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El cura de la iglesia de Sion, una congregación cristiana en Zambia, llegó a convencer a sus feligreses para que lo enterrasen vivo con la promesa de resucitar a los tres días.
Cuando los fieles de James Sakara escucharon estas palabras del cura, la respuesta mayoritaria fue no, pero el pastor perseveró en su discurso y terminó convenciendo a tres personas para que lo enterrasen vivo.
Los tres fieles y Sakara se pusieron manos al a obra y cavaron una zanja.
A las 72 horas de su entierro voluntario, los miembros de la congregación fueron a desenterrarlo para ver si se había obrado el milagro. Allí se encontraron con el cuerpo sin vida del cura que no logró resucitar.