“No es el terremoto de Marrakech, es el terremoto de Marruecos”. Es el grito de ayuda que han lanzado cooperantes que han acudido a prestar su ayuda a los damnificados por el terremoto y las réplicas que han asolado parte de Marruecos desde la noche del pasado sábado, pero con la premisa de que “hay aldeas a las que la ayuda no ha llegado, porque incluso hay gente que no sabe que existen esos puntos afectados.
Hasta el país norteafricano se han desplazado de forma organizado algunos españoles que conocen la zona, porque son más que aficionados al 4X4, a los viajes de aventura y en particular a disfrutar del país vecino.
En estos duros días, “donde la tierra nos ha hecho temblar a todos, muchos de estos aficionados están en el país, y otros en España deseando de cruzar el Estrecho.
Es gente que conoce las pistas y caminos que unen las poblaciones del Atlas y el Sur de Marrakech muy afectadas por el seísmo, y que en este momento aquí o allí está poniendo su afición y su pasión al servicio de quien lo necesite
Problemas desde la frontera
Lo problemas para algunos de estos cooperantes han llegado ya al intentar entrar en Marruecos. En 2014, cuando se produjo el terremoto de Alhucemas paso lo mismo, igual que con los incendios del Gurugú.
Se han llevado a cabo controles de material en la frontera que han desesperado a todos. Incluso, meter ayuda humanitaria en suelo marroquí se ha convertido en toda una aventura imposible de salvar.
Pero una vez dentro del país, el panorama es desolador. Aldeas y aldeas completamente arrasadas, con gente que no ha recibido ayuda alguna, sobre todo porque hay gente que ni conoce qué lugares en concreto han sido afectados, porque muchas personas han ido directamente a Marrakech y sus alrededores, la ciudad más conocida para mucha gente, y no sabe que a algunos kilómetros la ayuda es igual o más necesaria.
De esta forma, están recorriendo kilómetros y kilómetros viendo desolación, y en algunos casos la ayuda justa, no en masa con en otros puntos.
Será peor en el invierno
Ahora, los peores matices. Entre miles de casas de adobe derrumbadas hay otras tantas personas durmiendo al raso. Tienen, sobre todo miedo. Por ahora, las temperaturas son relativamente normales, pero cuando llegue el invierno y la nieve se presente en el Atlas toda esa gente no tendrá un techo bajo el que dormir, y muchos ni una manta.
El drama del terremoto de Marruecos, desde luego, solo acaba de empezar.