Elecciones EEUU 2024
Donald Trump vuelve a la Casa Blanca con una holgada victoria sobre Kamala Harris
El candidato republicano bate a la vicepresidenta al conquistar los estados clave y se hace con el control del Senado
Donald Trump será, otra vez, el presidente de Estados Unidos. Con una contundente victoria frente a la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, con la que ha librado tres meses de una batalla cruenta, turbulenta y que según las encuestas era mucho más ajustada de lo que se ha acabado demostrando, el republicano ha cosechado un triunfo político innegable. Suma, de este modo, otro capítulo a una de las historias políticas más anómalas, y oscuras, que recuerda el país.
Con el escrutinio aún en marcha en varios estados, Trump acumula ya 276 votos electorales frente a los 219 de Harris, lo que permite al candidato republicano superar la barrera de 270 compromisarios necesaria para aterrizar en la Casa Blanca. Y ha sido precisamente en los siete estados bisagra donde ha cimentado su triunfo el expresidente. A su favor se han inclinado ya Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania y Wisconsin, pero además el escrutinio sopla a su favor en Michigan, Arizona y Nevada. Eso significaría que Trump, como hizo en 2016, ha tumbado de nuevo el llamado “muro azul” de históricos feudos demócratas que formaban Wisconsin, Michigan y Pensilvania. De hecho, los únicos estados que han cambiado de color político respecto a 2020 han sido Georgia, Pensilvania y Wisconsin.
Pero el triunfo del expresidente va más allá de haber derrotado a Harris, pues los republicanos han conseguido en la misma jornada arrebatarle a los demócratas el control del Senado y podrían incluso ampliar su mayoría en la Cámara de Representantes. Tener las riendas de ambas cámaras le facilitaría a Trump, por ejemplo, aplicar su agenda migratoria y de recortes fiscales. Una victoria política innegable.
Trump. a los 78 años, podría ser el presidente de más edad en la historia, y también el primero desde Grover Cleveland a finales del siglo XIX en regresar al poder cuatro años después de haberlo perdido. También se convertiría en el primer delincuente convicto elegido para ocupar el Despacho Oval, condenado en Nueva York por el caso Stormy Daniels.
Puede volver al mismo lugar desde el que en 2020 lanzó una gran mentira sobre un inexistente fraude electoral en su derrota entonces frente a Joe Biden, mentira que agitó hasta que una masa de sus seguidores asaltó el Capitolio y que, a día de hoy, aún mantiene.
Cuatro imputaciones
Aquel episodio, que por unos días le convirtió en políticamente radioactivo y pareció que sería el fin de su carrera, le valió el segundo de sus juicios políticos (impeachment del que, como en el primero, salió exonerado). También le valió una de las cuatro imputaciones penales en su contra. Pero sobrevivió políticamente, como en la campaña ha sobrevivido a dos intentos de asesinato.
En cada paso ha ido consolidando su control y dominio del Partido Republicano y el fervor entre su base más fiel de seguidores, un movimiento con claras muestras de un culto a la personalidad al que en estas elecciones se han sumado también sus avances entre otras partes del electorado, como hombres jóvenes, latinos y negros, y trabajadores afiliados a sindicatos. Y esos avances rompen definitivamente los esquemas sobre los que durante tiempo se construyó la idea de una parte importante de la base demócrata.
De poco parecen haber servido las advertencias que sus rivales en el duelo presidencial, primero Biden y luego Harris, han hecho sobre el riesgo que su retorno a la Casa Blanca representaría para la democracia. De poco las alertas definiéndolo como “fascista” de muchos de quienes sirvieron con él en su primer mandato o de estudiosos del autoritarismo. De poco el temor que expresaban ellos y muchos votantes demócratas de la deriva hacia el poder absoluto que representaría su victoria, más si llegaba acompañada por ese control del Congreso al que también apuntan los resultados hasta el momento de escribir estas líneas.
Mensajes racistas
Entre los estadounidenses que han ido a las urnas, y con el sistema del Colegio Electoral jugando a su favor, muchos han comulgado con el discurso y las propuestas de Trump. Son mensajes en los que en campaña ha ido más allá del descontento con los altos precios y la preocupación por la economía que eran cuestión prioritaria para muchos optando por centrarse en el retrato de una nación en declive donde prácticamente todos los problemas tienen su raíz en la frontera y en lo que denuncia como una “invasión” de inmigrantes.
Ha sido el suyo un retrato trazado con una retórica cada vez más xenófoba y racista y con propuestas extremas, como la mayor operación de deportación de la historia, planes que ahora parecen estar a punto de volverse agenda presidencial.
En su potencial triunfo también late el respaldo a su política del Estados Unidos primero, una filosofía de nacionalismo populista con reverberaciones globales, ya sea en política exterior o en la economía global. Y si la victoria acaba culminando se abren profundos interrogantes en cuestiones como el futuro de la ayuda de EEUU a Ucrania conforme libra la guerra de invasión que inició Rusia y se abre la posibilidad de guerras comerciales si aplica sus promesas de aranceles universales.
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