Abusos sexuales

Dominique Pelicot, condenado a 20 años por la sedación química y la violación masiva de Gisèle

Más de 400 años de prisión para los 51 agresores de Mazan: 41 ingresan inmediatamente en prisión preventiva, 3 se benefician de órdenes de prisión preventiva diferidas y 6 salen en libertad

Pelicot condenado a 20 años, la pena máxima por drogar, violar y grabar a su mujer de forma continuada

Agencia ATLAS / Foto: EFE

Leticia Fuentes

Leticia Fuentes

Desde septiembre todo el mundo ha mirado a Francia, concretamente a Aviñón. La sociedad ha observado a Dominique Pelicot, intentando entender el porqué de esa mente perversa, pero en especial los actos que cometió: durante 10 años drogó y violó a su mujer, Gisèle Pelicot, para ofrecerla a otros hombres que conocía a través de internet. Esta mañana ha sido condenado por violación agravada y sedación química a 20 años de prisión. "Declarado culpable, por violación agravada sobre Gisèle Pélicot", afirmó pasadas las nueve de la mañana, el presidente del Tribunal de Aviñón, Roger Arata. Él bajaba la cabeza y asumía la sentencia en silencio.

No solo por violación agravada a su ex mujer, Giséle, también se le ha condenado los otros delitos de los que había sido acusado: grabar las agresiones sexuales, y por las fotografías de su hija, Caroline, semidesnuda, y sus nueras encontradas en su ordenador.

El resto de los 50 acusados, los hombres que acudieron a su domicilio y siguieron las indicaciones de Dominique –aparcar a una distancia prudencial, desnudarse fuera de la habitación y calentarse las manos para no despertar a Gisèle de su estado–, han sido condenados a penas de prisión de entre 3 a 15 años, dependiendo de los hechos, su reconocimiento, sus antecedentes y la reinserción de cada uno de ellos. De hecho, seis de los agresores saldrán en libertad, a pesar de haber sido declarados culpables, ya bien sea por una pena de pocos años de prisión o bien porque ya han cumplido la pena en prisión provisional durante estos cuatro años que ha durado la investigación, y los posteriores 4 meses de juicio.

“El señor Pelicot ha tomado nota de esta decisión y vamos a aprovechar el plazo de diez días que se nos ha concedido. para ver si apelamos", afirmó la abogada de Dominique Pelicot, Beatrice Zavarro. Los condenados pueden iniciar un procedimiento de apelación hasta el 29 de diciembre.

Todos han sido declarados culpables. No hay ningún inocente. Aunque en el banquillo de los acusados se hayan sentado 51 hombres, la policía de Carpentras llegó a identificar a más de 80 hombres en los más de 20.000 archivos que guardaba Dominique en sus dispositivos. Imágenes y vídeos perfectamente ordenados y titulados con el nombre de los agresores, la fecha y las veces que habían violado a Giséle. 

Decepción con las sentencias

La decepción durante la lectura de las sentencias ha llegado pronto en la Sala Voltaire con el segundo acusado: Jean-Pierre Marechal. La fiscalía pedía 17 años para él, sin embargo, la justicia francesa le ha condenado a 12 años. También entre los condenados por violar agravada hay varios con cargos por posesión de material pedófilo, como es el caso de Thierry P., Christian L. o Nicolas F., entre otros. Para ellos, la justicia les condena a penas de entre 10 y 12 años de prisión. Mientras el presidente del Tribunal, Roger Arata, leía las sentencias, los hijos de Giséle mostraban su decepción en cada gesto. David, el mayor de los hermanos, soplaba incrédulo.

La pena más alta se la lleva, Romain V., la fiscalía le pedía 18 años por violar hasta en seis ocasiones a Giséle Pelicot, pero la justicia ha decidido que cumplirá 15 años de prisión firme. En sus declaraciones culpó a Dominique de lo sucedido: "Era un zombi autoguiado por él", afirmó. La más baja, es para Saifeddine G., con 3 años de prisión por tentativa de violación agravada.

En total, más de 400 años de prisión para los 51 agresores de Mazan: 41 ingresan inmediatamente en prisión preventiva, 3 se benefician de órdenes de prisión preventiva diferidas y 6 salen en libertad.

Madres, hermanas, parejas... víctimas del proceso

Es un juicio de mujeres. En el hall del tribunal, decenas de mujeres periodistas. En el interior, la víctima, Gisele, con la cabeza alta acompañada de sus hijos, pero tambien decenas de mujeres que inundaban la sala habilitada para los familiares. Ellas son mayoría. Dan la cara. Lloran, asumen y acompañan a sus hijos, hermanos o parejas. Ni rastro de ellos, de esos hermanos, padres o amigos. Solo ellas.

Antes de iniciar la sesión, los servicios sanitarios han tenido que asistir a una de las mujeres que se encontraba en la Sala Becariat por un ataque de ansiedad. Sabía que seguramente serían las últimas horas de libertad de mucos de ellos.

No ha sido la única. Las sentencias iban cayendo a cuenta gotas y las reacciones de las madres se sucedían: "9 años, joder, ¡9 años!", gritaba una entre sollozos, mientras se tapaba la cara. Para ellas, Giséle siempre ha tenido palabras de apoyo: "Las entiendo. Yo también pensaba que tenía al hombre, padre y marido perfecto en casa. (...) Pienso mucho en ellas", afirmó en una de sus declaraciones durante el juicio.

La vergüenza cambia de bando

La mayoría de los acusados han señalado a Dominique, y no se han reconocido como culpables durante todo el proceso, incluso uno de ellos confesó que no se dio cuenta de que esta mujer de 73 años estaba dormida hasta “la tercera o cuarta vez” de sus encuentos. Sin embargo las imágenes les delatan: una Giséle inerte y roncando en algunos momentos. Cabe decir que difícilmente una persona que ha visto esas imágenes puede decir que esos actos eran consentidos. 

En la sala Voltaire, lugar que ha sido testigo de cómo la vergüenza ha cambiado de bando, se ha vivido uno de los juicios más influyentes de los últimos años en Francia. El lugar también ha sido testigo de la aversión hacia las mujeres de un grueso de los acusados, que han dicho frases como: “Tengo odio hacia las mujeres”, “fue consentido porque su marido lo permitió” o “ella dio su consentimiento, aunque estaba dormida”.  

Dispositivo de seguridad inédito

Aviñón lleva cuatro meses preparándose para este día. Más de 200 policías desplegados en los alrededores del Tribunal de Aviñón y los principales accesos al edificio cerrados para todo aquel que no disponga de acreditación, con el objetivo de evitar posibles incidentes durante la lectura de la sentencia. Frente al juzgado, se espera además una manifestación organizada por varias asociaciones feministas. “Una violación, es una violación”, se podía leer a la entrada del Tribunal. 

En el interior, las autoridades han habilitado cuatro salas de visionado para que los familiares de los acusados y los más de 180 medios acreditados, 86 de ellos extranjeros, pudieran seguir el último día del juicio más esperado del año.  

Proceso Mazan, un juicio histórico

Gisèle Pelicot supo casi desde el principio que algo extraño le sucedía. En 2012 empezó a tener pérdidas de memoria, a perder peso y cabello, y a sufrir enfermedades sexuales. Fue a su médico de confianza en compañía de su marido, y jamás hallaron la raíz del problema, aunque algunos especialistas insinuaron que podría tratarse de un principio de alzheimer. Lo que jamás nadie imaginó es que la causa de sus dolencias tenía otro nombre: Dominique Pelicot. 

Las denuncias de tres mujeres, tras sorprender a Dominique grabándolas bajo las faldas en un supermercado, fueron la clave para que el juez de Carpentras pudiera examinar el teléfono de Dominique Pelicot, destapar “los años de barbarie” que sufrió Giséle e iniciar uno de los juicios más relevante sobre violencia contra las mujeres de Francia. 

Ella se niega a ser tildada de icono en la lucha feminista, aunque ha reconocido en varias ocasiones que siempre se preguntó cuál era su verdadero propósito en esta vida, y “quizás sea este, luchar para que la ley reconozca a todas las víctimas, mujeres y hombres, de violencia sexual y sumisión química”, afirmó. 

Cuatro años de investigación y cuatro meses de juicio se cierran este jueves con una de las sentencias más importantes de los últimos años. Ella se retirará a “un lugar idílico” para descansar tras meses de lucha en los tribunales.

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