Crónicas dominicales

Si la selva amazónica muere, el planeta muere con ella

El nivel de dependencia que tiene la Tierra de esta región del mundo es mucho mayor de lo imaginable. Ya han sido asesinadas muchas personas por defenderla in situ de las actividades ilegales que la están matando

10 jul 2022 / 04:00 h - Actualizado: 10 jul 2022 / 04:00 h.
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  • Amazonia en Brasil. EFE/Raphael Alves
    Amazonia en Brasil. EFE/Raphael Alves

“Es fundamental que el Estado brasileño actúe rápidamente, a través del Gobierno Federal, del Congreso Nacional y del Ministerio Público, para contener el avance destructivo sobre la Amazonía”. Es uno de los párrafos que contiene un comunicado de la Red Eclesial Panamazónica, REPAM-Brasil, donde se exige a los poderes públicos la adopción de medidas urgentes ante las muertes y la degradación del territorio amazónico. La nota menciona y agradece el compromiso del periodismo “con los Derechos Humanos y las causas de la Amazonía”.

En el comunicado se manifiesta también la indignación por las constantes muertes de líderes indígenas, ribereños y quilombolas -movimientos de liberación- y por la violación de los Derechos Humanos en el bioma amazónico. “REPAM-Brasil, comprometida con la defensa de la vida humana y de la Naturaleza, solicita con vehemencia la acción enérgica de las autoridades para detener la ilegalidad y explotación de la naturaleza en la Amazonía, que ha causado constantes muertes”, añade parte del comunicado que reitera su llamamiento a que “todos aquellos que ocupan puestos de responsabilidad y poder de intervención, ya sea en el ámbito político, social y económico, local, nacional e internacional, se conviertan en guardianes de la Creación, del plan de Dios inscrito en la Naturaleza, guardianes del otro y del Medio Ambiente...”. El lector tiene disponible aquí más información de este tema, que ha tenido especial eco en el pasado junio.

Más asesinados por defender la selva amazónica

La agencia Inter Press Service (IPS), a través de una crónica de Mario Osava, informó recientemente de que la humanidad ganó dos nuevos mártires. El indigenista Bruno Araújo Pereira y el periodista británico Dom Phillips murieron por defender la Amazonia y los indígenas, sostenes de la vida humana en el planeta. Los dos estaban en la Amazonia profunda, en el noroeste de Brasil, cerca de la frontera con Perú. Dos pescadores locales confesaron haberlos asesinado el 5 de junio, según la Policía Federal brasileña, que aún investiga la participación de otras personas en el crimen.

“Se reafirma así -aseveraba Osava- la máquina amazónica de producir héroes y mártires que intentan contener la destrucción de los bosques, ríos y biodiversidad. Sobrepasar el punto de no retorno de la deforestación, que ya está muy cerca, convertiría a la Amazonia en una bomba de carbono, acelerando el recalentamiento global, advierten investigadores. Por eso, defender los mayores bosques tropicales del mundo, como hacen los indígenas, es una lucha por la humanidad. La Amazonia es hoy el centro del mundo, según Eliane Brum, la periodista más premiada de Brasil, que desde 2017 vive en Altamira, en la Amazonia oriental”.

El periodista británico Phillips recogía informaciones, especialmente en diálogo con los indígenas, para un libro que, según sus allegados, trataría de apuntar “como salvar la Amazonia”, sometida a la deforestación y otras actividades destructoras, como la minería y la pesca ilegal. Para eso contaba con una beca de la estadounidense Fundación Alice Patterson. Y era colaborador del diario The Guardian, de Londres, pero en sus 15 años en Brasil escribió para otros grandes diarios de Estados Unidos y el Reino Unido.

La policía brasileña condujo al pescador Amarildo da Costa de Oliveira, que confesó haber asesinado al indigenista Bruno Araújo Pereira y al periodista británico Dom Phillips, hasta la escena del crimen, donde sepultó los cadáveres descuartizados y quemados, cerca del río Itaquaí, afluente del río Javari en la frontera brasileña con Perú.

El brasileño Pereira era funcionario de la Fundación Nacional del Indio (Funai), órgano gubernamental de promoción de los derechos indígenas. Siempre según la crónica citada de Mario Osava, ascendió en la carrera como coordinador local de la Funai en el Valle del Javari, donde viven cerca de 6.000 indígenas de 26 grupos, 19 de los cuales en condición de aislamiento, es decir sin contacto con la sociedad envolvente, en un área reservada de 85.444 kilómetros cuadrados, el doble de la extensión de Países Bajos.

En 2018 asumió la Coordinación General de Indígenas Aislados y de Reciente Contacto, la división de la Funai que trata de proteger a esos grupos más vulnerables y las tierras que ocupan. Una operación que condujo en septiembre de 2019 destruyó más 60 embarcaciones de la minería ilegal que había invadido la Tierra Indígena del Valle del Javari, considerada la mayor concentración de indígenas aislados en el mundo. “El éxito en la expulsión de los invasores al parecer no gustó a las nuevas autoridades del gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro, en el poder desde enero de ese año, que luego destituyeron a Pereira de sus funciones de jefatura”.

Relegado a tareas burocráticas en Brasilia, el funcionario pidió entonces una licencia, manteniendo su vínculo con la Funai pero sin remuneración, para volver a la Amazonia como consultor de la Unión de los Pueblos Indígenas del Valle del Javari (Univaja), donde los ayudaba a proteger sus tierras. La Univaja organizó la defensa del territorio con guardianes propios, ante el aumento de las actividades ilegales, de minería, pesca, extracción de madera e incluso narcotráfico, en los alrededores y dentro del área indígena. La cercanía de las fronteras con Perú y Colombia favorece el tránsito de las drogas con sus rastros de violencia. Esos guardianes fueron decisivos para detectar pronto la desaparición del indigenista y el periodista, apuntar posible local del crimen e identificar los sospechosos.

“Fue un crimen horrible, pero no aislado. La Amazonia registra una larga historia de atentados continuos contra ambientalistas y activistas sociales”, recordó Marcio Santilli, socio fundador del Instituto Socioambiental (ISA), organización no gubernamental volcada al ambiente y los pueblos originarios. “El presidente Jair Bolsonaro tiene la corresponsabilidad al incitar la violencia con sus declaraciones y acciones de gobierno, al estimular la minería depredadora y desmontar los instrumentos de control de la deforestación”, opinó Santilli a IPS.

Muchos miles de indígenas perdieron la vida en la década de los 70, cuando la dictadura militar brasileña de 1964-1985 inició la construcción de carreteras que cruzan la Amazonia en varios puntos y direcciones, en un genocidio sin datos precisos y gradualmente desnudado. La presencia de un periodista extranjero al lado de Pereira contribuyó a la gran repercusión actual del asesinato del indigenista brasileño, al igual que los avances en los debates y negociaciones de la crisis climática y otros temas ambientales en el mundo, estima Osava.

Por qué se atenta contra el Amazonas

Los malos hábitos de consumo y las malas prácticas de quienes explotan esta superficie, a menudo de manera ilegal, están causando la pérdida progresiva y cada vez más acelerada de los bosques, afirma el blog energygo. La Amazonia pierde cada año enormes extensiones de selva debido al cambio climático, lo que implica una gran pérdida de biodiversidad y pone en peligro la supervivencia de los pueblos indígenas. La deforestación y la degradación forestal ya se han convertido en la selva amazónica en un problema crónico.

Desde los años noventa, la expansión de terrenos para la cría de ganado y para plantaciones de soja y de aceite de palma se han colocado como principales causas de la deforestación del Amazonas. La conversión del terreno en plantaciones agrícolas y zonas de pastoreo, la construcción de carreteras, la extracción de madera y las actividades mineras son las principales causantes de la rápida evolución de la deforestación del Amazonas. En muchas ocasiones, además, estas actividades son llevadas a cabo de manera ilegal, o, como poco, irregular, lo que agrava todavía más el problema. La explotación económica del Amazonas está llena de irregularidades. Los madereros se las apañan para saltarse la ley y la tala ilegal es más frecuente de lo deseado en Brasil.

El problema se hace especialmente grave en Brasil, donde la deforestación del Amazonas es realmente preocupante. En este país, el 80% de la deforestación tenía como objetivo la expansión del pastoreo. Sólo hay que conocer un dato al respecto: junto con Estados Unidos, Brasil es el mayor exportador de carne del mundo, lo que quiere decir que el Amazonas lo estamos arrasando entre todos. A ello hay que sumar la producción de soja, destinada también al consumo de los países desarrollados. También Brasil es el principal exportador de este elemento, que se emplea principalmente como pienso animal.

Entre las necesidades de unos para sobrevivir, la codicia de otros y la demanda occidental de productos para llevar una vida más sana, Amazonas se va muriendo. En Brasil, algunos movimientos culpan principalmente a Bolsonaro de la situación porque, según afirman, el presidente actual estimula la destrucción. Se supone que esperan por tanto una victoria de Lula y un regreso a la presidencia del represaliado expresidente para empezar a arreglar la situación. Sin embargo, no depende sólo de Lula el gravísimo problema. Sin abundar en datos, detrás de la deforestación del Amazonas en Perú están las muchas canteras ilegales existentes, cuya presencia se ha incrementado en un 400% en las dos últimas décadas. Eso, y otras muchas circunstancias adversas, no se derriba en un santiamén ni lo van a consentir sus protectores. Mientras, entre todos la estamos matando y ella solita se muere, si bien no es ella quien padece sino nosotros. Si por desgracia un día desapareciéramos como “civilización”, ella se repondría en poco tiempo y nosotros tendríamos que empezar de nuevo. En el fondo, somos unos desgraciados ignorantes.

¿Por qué la selva amazónica nos es tan necesaria?

Por ejemplo, porque la Amazonia alberga al 20% de las especies de flora del planeta, una biodiversidad que además tiene un alto valor en la regulación del clima mundial, ya que más de la mitad de sus 80.000 especies de plantas tienen un papel fundamental en el mantenimiento del ciclo del agua y en la regulación del clima.

Según informa Ojo Público, a un árbol de shihuahuaco le puede tomar hasta 500 años alcanzar 40 metros y 40 toneladas, pero el hombre necesita apenas una hora para cortarlo y extraerlo del bosque amazónico. “Para transportar ejemplares centenarios de shihuahuaco se necesita talar bosques y abrir caminos. Se trata de una de las especies más extraídas entre el 2010 y el 2020. En ese lapso se talaron, estima una investigación de OjoPúblico en base a las cifras de producción oficial, 379.302 árboles de tornillo y 353.310 de shihuahuaco”. Añade Ojo Público: “La demanda global de estos recursos ha acentuado su sobreexplotación, tal como ocurrió antes con la caoba y el cedro, que ahora difícilmente se encuentran. En la lista figuran también especies como la cumala, la lupuna y el ishpingo”.

Solución hay, por el momento, pero pasa como con todo: o lo tomamos en serio y cumplimos las legislaciones o seguiremos con nuestra decadencia. En Sevilla, por lo pronto, el tiempo está loco y el verano es cada vez más largo hasta que celebremos la Nochebuena en bañador. ¿Están seguros los negacionistas de que esto no tiene nada que ver con el Amazonas y el estado de los océanos? Claro, cambios de clima han existido siempre, pero no estaba la mano de un homo sapiens codicioso, tecnologizado, narcotizado, global e ignorante.