El Papa pide una mayor integración de los divorciados en la Iglesia mediante un estudio caso por caso

En su discurso incluye a divorciados, matrimonios civiles o parejas que conviven antes de casarse

08 abr 2016 / 12:34 h - Actualizado: 08 abr 2016 / 14:20 h.
"Homosexualidad","Papa Francisco"
  • El Papa Francisco saludando en la plaza de San Pedro / Alessandro Di Meo (Efe)
    El Papa Francisco saludando en la plaza de San Pedro / Alessandro Di Meo (Efe)

El Papa Francisco pide a las iglesias que realicen un discernimiento especial en algunas situaciones «irregulares» como divorciados vueltos a casar, matrimonios civiles o parejas que conviven antes de pasar por el altar porque, según ha asegurado, «no todos están en pecado mortal». Así lo indica en su nueva exhortación sobre la familia Amoris Laetitia, de la que, advierte, no puede esperarse una nueva normativa canónica.

En un capítulo dedicado a las situaciones «imperfectas», el Papa señala, basándose en las conclusiones de los Padres Sinodales, tres situaciones «irregulares»: personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven. A continuación, señala que no todos ellos se encuentran necesariamente en «pecado mortal», entendido como tal el que tiene como objeto una materia grave, precisada en los Diez Mandamientos, como es la de «cometer actos impuros».

«La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada irregular viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante», subraya en el texto, estructurado en nueve capítulos y 325 puntos, y publicado este viernes por el Vaticano.

Según precisa, el desconocimiento de la norma, la dificultad para comprender los valores inherentes a la misma o «condiciones concretas que no permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa» son algunas de estas circunstancias que, a su juicio, se deben tener en cuenta a la hora de valorar la participación de las personas que viven en una situación irregular en la iglesia.

Entre los atenuantes, pone el ejemplo de una persona divorciada que se ha vuelto a unir con otra con la que mantiene una relación «consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad y compromiso cristiano» frente a aquella que ha provocado sufrimiento y confusión a los hijos o que ha fallado a sus compromisos familiares. «Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia», subraya.

Por ello, pide a los sacerdotes y obispos que, ante las situaciones «irregulares», no se detengan en la norma general y desciendan a lo particular porque actuar de otra forma sería «mezquino». Asimismo, les pide que traten de integrar a todos, incluso en la catequesis o la predicación siempre que no lleven su pecado como bandera del «ideal cristiano» y no quieran imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia.

En cualquier caso, Francisco admite que hay «innumerables» situaciones concretas y que, por tanto, lo que puede esperarse de este nuevo Sínodo es «un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral».

Si bien no se refiere de manera explícita al acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, Francisco propone que hagan «un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento» para «fortalecer la confianza en la misericordia de Dios».

También reconoce que hay situaciones en las que la separación de un matrimonio católico es «inevitable» y, a veces, «incluso moralmente necesaria» como cuando existe violencia de género. «Se trata de sustraer al cónyuge afectado o a los hijos pequeños de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación, la ajenidad y la indiferencia», ha declarado el pontífice. No obstante, ha precisado que es «un remedio extremo» considerable sólo «después de que cualquier intento razonable haya sido inútil».

Por otro lado, el Papa se refiere a las personas homosexuales y pide «respeto» y «no discriminación» para ellas y sus familias. «Toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta y particularmente cualquier forma de agresión y violencia», señala, al tiempo que invita a los sacerdotes a acompañar a estas familias para que las personas homosexuales tengan «la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad

de Dios en su vida».

Sin embargo, puntualiza que es «inaceptable» que iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el «matrimonio» entre personas del mismo sexo.