Conflicto en Oriente Próximo
Israel mata al portavoz de Hizbulá y recrudece sus bombardeos en Líbano y Gaza
La milicia libanesa estudia la propuesta de alto el fuego de Estados Unidos a la vez que el enviado especial de Biden pospone su visita a Beirut
Suben a cuatro los muertos en el ataque en el centro de Beirut que mató al portavoz de Hizbulá / Europa Press/Contacto/stringer
En los 40 años que lleva aquí, Ahmad Jaber Saloum no se había sentido tan inseguro. “Ahora más que nunca”, confiesa a este diario desde detrás del mostrador de una tienda de dulces en una calle comercial del barrio beirutí de Mar Elias. En el interior de su establecimiento, los colores de caramelos y chocolates forman un arcoiris que entra por la mirada. Allí donde miras es dulzura y felicidad. Pero, al salir a la calle, el humo domina el ambiente. El olor a quemado se instala en la garganta. Y cualquier color es sustituido por una gama de polvos grises y negros chamuscados. Hasta Mar Elias ahora también llegan las bombas israelíes.
“No hay palabras para describirlo”, rememora Jaber Saloum. “Fue algo horrible: un coche en llamas, gente en el suelo entre cristales, el techo roto, todo lleno de polvo; una completa locura”, añade este comerciante que estaba en su tienda cuando los misiles israelíes empezaron a golpear su barrio. “Estábamos en el edificio que estaba al lado del objetivo, que es donde vivimos”, explica su hijo Mohamed. “Hubo unos cinco ataques, cinco misiles, fue caótico, y lo único que oíamos eran gritos y gente chillando y humo por todas partes”, afirma este joven que trabaja con su padre en el negocio, mientras muestra imágenes de un incendio activo desde su dormitorio.
Ruinas humeantes
Casi 20 horas después de que las llamas se extinguieran, el humo aún sigue intoxicando los pulmones de los beirutíes. El ataque israelí, el enésimo en los últimos meses pero el primero en Mar Elias, tuvo como objetivo una tienda de tecnología en la principal arteria comercial de este barrio multicultural. “Había mucha gente en la calle en ese momento, es un barrio residencial, pero ahora simplemente nos toca seguir con nuestras vidas”, confiesa resignado Mohamed, a la espera de que el humo se disipe. El tráfico no se ha detenido. Tampoco la vida. “Hoy sigo abierto”, dice Ahmad encogiéndose de hombros. “¿Qué podemos hacer?”, se pregunta sin esperar respuesta.
Entre los dos muertos por ahora confirmados por el ministerio de Sanidad –entre el humo, los curiosos hablan de cuatro–, está el dueño de la tienda de tecnología. El Ejército israelí afirma que las víctimas mortales eran líderes militares en el sur del Líbano, sin aportar pruebas, como de costumbre. Otras 13 personas resultaron heridas. A un par de kilómetros de allí, tuvo lugar el primer bombardeo que rompió la paz de la tarde del domingo de los beirutíes. De la oficina del partido Baaz en el céntrico barrio de Ras el Nabaa, solo queda una planta en pie. Las dos de arriba han quedado completamente pulverizadas después del ataque israelí que mató al portavoz de Hizbulá, Mohamed Afif, y otros cuatro funcionarios de los medios del grupo.
Mar de escombros
A los pies del edificio, en el corazón de un puñado de edificios residenciales de más de 12 pisos, solo queda un mar de escombros. Alguien se ha molestado en traer un retrato de Bashar el Asad, el presidente de Siria y de su partido Baaz, y fiel aliado de Hizbulá. Mientras, una excavadora trata de recuperar el único cuerpo aún desaparecido, según fuentes de Hizbulá cuentan a EL PERIÓDICO desde el lugar del bombardeo. Este ataque a plena luz del día del domingo ha hecho de Afif el primer miembro del grupo que no se enmarca dentro del campo militar ni del liderazgo que ha sido objetivo de un asesinato. Su asesinato pone de manifiesto la política israelí de perseguir todo aquello que incumba a Hizbulá, ya sea su ala militar o su sector administrativo, del que el portavoz formaba parte.
Israel busca reducir la capacidad del grupo chií en todos los frentes: económico, social, político y militar. Antes de asumir el cargo de principal responsable de relaciones con los medios de comunicación, Afif dirigió la estación de televisión al Manar de Hizbulá. Además de ser una de las caras visibles en la prensa nacional e internacional, era un gran aliado del también difunto exlíder de Hizbulá durante los últimos 32 años, Hasán Nasrala. Esta pérdida socavará la capacidad de comunicarse de Hizbulá y de transmitir sus mensajes al mundo. Sus comentarios a la prensa más recientes fueron seis días antes de su asesinato, diciendo que las tropas israelíes no habían podido ocupar ningún territorio en el Líbano y que Hizbulá tenía suficientes armas y suministros para librar una “larga guerra”.
"Pueblo pacífico"
Durante este fin de semana, Hizbulá ha confirmado haber considerado la propuesta de Estados Unidos para un alto el fuego en el Líbano. Amos Hochstein, enviado especial de la administración del presidente Joe Biden, ha pospuesto su visita a Beirut inicialmente prevista para el martes. Por su parte, Israel continúa expandiendo sus ataques en todo el país. Al menos 11 personas han muerto en Tiro, la principal ciudad litoral del sur del Líbano. Otros ocho paramédicos han perdido la vida siguiendo el patrón de las últimas semanas de bombardeos israelíes contra los servicios de rescate y emergencia que acuden al lugar del suceso tras un ataque. Dos soldados del Ejército libanés, que no participa en la guerra, han muerto este domingo.
Washington ha presentado una nueva propuesta de tregua al Estado libanés con la esperanza de poner fin a más de un año de combates. Durante el fin de semana, Hizbulá habría enviado mensajes a la Casa Blanca informando de que apoyaban el fin de la guerra y pedían algunos cambios al texto inicial. Aunque se desconocen los detalles, el alto el fuego se basaría en la resolución 1701, que exige la retirada de Hizbulá del sur del Líbano, pero a Israel no se le permitiría tener libertad de movimiento en la zona, según informa Al Jazeera. El nuevo acuerdo sí que incluiría el derecho a defenderse de ambos bandos en caso de cualquier acontecimiento, condición que los funcionarios libaneses no apoyan por ser demasiado ambigua.
“El pueblo libanés es pacífico, la gente aquí es buena y solo quiere vivir”, defiende Ahmed Jaber desde su tienda de dulces en Mar Elias. “Yo no tengo un enemigo, pero sí que hay alguien que nos lanza amenazas sin decir nada”, afirma señalando al cielo, donde el dron israelí zumba. “Esta inestabilidad que no nos permite saber si atacarán hoy o mañana aquí es lo que nos hace sentir inseguros, pero nosotros no queremos esta guerra que nos ha sido impuesta”, denuncia a EL PERIÓDICO. En la otra esquina de la calle, el humo sigue emanando de los escombros como recordatorio de lo cerca que está la muerte.
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