Crisis política en Alemania

Verdes y liberales, la cara amable o la cruz tóxica de la fracasada alianza de Scholz

Olaf Scholz, canciller alemán, el pasado día 15 en el edificio de la Cancillería, en Berlín. / Clemens Bilan EFE

Gemma Casadevall

Los Verdes alemanes refrendaron como candidato a las elecciones anticipadas del 23 de febrero al ministro de Economía, Robert Habeck, representante de un ecologismo sensato, leal y asumible para el bloque conservador de Friedrich Merz, líder en los sondeos. Los ecologistas son el reverso de la medalla de los liberales, causantes de una ruptura de la coalición de Olaf Scholz que, según medios alemanes, se originó por una trama para finiquitar el gobierno del que formaban parte.

Habeck recibió el respaldo del 96 % de los delegados, en un congreso en que la formación ecologista, único aliado que le queda a Scholz, se abonó a la moderación. A menos de 100 días de las elecciones, los sondeos les sitúan en un 10 % de los votos, unos cinco puntos por debajo de los socialdemócratas. Merz parece inalcanzable, con un 32%, mientras que a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se le pronostica un 18%.

El congreso verde apostó por una ‚reforma‘, pero no abolición, del freno a la deuda, pese a ser este instrumento un obstáculo para la reactivación de la economía alemana, según reconocen asesores de Scholz. Aprobaron facilitar el acceso al mercado laboral a los inmigrantes y propiciar fórmulas para el ‚regreso voluntario‘, en lugar de las deportaciones. Y se pronunciaron por impulsar la prohibición de la AfD, algo que comparten miembros de un amplio espectro parlamentario.

Los liberales, reincidente mal socio

El rechazo del ya exministro de Finanzas y líder liberal, Christian Lindner, a levantar el freno a la deuda fue la causa oficial de la ruptura de coalición con los socialdemócratas de Scholz y los verdes de Habeck. Detrás de ese rechazo, sin embargo, hubo un plan articulado por Lindner desde septiembre para, paso a paso, propiciar la ruptura. Medios de referencia, como el diario Süddeutsche Zeitung y el semanario Die Zeit, han revelado esa comprometedora trama.

Lindner se ha limitado a comentar que no debería "ser noticia" que el partido entendiera que no había forma de mantener la alianza. Desde las filas socialdemócratas se ha destacado que el plan había sido trazado en términos hasta bélicos, ya que fue bautizado como "Día D" -alusivo al desembarco aliado de Normandía, el 6 de junio de 1944.

Que los liberales han sido un partido acomodaticio, sea para gobiernos de liderazgo conservador o socialdemócrata, es un hecho en la historia de la República Federal de Alemania (RFA). También lo es que se han comportado como un socio traidor. El precedente directo fue el voto de censura que en 1982 derribó al canciller socialdemócrata Helmut Schmidt, impulsado por el entonces líder de la oposición conservadora Helmut Kohl y respaldado por los liberales, que habían quedado fuera de la coalición.

Está por ver si estas revelaciones llevarán al descrédito total al partido de Lindner, al que los sondeos sitúan por debajo del 4 %, mínimo para obtener escaños. La coalición de Scholz era altamente impopular, por lo que puede haber quien defienda la oportunidad del "Día D".

Errores ecologistas, de la crisis energética a Gaza

Habeck empezó su discurso ante los delegados recordando „la dura crisis energética“ precipitada por la guerra de agresión de Rusia sobre Ucrania. Alemania era un país „dependiente de Moscú“ por „decisiones políticas“ adoptadas tanto en tiempos del canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, como por la conservadora Angela Merkel.

El gobierno de Scholz tuvo que aparcar proyectos para impulsar las renovables, ya que existía el temor a quedarse „literalmente a oscuras o sin calefacción“. Se refirió a la ley impulsada por su departamento, que pretendía obligar a sustituir las viejas calderas por calefacción ecológicamente limpia. Con la inflación disparada, el proyecto hundió en la impopularidad al conjunto del partido. Su plan no era viable, lo que degradó a Habeck a la categoría de incompetente a ojos de la oposición.

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El gran error político de los Verdes ha sido la defensa a ultranza del compromiso con Israel y el pánico ante cualquier crítica a la devastadora guerra de Gaza. Los intentos de la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, por condenar las matanzas sobre la población palestina han sido demasiado tibios. El apoyo a Israel no se cuestiona entre la política alemana, por el peso del Holocausto. Pero esto le ha costado a los Verdes la desconexión con el voto joven. De ser identificado como un partido de orígenes revolucionarios y antijerárquicos ha pasado a visto como una formación que ha envejecido mal.

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