consejo de Seguridad. En cualquier caso, tanto Israel como Hamás incumplieron la resolución.

Que el país más poderoso del mundo pusiera en duda las resoluciones del máximo órgano de la ONU, responsable de mantener la paz y la seguridad, era un duro golpe. Uno más. La invasión rusa a gran escala de Ucrania sin casus belli alguno o los ataques desde el Gobierno ultra israelí, consentidos o apoyados por Washington y Berlín, han hecho temblar los cimientos de la organización con sede en Nueva York. 

"Ucrania y Gaza son un doble golpe a la ONU"

“Hay un claro daño reputacional para la ONU como resultado de las dos guerras. No es tan diferente al de 2003, cuando Estados Unidos fue a la guerra contra Irak sin el mandato del Consejo de Seguridad. O a los de 2008 y 2014, cuando no hubo reacción a la invasión rusa de Georgia y Crimea”, opina para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Jane Boulden, profesora de ciencia política del Royal Military College de Canadá. “Pero hay dos cosas diferentes esta vez. Una es el golpe doble de la guerra de Rusia-Ucrania e Israel-Gaza. La segunda es que llega tras los previos ejemplos de violaciones de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Carta de Naciones Unidas con impunidad. En ese sentido, la situación actual es probablemente la más dañina hasta ahora. Una muestra de la frustración de los miembros es la decisión de la Asamblea General de concederle un asiento al representante de Palestina”.

Naciones Unidas trata en los últimos años de mantener su poder moral y político y la capacidad de influir en los dosieres internacionales. Pero el sistema internacional basado en reglas, que se inauguró con el nacimiento de Naciones Unidas el 24 de octubre de 1945 en San Francisco, está más en entredicho que nunca. Las resoluciones del Consejo no se respetan, ni tampoco las decisiones por mayoría de la Asamblea General. El multilateralismo, que parecía consolidado en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, deja paso ahora al conocido como “minilateralismo”. Que las negociaciones se lleven a cabo entre distintos grupos de países afines: el G20, el G7, la Organización de Cooperación de Shanghái liderada por China y Rusia, la alianza que Estados Unidos trata de forjar en el Indo-Pacífico con sus aliados anglosajones en el centro…

Ataques a Naciones Unidas desde Israel

El Ejecutivo de Benjamín Netanyahu pidió la dimisión de António Guterres, el secretario general de Naciones Unidas, tras recordar al principio de esta guerra que los ataques de Hamás el 7 de octubre contra Israel no habían ocurrido “en un vacío”, sino tras décadas de ocupación ilegal de territorio palestino y en violación de varias resoluciones del propio Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Tel Aviv consideró estas declaraciones una justificación del terrorismo y declaró a Naciones Unidas “persona non grata”. 

Los ataques fueron a más. El Gobierno israelí cargó contra la Corte Internacional de Justicia, que calificó de “plausible” genocidio las operaciones de Israel contra la Franja. La CIJ es el principal órgano judicial de la Organización de las Naciones Unidas, y a él está adherido Israel. También atacaron, incluso personalmente, al Fiscal General del otro tribunal de La Haya, la Corte Penal Internacional. Karim Khan, que había sido hasta el año pasado acusado de pro-israelí por retener una investigación por anteriores presuntos crímenes de guerra del Ejército israelí, ha pedido a los jueces del tribunal que emitan una orden de detención contra Benjamín Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, además de los líderes de Hamás. Un grupo de congresistas conservadores estadounidenses se sumaron a la ofensiva y enviaron a Khan una carta amenazándole a él y a su familia si seguía adelante con sus cargos contra la cúpula israelí. Estaba en entredicho el “sistema basado en reglas”, según el propio Khan.

"El futuro de Naciones Unidas y, por ende, del orden internacional basado en reglas, se ha presentado como amenazado casi desde la fundación. Hubo años excepcionalmente buenos, como finales de los ochenta y los noventa", discrepa Adam Chapnick, profesor del Canadian Forces College. "Yo no creo que las guerras de Ucrania y Gaza representen nada nuevo respecto a la credibilidad de Naciones Unidas"

Rusia y el orden internacional

También Moscú está dinamitando su compromiso con el sistema de Naciones Unidas con su ataque contra Ucrania, que lanzó sin una causa justificada de guerra, salvo unas presuntas violaciones de los derechos humanos de la comunidad rusa en el este del país y tras una proclamación ilegal de su adhesión a la Federación Rusa. 

El propio Vladímir Putin tiene una orden de detención de La Haya por su campaña de secuestro y deportación a Rusia de niños ucranianos, entre otros presuntos delitos. 

Rusia intenta contrarrestar el relato recordando la invasión estadounidense de Irak en 2001 sin razón justificada y sin apoyo del Consejo de Seguridad. Por aquel entonces, al menos Colin Powell se esforzaba en agitar una probeta con las presuntas pruebas de que Saddam Husein tenía armas de destrucción masiva. Ahora los gestos han cambiado. El embajador israelí trituró en mayo, literalmente, la Carta fundacional de Naciones Unidas en el podio de los oradores. Estados Unidos y Alemania, entre otros países, suspendieron temporalmente la financiación de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos UNRWA tras una campaña de Israel en su contra. 

La Cumbre del Futuro

Este sábado ha arrancado en Nueva York la Cumbre del Futuro de Naciones Unidas, previa a la 79 edición de la Asamblea General que comienza este martes. Se trata de un intento de relanzar a la organización. De volver a ganar a los corazones del mundo para el bando del multilateralismo. Pocos tienen esperanzas. 

“El desfile anual de líderes mundiales por Naciones Unidas ha comenzado, con el habitual resultado del tráfico de Manhattan bloqueado: un símbolo de la parálisis diplomática sobre los conflictos de Palestina a Ucrania, de Haití a Sudán”, opina para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Thomas G. Weiss, profesor emérito de ciencia política de la universidad neoyorquina Cuny. “En lugar de enfocarse en una mediación significativa, las discusiones sin sentido sobre la imposible reforma del Consejo de Seguridad succionan todo el oxígeno de la Primera Avenida [sede de la organización]”. 

Algunas cosas seguirán previsiblemente funcionando: la lucha contra el Cambio Climático, los objetivos del milenio de desarrollo humano (Agenda 2030), la intervención en situaciones de crisis, los proyectos sobre Inteligencia Artificial, ACNUR, Unicef… Pero en las relaciones internacionales se impone cada vez más la ley del más fuerte. La competición estratégica entre Estados Unidos y China y del choque frontal de Rusia con Europa desmantelan el multilateralismo para evitar conflictos.

Reforma del sistema de votación

Desde hace décadas, muchos países han propuesto una reforma del sistema de votación y representación del Consejo de Seguridad como el paso más efectivo para volver a recuperar la credibilidad de la ONU en el orden internacional. ¿Por qué no hay representación permanente de África, América Latina o de India, si de allí son prácticamente la mitad de los seres humanos? ¿Qué sentido tiene el veto constante de Rusia, que se ha convertido en un país paria? Los miembros permanentes (China, Rusia, Estados Unidos, Reino Unido y Francia) son los ganadores de la Segunda Guerra Mundial, un hecho ocurrido hace casi un siglo. 

España apoya la reforma del sistema. Pero no para aumentar el número de países con derecho de veto, como piden algunos, sino para aumentar la representatividad. Por ejemplo incrementando en el número de asientos rotatorios, según han explicado a este diario fuentes diplomáticas españolas. España forma parte del Grupo Unidos por el Consenso junto a Argentina, Canadá, Colombia, Costa Rica, Italia, Malta, México, Pakistán, Corea del Sur, San Marino y Turquía. 

Pero el funcionamiento sigue invariable desde 1965: cinco miembros permanentes y diez asientos extra que se renuevan por turnos, cada dos años, en función de un reparto territorial. Para medio mundo, la única forma para muchos de meter en el Consejo temas de su agenda es aliarse con los países con veto.

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En 1994, el halcón republicano John Bolton se hizo un nombre entre los detractores de Naciones Unidas asegurando que “no pasaría nada si desaparecieran” los diez pisos más altos del edificio en Nueva York, donde se ubican precisamente el secretario general y los altos cargos. Tres décadas después, el hostigamiento a la organización le llega de demasiados frentes, y solo un nuevo impulso político volverá a llevarla a sus tiempos de gloria.

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