La guerra en Oriente Próximo

Soldados españoles en el cepo del Líbano: por qué la misión de cascos azules no puede disolverse

Las críticas a la misión crecen por su impotencia ante la invasión israelí, pero militares expertos sostienen que es peor irse de la zona

Cascos azules españoles en la base libanesa de Marjayún

Cascos azules españoles en la base libanesa de Marjayún / UNIFIL

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Los cascos azules de la misión FINUL (Fuerza Interina de Naciones Unidas para el Líbano, o UNIFIL en sus siglas inglesas) no han podido en la mañana de este martes acceder a los puestos que tienen asignados. En el estado de alerta 4 (la máxima) en el que se encuentran, tienen la obligación de llevar puestos el chaleco antifragmentos y el casco, portar sus armas en todo momento y permanecer en sus bases: las patrullas, incluso las que se realizan a bordo de vehículos blindados, siguen suspendidas.

En el día 1 de la nueva invasión israelí del Líbano, este es el estado de la fuerza más multinacional de la ONU, 11.000 militares de 40 nacionalidades que en este momento crucial de la guerra en Oriente Próximo se encuentra bajo mando de un teniente general español, Aroldo Lázaro, y con el delicado sector Este de la frontera, que mira hacia el Golán sirio, también bajo mando español, el de la Brigada Aragón, convertida en BRILIB y con cuartel general en la base Miguel de Cervantes de Marjayún.

Durante esta noche pasada arreciaba el bombardeo de preparación artillera sobre el área de esa localidad libanesa, y en Madrid no se sorprendía un veterano alto oficial español con varias rotaciones allí a sus espaldas: "Marjayún es una de las avenidas de las fuerzas de Israel". Un vector de entrada en la Línea Azul trazada por Naciones Unidas en 1978 para separar a Israelís y libaneses, y que se acredita ya como una de las fronteras más violadas de la historia pese a miles de cascos azules observando.

La nueva ruptura masiva de la Línea Azul despierta las voces críticas con la utilidad de la misión FINUL, a las que este martes se ha unido la del PP pidiendo una retirada de fuerzas. Los militares españoles no son ajenos a la paradoja de FINUL: la mayoría de sus ejércitos integrantes saben de su inutilidad para evitar la guerra, pero también saben que disolver la misión es peor. Son los bordes que tiene el cepo en el que se encuentran metidos 650 soldados españoles en la más veterana, y a veces surrealista, misión armada de Naciones Unidas.

No se puede reconocer el fracaso

En el ámbito de la Defensa no se calcula siquiera la posibilidad de que España, responsable del mando de FINUL, retire tropas unilateralmente, sin contar con sus aliados. Es un escenario que no se contempla: "Nadie en el escenario internacional volvería a contar con nosotros si repetimos una espantada. Esa decisión no se producirá", asegura el veterano, recordando la salida de tropas de Irak ordenada por el presidente Zapatero en 2004.

Descartada esa posibilidad, un general del Ejército de Tierra experto en geoestrategia consultado por este diario razona con uno de los principales argumentos contrarios a la disolución de FINUL: "Retirar la misión, amén de reconocer su fracaso, implicaría que cualquier intento de volver a establecerla en el futuro sería más difícil", sentencia.

"La retirada de la misión es algo que tiene que decidir el Consejo de Seguridad de la ONU si las potencias allí representadas consideran que ni ahora ni en el futuro la ONU tendrá nada que hacer para facilitar la paz en esa zona, pero no creo que sea así", considera el general, que tiene también una explicación para los repetidos fracasos de FINUL ante el encono de milicianos chiís y fuerzas de Israel: "Si hasta ahora no se ha conseguido evitar los enfrentamientos y las violaciones de la zona de separación es porque ninguna de las partes se ha sentido compelida a respetarla. Luego el problema no es de la misión FINUL, sino de que las violaciones del acuerdo de separación nunca han tenido consecuencias".

Cuatro cascos azules desplegados en el Líbano, en un ejercicio de adiestramiento sanitario.

Cuatro cascos azules desplegados en el Líbano, en un ejercicio de adiestramiento sanitario. / UNIFIL

Ahora bien, el hecho de que no sea conveniente un abandono de la misión no significa para este miembro de la cúpula militar que España deba quedarse cruzada de brazos: "España debiera hacer valer la autoridad moral y diplomática de contribuyente a UNIFIL, salvaguardando siempre la seguridad de nuestras tropas". 

Velada en el búnker

"Nuestra gente está bien. Han pasado la noche en los búnkeres". Es lacónica la respuesta de portavoces militares autorizados sobre el estado de los cascos azules españoles en el Líbano, porque saben que dar más detalles aumenta la inquietud de las familias. Más cuando, bajo los bombardeos, el uso del wifi les queda restringido a los soldados desplegadas allí y no es fácil llamar por teléfono a casa. Es prioridad para Defensa mantener la calma, tranquilizar a las familias de los 650 integrantes de la Brigada Aragón desplazados a la frontera entre Israel y el Líbano... tras la noche de mayor riesgo vivida por los integrantes de la misión FINUL desde que, en 2006, Israel rompió también masivamente la llamada Línea Azul.

Las Fuerzas de Defensa de Israel aseguran que hacen en territorio libanés una "incursión limitada y localizada", para eliminar la logística de Hizbulá, pero ya nadie cree esa afirmación tras el descomunal golpe en Gaza, ni después de que Vladímir Putin inaugurara una nueva etapa de eufemismos bautizando a la invasión de Ucrania "operación militar especial"

De momento, sin embargo, un alto oficial de la Armada estima que "Israel no pretende ocupar la zona sur del Líbano de forma permanente". Su incursión "será temporal hasta destruir las capacidades de Hizbulá en esta zona". Y se apresta a matizar las críticas que, por su impotencia, reciben los cascos azules: "La pregunta que hay que hacerse es qué pasaría si no hay FINUL. Su vacío, ¿quién lo cubriría? Creo que hasta Israel estaría en contra de la retirada de tropas europeas de esta zona crítica para su seguridad".

Y al emitir esa opinión ha tocado una de las claves de la situación. En 2006, tras un nuevo enfrentamiento generalizado entre Israel y la milicia chií del Líbano, se redefinió la misión de Naciones Unidas, e Israel puso dos condiciones: que hubiera fuerzas europeas y de la OTAN en el despliegue y que fueran de países en posesión de portaaviones. De ahí el liderazgo de España, Francia e Italia en el contingente de cascos azules.

Al evaluar la posibilidad de una disolución de la misión, este oficial de la Armada señala un damnificado aún más delicado: "La misión de UNIFIL es muy apreciada en primer lugar por la población, ya que genera recursos para el sostenimiento de las tropas".

Contando vacas

Cuarta voz militar requerida por este diario, un general del cuerpo jurídico, contesta: "Si me está preguntando por el sentido que tiene mantener una misión de paz en caso de hostilidades con invasión terrestre... A mi juicio, ninguno. Pero eso es reconocer el fracaso de toda vía diplomática".

Cabe recordar que FINUL no es una misión de interposición, como las desarrolladas en los Balcanes; es una misión de verificación. O sea, a los soldados les toca hacer de notarios, trabajo poco celebrado por los militares.

Es esta una misión propicia a los descosidos. La resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, una de las fundacionales para UNIFIL, prevé la vigilancia de una frontera. Pero, al contrario que en Bosnia o Kosovo, los cascos azules solo pueden patrullar por uno de sus lados: "Israel no deja que nuestros vehículos vayan por su territorio", recuerda el veterano de Marjayún.

Un puesto de mando español en la Blue Line

Un puesto de mando español en la Blue Line / UNIFIL

Lo primero que ha de hacer el militar occidental al calarse la boina azul es "cambiar el chip". O sea, hacerse a la idea de que las violaciones de la línea fronteriza "son prácticamente diarias". Y no solo por arriba, con los cohetes y obuses de Hizbulá e Israel últimamente, también por todo tipo de incidentes menores: un cazador, un pastor o un rebaño de vacas, que en una zona de las Granjas de Shebaa --antiguo territorio sirio-- pasaba a diario a abrevar desde el Líbano a zona controlada por Israel. "Y había que apuntar una violación de la frontera cada vez".

En la zona Este, se eligió Marjayún para establecer la base española por ser la única gran localidad de mayoría cristiana. Han sido abundantes las hostilidades mostradas por Hizbulá a los cascos azules, pese a sus declaraciones mostrando aprecio a la misión. "Llegas hasta un punto que no quieren que veas, y surgen decenas de milicianos armados que obligan a dar la vuelta", relata. En ocasiones no poco frecuentes, esa insurgencia ha decomisado los GPS, las cámaras de fotos y el armamento a unidades indonesias y nepalís.

Ha dicho estos días Alexander Duguin, el ideólogo y propagandista de cabecera de Putin, que en la invasión israelí del Líbano comienza la tercera guerra mundial. Al comentárselo al veterano alto oficial de FINUL, este ironiza: "Se han visto cosas más increíbles". Y recuerda que, en 1978, en los momentos fundacionales de esta golpeada misión de Naciones Unidas, se produjo la insólita escena de tropas de Irán atravesando territorio de Israel. Fue una compañía perteneciente al batallón de cascos azules enviados por el régimen del sha a los altos del Golán, a la que se requirió para reforzar la incipiente Línea Azul. Eso hoy es inconcebible.