Donald Trump, ¿Vencedor contra todo pronóstico?

Quienes lo conocen, o escriben de él, afirman que lo que más le gusta es llamar la atención, y dónde mejor que en el despacho oval de la Casa Blanca

25 dic 2016 / 21:08 h - Actualizado: 26 dic 2016 / 08:00 h.
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Diciendo lo que le daba la gana sin importarle nada ni nadie, desde comentarios machistas a xenófobos e impertinencias de todo tipo, Donald Trump (Nueva York, 1946) se alzó primero con la candidatura del Partido Republicano, pese a tener buena parte del mismo en su contra, y luego, lo que es aún más sorprendente, con la presidencia de los EEUU, de cuyo cargo tomará posesión el próximo 20 de enero. Se erigió contra todos frente a la candidata del establishment, una Hillary Clinton absolutamente desfasada.

Trump se presentaba como alguien nuevo, al menos en el terreno político, aunque en su país –menos fuera– es archiconocido por sus apariciones televisivas y por su ostentación y prepotencia, pero nunca estuvo metido directamente en política y los americanos del interior no podían culparle de ninguno de sus problemas, como sí a Clinton, a ella, a su marido y a todo lo que significa el poder institucionalizado que les llega desde los estados y ciudades costeras donde –de cara al exterior– parece cortarse el bacalao, tan lejos en lo social, espiritual y económico de la América profunda y roja (republicana).

El magnate inmobiliario, dueño de casinos, hoteles y edificios de viviendas de lujo logró que se identificaran con él las personas que más han perdido en estos años de crisis, pese a que Obama logró relanzar el empleo, pero el pelirrojo de origen escocés (su madre llegó a EEUU con 18 años; su abuelo paterno llegó de Alemania en 1885 y buscando oro en Alaska construyó varios hoteles), ajeno a todos sus males, les pareció más convincente como resucitador del sueño americano. Su televisiva popularidad se fue extendiendo como una balsa de aceite hasta imponerse, sin muchas dudas, pese a las impugnaciones y rumores que han seguido en estas semanas tras el martes electoral.

El periodista del The New Yorker Mark Singer escribió en 1997 un libro sobre él con un título al que no caben más explicaciones: Perfil de un vendedor de humo, en el que lo retrataba como una persona con la superficialidad del marketing, que se vende como una marca. Lo describe como un tipo engreído, arrogante, incapaz de entender ironías y con un concepto irreal de sí mismo, un showman que necesita siempre llamar la atención, y desde luego ha logrado alcanzar el punto más alto del mayor escaparate del mundo. Como conclusión, Singer aseguraba que es un tipo «que simplemente no tiene vida interior».

Por el momento, y aunque anunció que se apartaría de sus negocios privados mientras estuviera al frente de la presidencia de la primera potencia mundial, lo cierto es que continúa posponiendo la fecha para explicar qué va a hacer concretamente al respecto, justificado por su personal de confianza por la dificultad de reorganizar su entramado empresarial. E incluso, a comienzos de diciembre anunció que seguiría al frente como productor ejecutivo del show The Apprentice El aprendiz, que emite la cadena NBC, por el que los participantes compiten por una cantidad importante de dinero y un contrato para dirigir una de las empresas de Trump. Parece una broma en la que, lo más probable es que dé marcha atrás y lo aparque, por el momento.

El mismo día –20 de diciembre, un mes y 12 días tras las elecciones– que el Colegio Electoral estadounidense certificaba el triunfo de Donald Trump, superando los 270 votos necesarios, lo que le convertirá en el 45º presidente, salía a la luz una encuesta sobre la valoración que tienen los españoles del nuevo líder mundial, si bien es cierto que se realizó entre el 17 y el 28 de octubre, antes de ser elegido por los estadounidenses. Y no puede ser peor. Trump obtiene una puntuación de 1,5 sobre 10, un punto por debajo del dirigente que suele ser el peor valorado, Vladimir Putin.

Su última ocurrencia ha sido escribir en su cuenta de Twitter el pasado día 22 que «EEUU debería fortalecer y expandir su capacidad nuclear». ¡Y aún no ejerce como presidente! Que Dios nos pille confesados.