Desde Ucrania
Ucrania se prepara para una década alternando períodos de paz y de guerra: “Será como Oriente Próximo”
“Nuestra misión como Ejército es hacer que el tiempo de alto el fuego dure tanto como sea posible”, coronel Hennadiy Kovalenko | “Tenemos instrumentos para forzar a Rusia a negociar”, Oleksandr Litvinenko
Ucrania ya ganó de algún modo la guerra en los tres primeros días de la invasión rusa, hace casi 1.000 días. Al evitar que las poderosas tropas de Vladímir Putin tomaran el control de la capital y descabezaran al Gobierno, evitó convertirse en un país títere. Una victoria que sorprendió al mundo. Cuenta el conductor Alekséi, mientras recorre la carretera que conecta Kiev con el norte, por donde se produjo el intento de toma de la capital, un episodio poco conocido de aquel fatídico 24 de febrero de 2022: agentes rusos habían ido infiltrándose en el país durante los meses anteriores, y alquilaron pisos estratégicamente situados por toda la ciudad. El día de la invasión, salieron de las sombras y comenzaron a realizar intentos de sabotaje por toda la ciudad, en una estrategia aprendida durante la invasión del Donbás de 2014. Pretendían quemar edificios oficiales, deshabilitar infraestructuras eléctricas o sembrar el caos en los transportes. Las fuerzas de seguridad kievitas, ayudadas por los civiles, iniciaron una auténtica caza del hombre. Al saboteador que encontraban, lo ejecutaban, asegura Alekséi.
Desde aquellos días han pasado ya casi tres años. En 2022, los ucranianos consiguieron recuperar mucho territorio. Pero desde el año pasado parece que todo está inmóvil, casi congelado. Los soldados siguen muriendo por miles en el frente pero, ¿para qué? ¿y hasta cuándo?
Cada vez más ucranianos, civiles, militares u oficiales del Gobierno, se preparan para una guerra larga. Vivir en estado de deflagración constante: quizá un alto el fuego, seguido de un nuevo conflicto y otra pausa hasta el siguiente. Un conflicto intermitente, como el de Oriente Próximo, más que un conflicto congelado como el de las dos Coreas.
“Durante los siguientes diez años viviremos períodos de conflicto congelado, de paz y alto el fuego, y períodos de guerra activa”, prevé el coronel Hennadiy “H” Kovalenko, director de Cooperación Internacional del Ministerio de Defensa, durante una conversación con un reducido grupo de periodistas internacionales, entre ellos EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario del grupo Prensa Ibérica. “Nuestra responsabilidad desde el Ejército es hacer que esos períodos de paz y alto el fuego sean tan largos como sea posible, y aquellos de guerra, tan cortos como se pueda, hasta que se alcance la victoria y la integridad territorial de Ucrania sea restablecida”.
Un futuro parecido al de Oriente Próximo
En los vagones del metro de Kiev hay pantallas de televisión que alternan anuncios de ropa de moda con otros que instan a los jóvenes a alistarse. Una mujer de mediana edad los ignora y se distrae haciendo "scroll" en su cuenta de Instagram durante el trayecto. Pasa rápido los vídeos constantes de soldados hablando a cámara desde las trincheras. Solo se detiene en vídeos de animales y de maquillaje.
El hastío bélico se apodera poco a poco de la población. Muchos jóvenes no quieren ir al frente. Alrededor de 650.000 hombres en edad de luchar han abandonado el país, según Eurostat. Ucrania intenta forzar su alistamiento amenazando con cortar el acceso a los servicios sociales a los que eludan su responsabilidad. Pero hay una disonancia insostenible entre el objetivo bélico, expulsar a uno de los mayores ejércitos del mundo del 20% del territorio ucraniano, y la disponibilidad de reclutas para alimentar la máquina de guerra.
El conflicto será largo, y casi todos lo saben. “Tengo a cinco miembros de la familia en el frente. Mi marido sigue haciendo entrenamientos de tiro. Nos estamos preparando”, dice Irina Nemyrovych, exalta funcionaria del Gobierno y cofundadora de la ONG médica UHC. Pavlo Kovtoniuk, su compañero en la asociación, y ex viceministro de Sanidad del Gobierno del presidente Volodímir Zelenski, insiste en la idea de un conflicto para una generación: “Creo que habrá períodos de pausa, y luego choques militares. Algo parecido a lo que se vive en Israel y Oriente Próximo. Ahora necesitamos una pausa. Pero la guerra no va a parar”.
“Tenemos instrumentos para forzar a Rusia a negociar”
En el primer año de contienda, además de conseguir detener una imponente columna de tanques que iba hacia Kiev, consiguieron alejar a las tropas rusas de la segunda ciudad del país, Járkov, protegiendo a la población del martirio de la artillería rusa. Pero han fracasado en los intentos de romper las líneas defensivas rusas en los territorios ocupados del Donbás (donde Putin ha creado las autodenominadas República Popular de Donetsk y de Lugansk), Jersón o Zaporiyia. Hace dos semanas, los rusos consiguieron conquistar la ciudad estratégica de Vuhledar, y van camino de convertir otro punto clave, Pokrovsk, en otro Bajmut, un infierno de destrucción bajo control de las tropas de Putin.
El presidente Volodímir Zelenski dio un golpe de efecto el pasado mes de agosto cuando ordenó a sus tropas invadir territorio ruso en Kursk. Fue la primera invasión que encajaba Rusia desde la II Guerra Mundial. Ucrania ha conseguido tomar y controlar un territorio de unos 800 kilómetros cuadrados de esa provincia rusa, según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW). La intención era tanto lograr algo de territorio para intercambiar en una posible negociación como mostrar que Rusia también tiene puntos débiles, y evitar también una invasión a la región ucraniana de Sumy. Pero, sobre todo, querían provocar que Rusia desviara tropas desde el frente del Donbás para recuperar la región invadida. Putin, que primero trató de quitar importancia a la invasión, ahora ha ordenado el envío de 50.000 soldados para tratar de expulsar a los ucranianos, según el Gobierno ucraniano. Es aproximadamente un 10% de las fuerzas que tiene en el frente de 1.500 kilómetros que debe mantener.
“Hay que forzar a Rusia a sentarse a negociar. Tenemos instrumentos y medidas especiales para forzar a Moscú a tomar la decisión correcta. Y no puedo decir más”, comenta enigmático Oleksandr Litvinenko, secretario y máximo responsable del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania. Litvinenko atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA junto a media docena de medios internacionales en la sede kievita del Consejo, fuertemente militarizada y protegida por sacos terreros. Con voz pausada, frunciendo unas características cejas casi triangulares, el que fuera también jefe del Servicio Secreto Exterior del país advierte de que se preparan para “el invierno más duro”, porque Rusia “ha destruido 8 GW de producción energética”, aproximadamente la mitad del total. Pide que los aliados arrimen el hombro, ahora más que nunca. “La primera necesidad son las defensas antiaéreas porque sin ellas los rusos pueden golpear nuestro sistema energético, los depósitos de municiones o a la gente”, añade.
Pendientes de Estados Unidos
En la misma línea se expresa el mencionado coronel “H”: Ucrania depende de sus socios. Él prestó servicio como oficial de Estado Mayor en el Cuartel General del Mando Estratégico de la OTAN en Estados Unidos, y dice conocer “cómo funciona la OTAN, pero, aún más importante, también cómo no lo hace”.
Reconoce errores propios, eso sí. “Una de las razones por las que no tuvo éxito la contraofensiva del año pasado fue la débil seguridad operacional: hasta las babushkas [las abuelas] sabían de nuestra estrategia y qué íbamos a atacar al día siguiente”, se queja. Se frena frecuentemente durante la conversación para evitar dar detalles delicados de la estrategia militar. Pero dice tener claro que van a ganar. Ahuyenta a los analistas bélicos agoreros que empiezan a multiplicarse en los medios occidentales: “¿Dónde están ahora los que dijeron que caeríamos en tres días”, clama? “No estamos perdiendo territorios: eso es una prueba de que la estrategia es correcta. Seguimos creando brigadas [unidades militares de unos 2.000 soldados]. Seguimos recibiendo apoyo de muchos países. Y hemos conseguido liberar el 50% de los territorios conquistados por los rusos desde febrero de 2022”, argumenta.
En Kiev están pendientes, como medio mundo, de si será Donald Trump o Kamala Harris el próximo presidente o presidenta de la hiperpotencia global, de la que tanto dependen. ¿Cuál es el plan si gana Trump?, preguntamos a Litvinenko, que elude la cuestión: “Nuestro plan es trabajar, luchar, sobrevivir y ganar”.
Zelenski ha realizado estos días una gira por las capitales europeas para promover su Plan de Victoria, que ya presentó a Joe Biden, Kamala Harris y Donald Trump en septiembre. Pretende “crear las condiciones adecuadas para un final justo de la guerra”. Es un plan secreto y que incluye sorpresas, según las fuentes ucranianas consultadas. En Kiev cuentan los días para que pasen las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre en Estados Unidos. Ese día comienzan a perfilar de nuevo su futuro. Se abre, previsiblemente y si nada cambia, una década de períodos de paz con choques militares con la potencia rusa.