Elecciones EEUU 2024

China se prepara para otros cuatro años de curvas y baches con Donald Trump

Una pantalla gigante en una calle de Pekín emite la primera comparecencia de Donald Trump tras despejarse su camino a la Casa Blanca, este miércoles.

Una pantalla gigante en una calle de Pekín emite la primera comparecencia de Donald Trump tras despejarse su camino a la Casa Blanca, este miércoles. / NG HAN GUAN / AP

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

¿Volverá Donald Trump a descolgar el teléfono si le llama el presidente de Taiwán? En 2016 apenas necesitó unas horas para generar el primer incendio entre las dos grandes potencias y su pasmo lo revelaba alejado de las sutilezas geopolíticas. Cómo es posible que pueda venderle una millonada en armas a Taipei, inquirió, pero no puedo escuchar la felicitación de su presidente.

Regresa Trump a la Casa Blanca y, atienda o no la llamada de Lai Ching-te, China sabe que le esperan curvas y baches en los próximos cuatro años. Su primera reacción ha sido tan aséptica como se esperaba. Esas elecciones son un asunto doméstico estadounidense y China respeta la voluntad del pueblo estadounidense, ha recitado el Ministerio de Exteriores en su rueda de prensa de diaria. Preguntado el portavoz por la lluvia de aranceles que ha prometido Trump, ha aclarado que no responde a cuestiones "hipotéticas". "Nuestra política hacia Estados Unidos siempre ha sido consistente y seguiremos gestionando las relaciones atendiendo a los principios de mutuo respeto, coexistencia pacífica y cooperación provechosa", ha finalizado. De vulnerar todos esos principios y de mantener una mentalidad de guerra fría suele acusar Pekín a Washington en los tiempos más fragorosos.

La principal noticia en los digitales chinos este miércoles es la revitalización rural que impulsa Xi Jinping, presidente chino. No han disfrutado aquí las elecciones estadounidenses del generoso espacio que le ha dedicado la prensa global. Confluyen varios factores. China no suele airear ante su pueblo, por razones obvias, asuntos como elecciones, votos o democracia. En las estadounidenses le inquieta, además, que se la acuse de interferencias en este clima de creciente paranoia. Y, por último, no pensaba Pekín que se jugara demasiado: con Trump o Kamala Harris, la hostilidad estadounidense se daba por descontada.

Recuperar la sintonía

Los editoriales y artículos de opinión, expresando más un deseo que un pronóstico realista, han repetido en los últimos días que urge recuperar la sintonía. Los titulares dan el tono: "El nuevo presidente debe entender que el mundo es lo suficientemente grande para que todos prosperen", "Reconstruir la confianza entre Estados Unidos y China es crucial para el mundo"... Las tensiones abren la puerta a una guerra fría e incluso caliente, recuerdan, si no se toman medidas. Existen zonas de conflicto pero también de cooperación, tranquilizan. Y sobre el desacoplamiento económico, defendido por los halcones republicanos, alertan de que dañará a ambos países y al mundo entero.

China está preparada ya para que Trump declare una nueva guerra comercial. No será nueva, en puridad, porque estamos aún en la anterior: Joe Biden no ha retirado ni uno sólo de los aranceles de Trump. Aquellos se amontonarán con los inminentes del 60% a todas las importaciones chinas, ha prometido el inminente presidente. China lleva años intentando blindar su economía de la volatilidad global que pone en peligro sus exportaciones. Por un lado ha enfatizado el autoconsumo, por el otro ha potenciado mercados como el asiático y el africano.

Mucho ruido en lo comercial y carretera libre en lo geopolítico, eso prevé Pekín atendiendo a los precedentes. La política de "América, lo primero" anticipa cierto desahogo tras la concienzuda y admirable reconstrucción de las alianzas lograda por Biden. Xi acusó a Estados Unidos el pasado año de liderar una coalición occidental para frenar el auge chino. El regreso a los cuarteles con Trump es la mejor noticia para Pekín, por más ruido que genere la guerra comercial.

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