El pueblo que defendió su democracia y a su autoritario presidente

¿Puede tener éxito un golpe en la era de los medios digitales? Algunas círculos temen que Erdogan gane más poder

16 jul 2016 / 22:58 h - Actualizado: 17 jul 2016 / 12:12 h.
"Política","Golpe de Estado en Turquía","Recep Tayyip Erdogan"
  • Miles de turcos se echaron a la calle tras el mensaje de Erdogan para frenar a los militares golpistas. / Cem Turkel (Efe)
    Miles de turcos se echaron a la calle tras el mensaje de Erdogan para frenar a los militares golpistas. / Cem Turkel (Efe)

El fallido y sangriento golpe de Estado que sacudió a Turquía en las últimas horas parece haber debilitado al Ejército y reforzado al presidente del país, el islamista Recep Tayyip Erdogan, y su aspiración de tener en sus manos más poder. Fue la cuarta asonada fallida en la historia de la República de Turquía tras otros tres golpes, en 1960, 1971 y 1980, aunque este intento se diferencia en mucho de sus antecesores. Esta vez, parece haberse corroborado la teoría de que un golpe no puede tener éxito en la era de los medios digitales.

En 1960, 1971 y 1980, lo primero que hicieron los militares fue tomar el control de la radio y la televisión, pero esta vez, si bien también lo intentaron con algunas emisoras de televisión, su poder sobre ellas duró poco rato y la mayoría de los medios pudo continuar trabajando en defensa de la democracia. Los políticos habían logrado movilizar la resistencia de las televisiones afectadas, como la CNNTürk y la estatal TRT.

Los medios pudieron transmitir sendos mensajes de los políticos instando a la población a salir a las calles, e informar amplia y rápidamente de lo que estaba pasando. Además, fue la primera vez que la población no permaneció en silencio frente al levantamiento militar: decenas de miles de personas salieron a las calles para resistir a los golpistas. Asimismo, la Policía, la Gendarmería y una parte del Ejército se mantuvieron fieles al gobierno del primer ministro, Benali Yildirim, líder del islamista Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Pero también fue un triste estreno el bombardeo por parte de los golpistas del edificio del Parlamento turco, en Ankara, que resultó seriamente dañado, y tampoco nunca antes había sido atacada una residencia veraniega del presidente, como ocurrió.

Fue también la primera vez que durante un intento golpista la población pudo presenciar en las pantallas cómo se rendían los soldados con las manos en la cabeza, tumbados en el suelo y cómo se les despojaba de sus uniformes y armas.

El Ejército turco, uno de los mayores del mundo y la institución hasta ahora más fuerte del país, con sus miembros considerados durante años como «intocables», se vio, también por primera vez, en una situación penosa. Pero tampoco nunca antes la Policía se había enfrentado al Ejército ni un golpe había sido tan sangriento, con un número inédito de muertos, heridos y detenidos. A diferencia de lo que ocurrió en las anteriores ocasiones, el Servicio Nacional de Inteligencia (MIT) fue ayer atacado por los golpistas, cuando antes había sido siempre acusado de haberse confabulado con los militares rebeldes.

Esta vez, el MIT se mantuvo leal al gobierno y al presidente, a quienes no pudo informar sobre las preparaciones del intento golpista, que sin duda requirieron mucho tiempo, algo que deja de manifiesto fallos importantes en la inteligencia del país. En sus primeras palabras tras la intentona, Erdogan consideró en Estambul que ahora tenía una oportunidad para limpiar el Ejército de los seguidores del predicador islamista Fethullah Gülen, antiguo aliado suyo considerado ahora enemigo y terrorista.

Los turcos han defendido con fuerza su democracia pero por otro lado ha crecido en los círculos opositores la preocupación de que Erdogan haya salido aún más fortalecido de esta crisis, por lo que ahora se teme que pueda avanzar hacia un poder casi totalitario.