Twitter 0 - Simpsons 1

A pesar de la inmensa mayoría de mensajes anti-Trump en redes sociales, la vida real sigue su curso. A la estupefacción le siguió la indignación

09 nov 2016 / 21:09 h - Actualizado: 10 nov 2016 / 07:31 h.
"Trump gana la Casa Blanca","Hillary Clinton","Donald Trump"

Una de las grandes conclusiones que sacamos este martes 9 es que los mensajes dominantes en Twitter no tienen ninguna relevancia en la toma de grandes decisiones. Ni con el Brexit, ni con el acuerdo de paz en Colombia ni ahora con las elecciones norteamericanas, ha servido de nada que los tuiteros generaran una inmensa mayoría de discursos progresistas.

Dibujemos el personaje tipo que ha votado en masa en Estados Unidos en favor de Donald Trump: es un hombre de entre 45 y 65 años, de zonas eminentemente rurales, amante de la fórmula Nascar... y que no tiene cuenta en Twitter.

Probablemente si toda esa masa de votantes se hubiese expresado en la red del pájaro azul (y en las encuestas), el chasco no habría sido tan grande, nos lo habríamos visto venir. Pero la realidad es la que es, no la que nos traen las redes sociales, por mucho que nos cueste entenderlo.

En el mundo paralelo de las pantallas, en esta especie de Matrix en la que muchos vivimos, la realidad encapsulada era una victoria rotunda de Hillary Clinton, un personaje que concitaba la simpatía de la gran mayoría del cuerpo de tuiteros. Es más, los memes y notas de indignación por las actitudes de Trump (o por sus miradas, o por la vida propia que parece tener su flequillo, o por sus gestos con la gorra de Make America Great Again) eran la metralla de una corriente de opinión mayoritaria según los medidores de tendencias. Las malas lenguas decían, incluso, que se había generado un matiz respecto a Clinton que en las últimas 48 horas pretendía restar aún más atención al candidato Trump: que la demócrata no era tan buena como parecía y que «había que ir a votar con la nariz tapada». Elegir lo malo o lo menos malo. Esta línea de trabajo funcionó especialmente en Facebook, un lugar más apropiado para la discusión de fondo.

LOS SIMPSONS, ORÁCULO

Avanzada la madrugada y los datos de la mayoría de estados, la ventaja de Trump caía como una losa sobre los tuiteros. Fue el momento en el que volvió a verse por todas partes un meme que –aunque ya había sido visto meses atrás– hasta hoy no había visto tamaña trascendencia: Donald Trump baja victorioso por unas escaleras mecánicas, una escena que se produjo en 2015 pero que, además, ya habíamos visto en un capítulo de Los Simpsons quince años antes.

Una vez hechos oficiales los datos definitivos, comenzó a inflarse como un globo la etiqueta #TrumpPresident, que había comenzado a ser impulsada por los entusiastas del magnate, pero que finalmente hicieron suya la inmensa masa de detractores que se rasgaban las vestiduras en Twitter, la gran mayoría de ellos en México, con la construcción del muro anunciado por Trump como argumento principal y, eso sí, una larguísima retahíla de memes humorísticos.

En paralelo triunfaba una menos informativa y que nos recordaba a aquellas que tanto predicamento tuvieron cuando el Brexit (#NotInMyName o #WhatHaveWeDone): #NotMyPresident parece que será, al menos durante un par de días, el paño de lágrimas de tantos y tantos epatados.

No sólo la pena ha sacudido al mundo tuitero. La ironía y el humor no han tardado en llegar. En este sentido tuvo gran éxito #OrangeIsTheNewBlack (también #OITNB), nacido de un tuit de un argentino, Alexis Valido, que trataba de comparar los colores del presidente saliente y el recién elegido, evocando el título de la famosa serie de Netflix.

Mientras Twitter y Facebook eran un valle de lágrimas y risas de manicomio, en la vida real Trump daba un discurso sorprendentemente conciliador (que hizo recuperarse a los mercados bursátiles, también reales) y Obama llamaba con normalidad al ganador para citarle este jueves en la Casa Blanca.

El tiempo dará o quitará razones a la aparentemente mayoritaria corriente anti-Trump que reina en las redes sociales. Mientras tanto, y parece que aún para mucho tiempo, la democracia seguirá ostentando la mejor de las herramientas para elegir: unas elecciones.