Guerra en el país árabe

Rusia amenaza con matar de hambre al norte de Siria

Moscú baraja forzar el cierre a la única puerta de entrada de ayuda humanitaria a las zonas opositoras sirias, donde el 90% sobrevive gracias a la ayuda internacional | Este viernes el Consejo de Seguridad votará, como cada seis meses, si el paso de Bab Al Hawa, desde Turquía a Idleb, sigue abierto

Imagen aérea de la ciudad de Idlib, último bastión opositor en Siria, el 2 de abril de 2022.

Imagen aérea de la ciudad de Idlib, último bastión opositor en Siria, el 2 de abril de 2022. / OMAR HAJ KADOUR / AFP

Adrià Rocha Cutiller

Mohammed se muestra relativamente contento cuando se le pregunta por los dos últimos años en Idleb, la última gran región opositora siria. Allí, desde 2020, la guerra ha aflojado, los bombardeos ya no son constantes, en los mercados hay comida, y en las casas, electricidad e internet la mayoría de horas del día. 

"En la ciudad no es como en los campos de refugiados, claro… Ahí es mucho peor y la situación es desesperante, pero en la ciudad hemos llegado a un equilibrio. Los precios no se han disparado como en las zonas controladas por el régimen. Hay más seguridad que antes. La ayuda llega, y no nos podemos quejar, de momento, aunque la gente tiene miedo”, dice Mohammed.

Y este miedo podría activarse pronto. Idleb y las demás regiones opositoras sobreviven gracias a la frontera turca, desde donde llegan todos los servicios y alimentos. En estas zonas viven 4,5 millones de personas -tres millones son, como Mohammed, desplazados de guerra-. Del total de estos habitantes, el 90% sobrevive gracias a la ayuda humanitaria que entra por Turquía, a través de Naciones Unidas

Ahora, Rusia amenaza con cerrar el grifo. Este viernes empezará una votación en el Consejo de Seguridad de la ONU para que la organización siga mandando y coordinando la ayuda a través de la única puerta de entrada del mundo a Siria: Bab Al Hawa. Hace unos años, la ONU mandaba su ayuda a través de más entradas, pero Rusia, con poder de veto en el Consejo de Seguridad, las fue cerrando una a una. 

Moscú amenaza ahora con cerrar la última que queda. “No vemos ninguna razón para preservar el mecanismo de ayuda a través de la frontera”, dijo, en mayo, el embajador ruso ante la ONU, Dimitri Polianski. La hambruna amenaza con llegar al norte de Siria.

Situación catastrófica

"Sin la ayuda, la situación se deteriorará enormemente. De los habitantes de la zona, más de la mitad dependen de esta ayuda completamente. No tienen nada más. Son los que están en los campos en la frontera. Y si esta gente no puede sobrevivir, intentarán ir a Turquía, donde la gente ha cambiado de actitud y ya no quiere más refugiados. Turquía está al límite y esto, creo, provocaría otra ola migratoria hacia Europa", explica el experto en Siria Ömer Özkizilcik, que continúa:

"Rusia está jugando a un juego con las vidas de gente inocente. Y creo que en la cabeza de Moscú está presionar para recibir concesiones de Estados Unidos, de Occidente. Si no, buscarán crear otra crisis migratoria. El acuerdo en la ONU es posible, pero serán necesarias concesiones a Moscú", dice Özkizilcik.

Es la misma historia de siempre: Rusia forzó que el programa de ayuda de la ONU a Siria desde la frontera con Turquía tuviese que renovarse cada seis meses. Periódicamente, Moscú amenaza con su veto y, desde ahí, extrae concesiones de Washington.

Pero esta vez es distinta. La votación en el Consejo de Seguridad que empezará este jueves será la primera desde la invasión rusa a Ucrania. Las relaciones entre una Moscú aislada del mundo y Washington y Europa son nulas. Las posibilidades de que haya un veto son más reales que nunca

“Rusia querrá conseguir el máximo. Posiblemente pida que se levanten sanciones contra el régimen del presidente sirio, Bashar al Asad, y también sanciones occidentales a la economía rusa, impuestas por la guerra siria primero y la ucraniana después”, considera Özkizilcik. Si no, crisis humanitaria en Siria.

Diplomacia del chantaje

Rusia, sin embargo, también tiene motivos para mantener la ayuda hacia el norte de Siria. Aunque, eso sí, siempre a su manera. “La diplomacia rusa tiene un interés paradójico en la supervivencia de este sistema de ayuda, del que disfrutan mientras odian. Cada seis meses, cada vez que el sistema está a punto de caducar, Moscú consigue extraer favores de sus rivales”, escribe Aaron Lund, experto en la Agencia de Investigación de Defensa Sueca (FOI).

El término para la votación en el Consejo de Seguridad es este domingo, cuando, si no se llega a un acuerdo, se cerrará el paso de Bab Al Hawa, el salvavidas de Idleb y el noreste de Siria. Todos los ojos están en Nueva York.

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