Elecciones parlamentarias

Austria da la victoria a la ultraderecha y deja a los conservadores de Nehammer en segunda posición

El FPÖ de Herbert Kickl habría obtenido un 29,1% de los votos, según las primeras estimaciones tras el cierre de los colegios electorales

El líder del ultranacionalista FPÖ, Herbert Kickl.

El líder del ultranacionalista FPÖ, Herbert Kickl. / EP

Gemma Casadevall

Austria dio la posición de primera fuerza al ultranacionalista FPÖ de Herbert Kickl y dejó al conservador Partido Popular (ÖVP) del canciller Karl Nehammer relegado al segundo puesto. El partido de Kickl, el radical que aspira a convertirse en el "canciller del pueblo", obtuvo un 29,1%, según las proyecciones al cierre de los colegios de la televisión pública ORF. Ello supone para ese partido prorruso y xenófobo, defensor del cierre de fronteras y la suspensión del asilo, casi el doble de lo obtenido en 2019. A la derecha moderada de Nehammer se le estima un 26,2 %, una caída de 10 puntos; los socialdemócratas tendrían un 20,4 %, seguidos de los Verdes, actuales socios de gobierno del ÖVP, cayeron un 8,6 %, dos puntos por debajo de los liberales de Neos. Teóricamente, una alianza entre conservadores y socialdemócrata, calificada por Kickl en campaña de 'coalición de perdedores', tendría la mayoría suficiente, aunque con solo un escaño de ventaja. Nehammer tiene, además, la opción de formar un tripartito, sea con los ecologistas o con los liberales.

Estas proyecciones ratifican el ímpetu de Kickl. Sin embargo, no significa que pueda alzarse el "canciller del pueblo", su objetivo proclamado en campaña, ya que el resto del especto parlamentario le rechaza. El término "canciller del pueblo" tiene resonancias nazis, ya que el remite a tiempos del Tercer Reich, a lo que se suma que Austria es el país natal de Adolf Hitler.

El FPÖ de Kickl ocupaba durante meses la primera posición en los sondeos, aunque había perdido fuelle en las últimas semanas. La gestión del canciller Nehammer en las inundaciones que han asolado parte del país alpino, y que siguen afectando su tráfico ferroviario, unido a la condición de partido negacionista del cambio climático de la que hace alarde el partido de Kickl, fortalecieron algo a los conservadores del ÖVP, según los analistas.

Ambos partidos llegaron prácticamente empatados a las elecciones nacionales, en un país con unos 6,3 millones de ciudadanos con derecho a voto. Hasta el final, el FPÖ conservaba sin embargo una muy leve ventaja sobre los populares.

Los ultras más arraigados de Europa

El partido de Kickl es, entre la familia de los ultras europeos, el más antiguo y el más arraigado. Fue fundado en 1955 por un grupo de recalcitrantes nazis y empezó a normalizar su presencia en la política austriaca hacia la década de los 80 del siglo pasado, liderados por el carismático Jörg Haider. Ha acumulado experiencia como socio menor, ya que formó parte de tres Ejecutivos nacionales y está muy asentado también a escala regional. Nunca consiguió la primera posición en unas elecciones al Parlamento nacional, aunque sí fue ya el partido más votado en los comicios europeos del pasado junio.

Hace casi 25 años, el conjunto de la Unión Europea (UE) llegó a boicotear al gobierno de Viena por la presencia del FPÖ en el Ejecutivo. Esta fase está plenamente superada, en una Europa que ha enterrado el aislamiento a los ultras y donde varios partidos de la línea del FPÖ, lideran gobiernos, como es el caso de Hungría, con Víktor Orbán, o de Italia, con Giorgia Meloni.

Sin garantías para Kickl

Pese a haber alcanzado la primera posición, se ve bastante difícil que Kickl pudiera convertirse en el ‚canciller del pueblo‘. El FPÖ se ha radicalizado desde que Kickl asumió su liderazgo, hace cuatro años. El resto de los partidos rechazan cooperar a una formación de discurso radicalmente xenófobo, que ha prometido en campaña cerrar las fronteras y suspender el derecho al asilo. En último extremo, se barajaba incluso la posibilidad de que el presidente del país, Alexander van der Bellen, originario de los Verdes aunque formalmente independiente, rechazara encargarle la formación del gobierno.

"Herbert Kickl se ha perdido entre sus teorías de la conspiración. Con él no se puede construir Estado“, aseguró en campaña el canciller Nehammer. La última vez que el FPÖ formó parte de un gobierno fue bajo el liderazgo del conservador Sebastian Kurz, entre 2017 y 2019. La coalición se hundió en medio del llamado ‚caso Ibiza‘. Con ese nombre se conoce el escándalo que estalló con la difusión de un video grabado en 2017 en una villa en la isla balear. Aparecía en la grabación el entonces líder del FPÖ y vicecanciller Heinz-Christian Strache, a quien una mujer que decía ser sobrina de un oligarca ruso le ofrecía donaciones al partido a cambio de contratas públicas. Strache, que aparentemente accedía, según el comprometedor video, cayó. Se destapó una trama de corrupción que finalmente arrastró consigo a Kurz, el exniño prodigio de la política austríaca y del FPÖ.