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Foto: UNHCR
Al igual que en otras disciplinas, tampoco el ganador del Premio Nobel de la Paz 2020 se lo esperaba. Vivimos un año raro. El Comité Noruego que lo concede ha elegido el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), con sede en Roma, por sus esfuerzos internacionales para combatir el hambre en el mundo, especialmente en las zonas más conflictivas, “evitando el uso del hambre como un arma de guerra”, han señalado literalmente. Ha sido un intento de “volver los ojos del mundo hacia los millones de personas que padecen o enfrentan la amenaza del hambre”, ha dicho el comité en su anuncio de esta mañana. “Hasta que llegue la vacuna”, han señalado en referencia a la del coronavirus, “la comida es la mejor vacuna contra el caos”.
El jurado ha recordado el hecho de que erradicar el hambre es uno de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Programa de Alimentos asistió solo el año pasado a 97 millones de personas en 88 países, fundamentalmente con ayuda humanitaria en emergencias y rehabilitaciones. Su especialidad es acceder a las zonas más remotas del mundo, como desiertos o países en eternos conflictos.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) es ya hoy una poderosa organización que lleva casi 60 años funcionando. Fue creado en 1962 a petición del presidente estadounidense Eisenhower para dotar a la recién nacida ONU precisamente de una agencia de alimentos. La idea básica fue sacar rendimiento a los excedentes de los países desarrollados y repartirlos por el mundo. El primer proyecto importante del Programa Mundial de Alimentos se desarrolló en 1963 en Irán, después de que un terremoto matara a 12.000 personas.
Hoy en día, el Programa emplea a 17.000 personas y trabaja estrechamente con otras dos agencias de la propia ONU: la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola). El PMA se financia a través de donaciones, la mayoría procedentes de los estados miembros. El año pasado recaudó 8.000 millones de dólares.
Es raro que el Premio Nobel de la Paz recaiga en una organización y no en un individuo, pero ha ocurrido antes, como cuando lo ganó la Cruz Roja. De hecho, de las 318 candidaturas, 211 eran personas y 107, organizaciones. El galardón lleva aparejado este año diez millones de coronas suecas, es decir, exactamente 956.876 euros.