Manifestantes vestidos de negro rompieron ayer escaparates y ventanillas de coches en una marcha en Washington contra el presidente electo de EEUU, Donald Trump poco antes de la toma de posesión de Donald Trump. Centenares de manifestantes y la policía se enfrentaron con motivo de la toma de posesión con el lanzamiento de piedras y gases lacrimógenos que dejaron cerca de 90 detenidos y «daños materiales significativos».
La confrontación dejó también algunos heridos leves, indicó Peter Newsham, director interino de la Policía de Washington. Según constató la agencia Efe, la confrontación se produjo a apenas cuatro calles del lugar por el que la caravana presidencial iba a llevar a Trump hasta la Casa Blanca. Los manifestantes, unos 500, también atacaron una sucursal de Bank of America, un restaurante McDonald’s y una cafetería Starbucks antes de la intervención de los antidisturbios, que respondieron con espray pimienta y granadas aturdidoras.
La multitud, que portaba pancartas y al menos un cartel en el que se podía leer Make racist afraid again (Haced que los racistas teman de nuevo) se dispersaron ante la intervención de la policía.
Otros grupos de manifestantes intentaron bloquear en tono festivo y desde primeras horas de la mañana los accesos a los puntos donde el público podía contemplar la investidura y el desfile.
Con bailes, banderas arcoiris y carteles de «No a Trump», decenas de manifestantes se concentraron en las entradas del público a los diversos puntos de la avenida Pensilvania o la Explanada Nacional.
Jóvenes anarquistas eligieron realizar cadenas humanas para bloquear las entradas al evento. Una fuerte presencia policial observó de cerca el transcurrir pacífico de estas acciones por el colectivo DisruptJ20, que reconoce que no tiene autorización para este tipo de manifestaciones.
Pese a estas protestas, los simpatizantes de Trump accedieron al perímetro de seguridad, donde esperan poder ver el paso del nuevo presidente y de la primera dama, Melania Trump, o asistir a su primer discurso desde las escalinatas del Capitolio.
Otros grupos de activistas manifestaron ayer su compromiso por defender los derechos de los indocumentados en EEUU tras la llegada a la Casa Blanca del nuevo presidente del país, Donald Trump, quien ha manifestado reiteradamente su propósito de restringir al máximo el número de ellos.
«El día ha llegado y vamos a tener que salir a pelear para poder quedarnos en este país», declaró a la agencia Efe la activista Erika Andiola ante la posibilidad de que el Gobierno anule la llamada Acción Diferida, que ha amparado a 740.000 de jóvenes indocumentados como ella.
Trump basó su campaña electoral en una fuerte retórica migratoria que incluía, entre otros puntos, deportaciones masivas de indocumentados y levantar un muro en la frontera con México para evitar el cruce ilegal de inmigrantes, a los que denominó calificó en su primer discurso de la campaña electoral de «violadores y criminales».
Entretanto, Trump firmó ayer sus primeras órdenes ejecutivas, horas después de tomar posesión como 45º presidente de Estados Unidos, y lo hizo para, entre otras cosas, proclamar el Día del Patriotismo, informó su portavoz, Sean Spicer.
«El presidente de Estados Unidos ha firmado tres cosas», contó Spicer en Twitter: la dispensa de James Mattis, Perro Loco, como nuevo secretario de Defensa, las nominaciones formales de su Gabinete para el Senado y la proclamación del Día del Patriotismo.