Libia: nada que celebrar tras cinco años sin Gadafi

El país se libró del dictador en la Primavera Árabe, pero hoy está dividido en gobiernos rivales e infestado de yihadistas

19 oct 2016 / 22:03 h - Actualizado: 19 oct 2016 / 22:25 h.
  • Un grupo de milicianos con el cadáver de Gadafi en una carnicería, el 20 de octubre de 2011. / M. Messara (Efe)
    Un grupo de milicianos con el cadáver de Gadafi en una carnicería, el 20 de octubre de 2011. / M. Messara (Efe)

Cinco años después de que una turbamulta enfurecida apaleara hasta la muerte al dictador libio Muamar al Gadafi, la guerra y la división política dominan el país.

Libia se ha convertido en bastión de los grupos yihadistas en el norte de África y en paraíso para las mafias que trafican con inmigrantes en el Mediterráneo.

Según diversos organismos internacionales, desde 2015 más de 15.000 personas han muerto frente a las costas de Libia al intentar alcanzar las costas de Europa.

Un caos que se agudizó más aún el pasado fin de semana después de que milicias leales al antiguo Ejecutivo islamista de Trípoli, tildado de rebelde, asaltaran uno de los principales complejos de la ciudad y retaran al frágil Gobierno de Unidad Nacional, designado hace seis meses por la ONU.

«Siempre soñamos con la posibilidad de que hubiera una revolución, pensábamos todo el tiempo en cómo hacerla, pero Gadafi era muy fuerte y el país estaba muy cansado, así que nos sorprendimos cuando alguien lo hizo», explica a la agencia Efe el exdiputado Naser Seklani, al recordar esos días de 2011, cuando la Primavera Árabe se propagó desde Egipto a la férrea dictadura de la bandera verde.

«Sí, estábamos felices de habernos librado de Gadafi. Pero cinco años después comenzamos a preguntarnos quién hizo de verdad la revolución y sentimos que no fue una revolución libia, sino una decisión internacional, y eso nos crea una desazón tremenda», agrega.

Antiguo oficial del Ejército gadafista y uno de los primeros en sumarse al alzamiento, Seklani es hoy uno de los miles de libios ricos y formados que podrían ayudar a reconstruir el país y que sin embargo lo han abandonado para exiliarse en el vecino Túnez.

«Lo que está haciendo ahora Naciones Unidas prueba esta teoría. Porque en las reuniones que celebra estos días lo que intenta es imponer a esa gente que estuvo fuera y que los libios rechazan porque vienen para trabajar en favor de EEUU, Europa, Catar y no del pueblo», afirma tajante.

Un lustro después de que fuerzas internacionales bajo mando de la ONU ayudaran a los rebeldes a derrocar a Gadafi después de una intensa guerra, Libia es un estado fallido, víctima del caos y de la guerra civil, en el que decenas de milicias luchan todas contra todas por el poder y el control de los recursos naturales.

En la actualidad Libia tiene tres gobiernos: dos en la misma capital, que compiten por el liderazgo en el oeste del país, y otro en Tobruk, que domina las regiones del este y controla los principales recursos petrolíferos.

De los dos en Trípoli, el oficial se formó tras un fallido acuerdo de paz auspiciado por la ONU y firmado en diciembre por miembros del antiguo gobierno de la capital y una pequeña parte del Parlamento desplazado en Tobruk.

Pese a que cuenta con el pleno apoyo de Naciones Unidas, EEUU y la UE, carece de respaldo popular.

El segundo gobierno es islamista. En el este, el tercer hombre fuerte es el mariscal Jalifa Hafter, antiguo miembro de la cúpula gadafista reclutado por la CIA y convertido en el principal opositor.

Y por si fuera poco, en el país opera con crueldad la rama libia del Estado Islámico en la ciudad de Sirte, que controla desde febrero de 2015.

El conflicto es aprovechado por los grupos yihadistas, que se han extendido por todo el país, y por las mafias de tráfico de personas