Ha sido Alexandru Rafila, ministro de Sanidad de Rumanía, quién pidió a la población de menos de 40 años que se aprovisiones de pastillas de yodo lo más rápido que pueda ante un inminente riesgo de desastre nuclear en Ucrania.
Todo ello se vio refrendado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que dijo que el riesgo en la planta nuclear de Zaporiyia es muy alto y que desde la ocupación -en el mes de marzo- por Rusia, la inflación ha sido objeto de varios bombardeos en el que ambos países (Rusia y Ucrania) se culpan mutuamente pero que no inexcusable es el daño causado a la planta que podría ocasionar un verdadero desastre.
Se encuentra a sólo 700 kilómetros de Rumanía y, por ello, Rafila pidió que los menores de 40 años «se presenten lo más rápido posible ante el médico de familia en el que deben recibir la prescripción» según la agencia Agerpres.
Se han habilitado 2500 farmacias para dispensar pastillas de yodo y que no se pueda estar expuesto a sufrir las consecuencias del cáncer debido a la radiación así como lesiones de tiroides. Las pastillas, bajo receta, tendrán carácter gratuito.
En previsión de un posible desastre nuclear Rumanía ordenó doblar la producción de pastillas de yodo máxime cuando se tiene tan presente el desastre, en 1986, de Chernóbil.
Rafila además indicó que «debemos proveer a la población de uno de los elementos que reducen el impacto de un posible, que no probable, incidente nuclear» ante el conflicto armado y un posible incidente nuclear. De esta forma las pastillas servirán para la absorción, a través de la tiroides, de yodo radioactivo, ayudan a eliminar esta sustancia y reduce el riesgo de contraer cáncer de tiroides.
«El combustible nuclear está dentro del reactor atómico. Todavía no se ha descargado. Además, hay una piscina de recarga y almacenamiento de combustible nuclear en la sala central que también contiene uranio y conjuntos de combustible» informaba Andrii Tuz, portavoz de la central nuclear con respecto al peligro que supone.
Casi 30 millones de pastillas se han producido para repartir entre la población allá donde los cálculos indican que en caso de desastre nuclear la nube radioactiva podría alcanzar hasta Francia y alcanzar a España. «Si explota será diez veces más grande que Chernóbil en 1986» decía Dimitro Kuleba, ministro de Exteriores de Ucrania.